Se llamó moro o morisco al musulmán converso por fuerza al catolicismo entre los siglos XV y XVI en España, momento en que la Madre patria –antes de descubrir al llamado Nuevo Mundo− salía de una dominación islámica que duró casi ocho siglos y que impregnó su cultura de una manera definitiva. Con la conquista y colonización, esta herencia también fue transmitida a Latinoamérica.
En el imaginario mexicano el moro da cara al diablo: aquel de faz enrojecida, barba y cejas pobladas sospechosamente semíticas, cuyo baile no puede faltar en las procesiones de la iglesia. Para echar luz sobre esta dimensión mudéjar de nuestra cultura, el espectáculo coreográfico Moros desteje la trenza de la identidad mexicana para volver a trenzarla incluyendo la raíz árabe-andalusí.
En este Para dar la vuelta te contamos por qué no debes dejar pasar la oportunidad de asistir a las dos funciones de Moros. Resonancias de un México andalusí el sábado 9 de diciembre, a las 19:00 horas, y el domingo 10, a las 18:00 horas; en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo del Centro Cultural del Bosque.
Para más detalles consulta: https://inba.gob.mx/actividad/12397/moros-resonancias-de-un-mexico-arabe-andalusi