Para dar la vuelta

La vuelta al mundo en 150 juguetes

Alan Cruz
Gaceta Nº 243 - 17 de septiembre, 2025


Si lo pensamos bien, los juguetes son más que objetos para pasar el tiempo, entretenerse y divertirse. Están cargados de significados, historias y símbolos que nos hablan de la cultura y el contexto en los que fueron creados. Un trompo, por ejemplo, no solo es un reto de coordinación, es también un objeto que reúne a niños en la calle, usado en ocasiones para competir y ver cuál de ellos gira por más tiempo. Este juguete ha marcado momentos de convivencia comunitaria y, a su vez, refleja la tradición artesanal de quienes lo fabrican. Una muñeca no es únicamente un accesorio de juego, también puede representar el reflejo de cómo cada sociedad imagina la niñez, el género o incluso la vestimenta y la vida cotidiana. Hasta un carrito de madera o un tren en miniatura tienen detrás un relato sobre la época, los oficios y los sueños de quienes los imaginaron.

Los juguetes son, en pocas palabras, una especie de cápsula del tiempo. Están en todas partes, pero cada país, cada región y cada época les da un sentido distinto. En ellos podemos apreciar la creatividad de un pueblo, imaginarnos la forma en que se educa, lo que se considera importante para crecer o aprender, e incluso, conocer los estereotipos que existen en cada región. No es lo mismo un juguete de tela hecho en comunidades indígenas, que uno de plástico fabricado en serie, y ambos, de distintas maneras, nos cuentan cómo ha cambiado el mundo y cómo se transforman nuestras infancias.

Además, los juguetes tienen la capacidad de unir generaciones. Muchos de nosotros conservamos recuerdos de infancia ligados a un objeto muy sencillo: una pelota, un rompecabezas, los muy conocidos tazos, tarjetas e incluso algún muñeco que ha pasado de generación en generación. Son piezas que, aunque pequeñas, guardan emociones enormes. Por eso, hablar de juguetes es también hablar de memoria, identidad y la capacidad de imaginar. En un trompo, una muñeca o un juego de mesa hay un pedazo de historia que ha trascendido fronteras.


Una exposición para volver a jugar


Ahora, con esta perspectiva, en esta edición de Para dar la vuelta, visitamos el Museo Nacional de las Culturas del Mundo que nos invita a descubrir la exposición La vuelta al mundo en 150 juguetes, un recorrido único que reúne piezas de distintos países y épocas, mostrándonos cómo y con qué se ha jugado en diferentes rincones del planeta. Aquí, los juguetes dejan de ser meros accesorios de infancia para convertirse en ventanas a otras culturas.

La muestra presenta una colección diversa, desde muñecas tradicionales hasta juegos de ingenio, desde piezas artesanales de madera hasta objetos que nos recuerdan la llegada del plástico y la producción en masa. Cada juguete expuesto revela cómo los niños de otras latitudes aprendían, soñaban y se divertían, y también nos abre el panorama para imaginar cómo sus familias y comunidades entendían el acto de jugar. La selección permite ver cómo las formas, materiales y colores varían de un continente a otro, pero también cómo el juguete es una constante que nos conecta a todos.

El recorrido es sorprendente, puedes encontrar juguetes que van desde África hasta Asia, pasando por América Latina y Europa. Cada vitrina es un viaje en miniatura. Las muñecas japonesas, por ejemplo, con sus detalles delicados, contrastan con los juguetes de barro de comunidades mexicanas, los caballitos de madera europeos se miran frente a los coloridos juegos andinos elaborados con fibras naturales. Este contraste tan marcado en los juguetes de cada región nos recuerda que, aunque diferentes, todos compartimos el mismo impulso de jugar y crear.


Jugar es también aprender


Además de su atractivo visual, la exposición tiene un valor educativo profundo. Cada pieza cuenta una historia que nos ayuda a entender el contexto en el que fue creada. Un juguete de madera puede abrir la conversación sobre los oficios tradicionales o un rompecabezas antiguo puede hablarnos de cómo se entendía la educación en otra época, una muñeca con vestimenta típica también nos enseña sobre la importancia de la identidad y la representación cultural.

El recorrido también muestra cómo los juguetes han cambiado con el paso del tiempo, desde aquellos hechos con materiales naturales y reciclados hasta los más sofisticados con mecanismos o pilas. En ese cambio también se reflejan las transformaciones sociales, tecnológicas y económicas de las últimas décadas. Es una oportunidad para pensar en cómo hemos pasado de jugar en la calle con lo que había, a tener juguetes digitales que viven en una pantalla. Y en ese tránsito, cada generación encuentra un espejo de su propia infancia.

La exposición también invita a reflexionar sobre el papel del juego en el desarrollo infantil. Más allá de la diversión, los juguetes enseñan a compartir, a respetar reglas, a trabajar en equipo y a desarrollar habilidades motoras y cognitivas. Cada cultura ha entendido esto a su manera, y eso queda plasmado en la variedad de objetos que componen la muestra.


Nostalgia y descubrimiento


Lo interesante de esta exposición es que no está pensada solamente para los más pequeños. Los adultos encontrarán en ella una fuerte carga de nostalgia, la posibilidad de reconocer en vitrinas objetos similares a los que tuvieron en casa, o descubrir aquellos con los que soñaron y nunca pudieron tener. Es un viaje que despierta sonrisas, memorias y sobre todo, un redescubrimiento del valor emocional y cultural del juego.

Esta muestra también es un espacio de descubrimiento para quienes se acercan por primera vez a juguetes de otras culturas. Ver cómo en otro país se fabricaban muñecas, trompos o figuras de barro, nos abre a la idea de que el juego es diverso y que refleja mundos que a veces nos parecen lejanos, pero que tienen ciertos puntos en común con los nuestros.


Date la vuelta


Así que ya lo sabes, si quieres viajar por el mundo sin salir de la ciudad, esta exposición es una parada obligada. La vuelta al mundo en 150 juguetes es mucho más que una colección, es un homenaje a la creatividad, a las infancias y a la diversidad cultural que se expresa en el juego. Es una invitación a mirar con otros ojos esos objetos que marcaron nuestra niñez y que siguen marcando la de las nuevas generaciones.

El Museo Nacional de las Culturas del Mundo, ubicado en Moneda 13, Centro Histórico de la Ciudad de México, abre sus puertas de martes a domingo de 10:00 a 17:00 horas para que descubras esta experiencia única y lo mejor de todo es que es gratuita. Tienes hasta el 31 de octubre para visitarla y no importa si vas en familia, con amigos o incluso solo, saldrás con una sonrisa en la cara al explorar las culturas del mundo a través de estos objetos que conectan a todas las personas, los juguetes.


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