Por: Mariana Casasola
Los esenciales del cine ruso
Desde los inicios del cine, Rusia se ha fascinado con sus posibilidades para expandirlas hasta puntos que siguen sorprendiendo al resto del mundo. Fueron los propios hermanos Lumière quienes llevaron el primer cinematógrafo a este país a principios del siglo pasado, invitados por el Zar Nicolás II; y a partir de entonces, este artefacto se convirtió en el medio preferido de cualquier facción en el gobierno para propagar su ideología y, por supuesto, también de los más grandes artistas para expresar el pulso de una cultura tan vasta y diversa como su territorio.
Es así como Rusia siempre ha sido una mina de genios cuya obra ha desarrollado el séptimo arte a pasos definitivos, pues, es gracias a las aportaciones de los primeros directores rusos, que surgieron las teorías y prácticas que le dieron al cine su complejidad y madurez.
Dejando aparte a muchísimos otros maestros del cine ruso, nos propusimos enlistar a cuatro cineastas esenciales para comprender estas contribuciones rusas a las técnicas cinematográficas, pero sobre todo, para avistar el desarrollo de las inquietudes y obsesiones de estos genios, que van desde la imagen a la poesía, de la historia a la protesta.

Sergei Eisenstein
A pesar de su escasa obra (que se cuenta en menos de 20 filmes, y algunos de éstos incompletos) no hay un cineasta más influyente que Sergei Eisenstein (1898 - 1948). Aún hoy, los realizadores continúan consultando sus películas para entender las valiosas aportaciones que hizo sobre el montaje, la filmación y el uso de la escenografía.
Tal fue el impacto de su visión, que tras el rodaje de su primera película se le encargó filmar la conmemoración de la Revolución de 1905, y la que se convertiría en la obra más célebre de su carrera, ampliamente considerada la obra maestra del cine y posiblemente el filme sobre el que más se ha escrito en toda la historia: El acorazado Potemkin (1925).
Con tan sólo 26 años, nadie experimentó con tantos elementos para filmar antes que Eisenstein en esta película sobre el amotinamiento de una tripulación contra los oficiales de la armada zarista. La fotografía desenfocada, plataformas móviles y pantallas reflejantes, entre otros recursos, hicieron de sus míticas escenas hitos del lenguaje cinematográfico y uno de los mayores logros del cine mudo.

Andréi Tarkovski
Andréi Tarkovski se pensaba a sí mismo como un poeta del cine y la poesía se relaciona a su obra en múltiples formas. Genio inclasificable, de inteligencia poderosa y sensibilidad metafísica, realizó tan sólo 7 largometrajes, pero ésos bastaron para cimbrar las rígidas estructuras del cine soviético y para establecerle como el director ruso más estudiado y venerado de la historia del cine.
Inició su carrera en la década de los sesenta, en medio de una crisis del cine estadunidense y una vanguardia del cine europeo después de la gran guerra. En ese contexto, Tarkovski concibió una visión que apela a una poética de otros tiempos y reinventa a los géneros cinematográficos. Rechazó la visión de Einstein sobre la imagen como un medio para transmitir una idea y con ello los principios del montaje.
Su primera película, La infancia de Iván (1962), mostró las bases esenciales de toda su obra. Podría decirse que se trata de una cinta de cine bélico (género de larga tradición en el cine soviético), pues se trata de la experiencia de un niño de 12 años huérfano en medio de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo su relato no se centra en los enfrentamientos o el desarrollo de la guerra en sí y, en cambio, va tras los instantes de pausa, los detalles del horror a través de la mirada de un niño.
Aleksandr Sokúrov
Ficción y documental convergen en el cine de Alexander Sokúrov (1951), el cineasta considerado el virtual sucesor de Andréi Tarkovski (a quien conoció en los setenta, para convertirse en uno de sus grandes amigos y alumnos).
Es autor de 23 documentales y 11 películas de ficción, pero es sobre todo famoso por haber filmado el primer largometraje sin montaje en la historia, es decir, grabada en un solo plano continuo de 90 minutos: El Arca Rusa (2002).
Rodada en video de alta definición en el actual museo Hermitage de San Petersburgo, esta película te hace sentir el protagonista de un recorrido por la historia rusa (gracias a una permanente cámara subjetiva) mientras te adentra en las salas del antiguo Palacio Imperial. Con la guía de un bizarro y anacrónico francés, este trayecto se despliega como un viaje por el tiempo, mientras te vuelve testigo de algunos de los acontecimientos y personajes más significativos de la historia de Rusia.
Andrey Zvyagintsev
Rápidamente Andrey Zvyagintsev (1964) se ha convertido en uno de los directores más respetados del cine ruso e internacional. Tras su primera película, El regreso (2003), que le valió un León de oro en el Festival de Venecia, no ha parado de cosechar aplausos de la crítica, ni repudios del gobierno de su país, pues suele basar sus tramas en una aguda crítica a la corrupción generalizada, el egoísmo, de castas, de los falsos mitos “positivos” del pasado soviético y de la actual corrupción que corroe a Rusia.
Su último filme, Sin amor (2017), se alzó con el Premio del jurado en Cannes el año pasado y fue nominada como Mejor Película de Habla No Inglesa en los Golden Globes y los Óscar. Éste habla de un matrimonio roto, que ensimismado en su desprecio pasa desapercibido por completo a su hijo.