Por: Rebeca Avila

Temporada de huracanes, lo sórdido de la marginalidad

La escala más alta del violentometro, el barómetro gráfico y didáctico que consiste en visualizar las diferentes manifestaciones de violencia que se encuentran ocultas en la vida cotidiana de las mujeres, tan normalizadas que son difíciles de reconocer, va desde las bromas hirientes y mentiras, pequeños gestos que por mucho tiempo han permanecido inofensivos, hasta graduar en la peor de las atrocidades contra las mujeres: el feminicidio.

La escena inaugural de Temporada de huracanes, cinta estrenada este noviembre de 2023 y dirigida por Elisa Miller abre de la misma manera que la novela, del mismo nombre, en la que se basa. Escrita por Fernanda Melchor en 2017, esta obra literaria de género muy acercado al policial nos dibuja el paisaje de un México sumido en la inmundicia moral y económica. En ambas versiones, la fílmica y la del libro, la historia comienza con crudeza, cuando tres adolescentes, que corren por el cerro jugando, encuentran el cuerpo putrefacto de la Bruja flotando a orillas del río. No hacen falta muchas pesquisas, las múltiples heridas en su cuerpo son seña de que fue asesinada y los culpables son revelados casi de inmediato. Lo que queda por descubrir en esta trama es el móvil de los victimarios y mientras tanto se van asomando todas las atrocidades que suceden en el poblado de La Matosa, un lugar, como quien dice, dejado de la mano de Dios.

La cinta de Miller, que se estrenó en Netflix y que actualmente está en cartelera de la Cineteca Nacional, condensa en 1 hora y 30 minutos la densidad de detalles que escribe Melchor en esta historia, donde una violencia desmedida lo carcome todo y sumerge a los protagonistas en una miseria que abarca todos los sentidos: viven entre la pobreza, la inmundicia, la infelicidad y la maldad. A pesar de su aparente corta duración, la intensidad de las secuencias y las actuaciones logran hacer justicia a la novela, aunque a ratos se extraña la honestidad del lenguaje de Melchor.

En este Top Cine, desglosamos esta historia a partir de los diversos tipos de violencia que sufren las mujeres en Temporada de huracanes, que es, por desgracia, la de muchas más. Advertencia: si no te has cruzado con la novela de Fernanda Melchor, es posible que aquí encuentres algunos spoilers.


Feminicidio


La relación entre víctimas y victimarios es tan estrecha en esta historia que no es de extrañar cuando el feminicidio es el punto de partida de todo el meollo. La Bruja, como le dicen en el pueblo, es una mujer trans a la que antes le llamaron Brujita, cuando su madre, la Bruja grande, aún vivía. Y ésta, a su vez, nunca la llamó por su nombre, ni mucho menos por algún apodo de cariño, todo fueron palabras hirientes y peyorativas. Nunca, ni cuando fue llevado su cuerpo inerte a la policía, supieron darle un nombre. Ni una muestra de afecto sincero tuvo. Cuando ella ocupa el lugar de su madre y debido a los trabajos rituales que realiza y una jugosa herencia, según los habitantes de la Matosa, es que ésta, nuestra primera víctima, tiene fama de llevar a adolescentes a su casa y organizar fiestas donde la droga circula igual o con más abundancia que el alcohol. Mientras los hombres que acuden en grupos (nunca mujeres) dan rienda suelta a sus instintos sin atreverse a aceptar, muchos de ellos, su preferencias y orientación sexual. Aquí prevalece el tabú y estar con chotos, como les gusta decirles a homosexuales y trans, se vale y la hombría no está en juego mientras el hombre sea el ultrajante y no el ultrajado.


Prostitución


En un lugar sin oportunidad alguna de escapar, a muchas no les queda más que sobrevivir. Las malas mujeres de toda la historia, las de la perdición, las que ofrecen sus caricias a cambio de dinero, de esas en La Matosa las hay de todo tipo, madres, hermanas, que se cuidan entre ellas ya que no queda de otra ante el poder de quien regentea el jugoso negocio de la prostitución, de los tugurios. Mujeres que se encuentran cautivas, algunas sin aceptarlo, de un sistema que se beneficia de la explotación de sus cuerpos. Algunas dicen estar ahí por su propia voluntad y otras son cazadas, perseguidas, como ciervos, por rapaces depredadores.


Pornografía


Cuánto daño le ha hecho la pornografía a nuestra mala educación sexual. Ahora resulta peligrosamente muy sencillo acceder a ella a través del internet, pero en este lejano pueblo veracruzano los consumidores asisten a los puestos ambulantes esperando las novedades. Uno de estos jóvenes, de temperamento violento, hijo de una madre divorciada que los incita a ir a la iglesia, tiene una visión distorsionada de lo que es el sexo, de los límites, de lo sano o lo que es una filia. Su exposición a estos contenidos y las fiestas en casa de la Bruja harán que se sienta alejado y hasta asqueado de sus propios deseos.


Abuso sexual


Tanto en la novela como en la cinta una de las voces a través de la cual se cuenta esta cruenta historia, es la de Norma, una adolescente foránea que llega al desafortunado lugar de La Matosa sólo porque el autobús en el que iba, escapando de otro lugar desafortunado, la abandonó en medio del camino. Es entonces cuando, además de ser perseguida por la banda de un padrote, la descubrimos embarazada. Y pronto se sabe que el hijo es producto de una violación que se dio, como en muchos casos, en el erróneamente seguro seno familiar. Además, Norma no quiere ser madre, porque esto le recuerda que, desde niña, ha tenido que sacrificar su infancia por estar al cuidado de otros como ella.


Derechos reproductivos


Y una cosa lleva a la otra, y cuando se habla de información, de protección a las víctimas y de derechos reproductivos por los que en las grandes urbes creemos que tenemos la batalla librada, se nos olvida que en otros sitios no hay acceso a estos y que las mujeres buscan alternativas a sus infortunios cayendo en manos que, si bien no buscan hacerles daño, tampoco son un apoyo seguro. Y cuando estas van a parar a un hospital por una mala práctica reciben la atención más ruin y deshumanizada del mundo, donde en lugar de ser vistas como víctimas resultan ser las victimarias.


Victimarias


En La Matosa los sanguinarios y los de la ley son los hombres. Pero la crueldad se reproduce y en la casa de una familia respetable una mujer de la tercera edad acoge a sus nietas mientras aplasta su espíritu, sobre todo el de Yesenia, al que le dice la Lagartija “por fea y flaca”. A ella, que la cuida y se dedica a las tareas del hogar, es a la que más echa en cara el tenerla viviendo en su casa. A ella, que lo único que le gusta es su largo y lacio cabello negro azabache, se lo destroza cuando se atreve a injuriar contra su primo, que es hombre.


Temporada de huracanes con guion de Elisa Miller y Daniela Gómez, y fotografía de María Secco, que traslada la sordidez del paisaje de La Matosa de Melchor a la pantalla grande, cuenta con las impactantes actuaciones de un elenco en su mayoría debutante, entre los que destacan Edgar Treviño, Andrés Córdova, Kat Rigoni, Paloma Alvamar, Conchi León y Ernesto Meléndez. Suena a multinominaciones al Ariel 2024.