Por: Manu Portillo

Jimi Hendrix y la experiencia de un sonido de libertad

Por más de 50 años el mundo ha disfrutado de la genialidad de un músico que siempre buscó crear piezas lejanas a los sonidos tradicionales, combinando géneros que en principio parecía que no podían unirse, todo mientras experimentaba con los límites del sonido y el potencial de una guitarra eléctrica. El legado de Johnny Allen Hendrix, mejor conocido como Jimi Hendrix, es uno que ha influenciado a millones de músicos a través de generaciones por su icónica propuesta que quedó marcada en la historia.

La carrera de Hendrix como superestrella fue efímera, sólo cuatro años en la cima de la escena del rock mundial en una época conflictiva y en la que el mundo no lograba encontrar su equilibrio. Muchos conflictos y el nacimiento de géneros dentro de la escena del rock hicieron de la Jimi Hendrix Experience una propuesta liberadora que se adecuó de manera perfecta a la libertad emocional deseada por un público que sufría de un mundo extraviado. A 53 años de la terrible pérdida de un talento generacional, dedicamos esta Pantalla sonora al recuerdo de lo que hizo de Jimi Hendrix una leyenda atemporal de la música y de la cultura global.


Andar hasta encontrar tu lugar

El camino de Hendrix dentro del mundo musical comenzó a sus 15 años con una guitarra acústica de segunda mano que compró por apenas 15 dólares. Poco tiempo después y con muchas horas de práctica bajo sus dedos, se uniría a su primera banda The Velvetones, proyecto en el que no lograba destacar debido a que su guitarra acústica se perdía detrás de los demás instrumentos; situación que le dio motivos suficientes para querer una guitarra eléctrica.

Un par de años después, Hendrix tuvo que enlistarse en el ejército norteamericano, pero este movimiento no detuvo su desarrollo musical, ya que pudo seguir tocando en los cuarteles. Al poco tiempo, el músico fue relevado de su servicio para volver a casa a consecuencia de no ser un gran soldado y una lesión de tobillo. Tras su corto paso por el ejército, Hendrix comenzó a buscar oportunidades en ciudades como Tennessee y Nueva York, donde encontraría a distintas bandas y artistas de r&b quienes sólo lo dejarían desarrollarse como músico de acompañamiento, creando gran frustración dentro de él.

Durante este periodo, Hendrix trabajó con nombres como Tina Turner, Sam Cooke, The Isley Brothers y Little Richard, pero su frustración lo llevó a crear su propio proyecto en 1965, Jimmy James and the Blue Flames, lo que lo hizo tomar por primera vez el rol protagónico sobre un escenario. Aunque no fue hasta 1966, y después de conocer a Charles Chandler, cuando tuvo la oportunidad de crear la Jimi Hendrix Experience junto al baterista Mitch Michell y el bajista Noel Redding, músicos con los que conformaría un trío de fantasía por la gran conexión sobre el escenario, lo que llamaría la atención de la escena y los haría el proyecto más interesante de la época. De este punto en adelante, el mundo conocería lo que las manos de Jimi Hendrix podían hacer con la libertad que habían ganado.


La innovación y emocionalidad como principal carta de presentación

Hendrix siempre fue un hombre que gustó de experimentar con su sonido y de añadir elementos que le hicieran sonar de manera única. Sus constantes viajes y encuentros con grandes figuras de la música lo hacían descubrir nuevos elementos que podía agregar a su propuesta, integrando un gran número de pedales de efecto y amplificadores que llevaban su música hasta el punto que él deseaba.

Pese a lo anterior, la búsqueda de Hendrix de ser reconocido como un gran músico no sólo llegaría como respuesta a su gran experimentación con la guitarra, sino que también lo haría por la emoción con la que tocaba durante sus presentaciones y grabaciones. Esto último no era algo nuevo para el mundo, pero en el caso de Hendrix era especial por la entrega que tenía con el público y con su arte.

El ver a Jimmi Hendrix sobre un escenario dejaba de ser un concierto -y haciendo honor al nombre del proyecto- se volvía una experiencia invaluable que nadie quería perderse. Experiencia que, en un principio, sólo podía llevarse a cabo con la ayuda de Mitch Mitchell y Noel Redding como acompañantes, ya que fueron ellos quienes terminaron de ayudar a Hendrix a consolidar su sonido durante los primeros meses de grabaciones y ensayos. Durante una entrevista posterior a un concierto en la Universidad de Clark en Massachusetts, Jimi Hendrix comentó lo siguiente:

“Llevamos sólo como 15 meses tocando juntos, pero cada uno por separado sonaba perdido. Es interesante lo diferente que sonábamos separados y lo bien que sonamos juntos. Esto apenas comienza y nosotros apenas estamos calentando”.

Hendrix dejó de ser el músico que se quedaba en las sombras del escenario para convertirse en el referente de los mismos artistas que alguna vez habían limitado su potencial creativo. Artistas de alto renombre comenzaron a seguir la carrera Hendrix por su manera de ejecutar un espectáculo, lo que rápidamente lo convirtió en uno de los grandes showmans del género.

Artistas como Frank Zappa y Paul McCartney, en algún momento de su carrera se declararon seguidores del enérgico proyecto de Hendrix, y lo apoyaron a dar el último paso hacia el estrellato, compartiendo algunos trucos para la modificación del sonido de la guitarra con los pedales (Zappa), o consiguiendo una presentación en uno de los festivales más importantes de aquella época en Estado Unidos (McCartney).


Un escenario, una audiencia, una guitarra y un sentimiento

Cuando recordamos la imagen de Jimi Hendrix y sus conciertos legendarios, lo primero que puede llegar a nuestra mente es su fabulosa presentación en Woodstock 69, pero la realidad es que este concierto, pese a tener la etiqueta de mítico, no alcanzó los niveles de impacto que se debían alcanzar. Su presentación se retrasó por horas, lo que resultó en que el artista y su Experience subieran al escenario la mañana del lunes, cuando casi no quedaba nadie de una audiencia máxima que llegó a alcanzar los casi 500 mil espectadores. Pese a lo anterior, los pocos asistentes que se mantuvieron fuertes y resistentes ante un fin de semana caótico lleno de lluvia, lodo y escasez de comida, pudieron disfrutar de una presentación que quedará para la historia como uno de los grandes conciertos del guitarrista.

Sin duda, el de Woodstock 69 es uno de los más recordados en la carrera de Hendrix, pero no le hace total justicia a su espectacularidad sobre el escenario, ya que podemos recordar otros momentos que tuvieron más mérito para colgarle la etiqueta de artista consolidado dentro de una escena cambiante y que se encontraba explotando el máximo potencial de la psicodelia. Por ejemplo, en el Monterrey Pop Festival de 1967 celebrado en California, cuando rompió por primera vez una guitarra sobre el escenario antes de prenderle fuego a manera de sacrificio por el gran concierto que había ejecutado junto a su banda, dejando para la historia una gran primera presentación en Estados Unidos. En este festival, la Jimi Hendrix Experience compartió escenario con Janis Joplin, The Who, The Mamas and the Papas, entre otros nombres históricos.

La experiencia se volvió un acto de culto, un acto en el que se podía observar a un músico liberado de la monotonía sonora de ejecutar un solo género. Todo esto, debido a que el guitarrista de Seattle tomó elementos del blues, r&b, rock inglés y soul, para crear un estilo ecléctico y que definiría una gran parte de la psicodelia de finales de la década de los 60. Hendrix dejaba de tocar y comenzaba a sentir; cada acorde era una emoción nueva, y tanto él, como la audiencia, mantenían una conversación en la que todas las emociones se experimentaban hasta su punto máximo.

Desde su primer concierto, hasta el último, Hendrix siempre buscó dejar todo sobre el escenario con una ejecución perfecta y casi obsesiva, elemento que al final de su vida le comenzaría a traer muchos problemas personales y con sus compañeros de grupo, pero que siempre alimentó su legado como una de las más grandes estrellas del rock mundial.