Que al pensar en México se piense en los trajes de china poblana y los trajes de charro al ritmo de sones jaliscienses es una situación que podemos atribuirle a Amalia Hernández, bailarina y coreógrafa que fundó el Ballet Folklórico de México, mismo que hoy en día lleva su nombre.
Naturalmente, hablar de danza folklórica es un tema que incita al conflicto por las diferentes representaciones que se le han dado a este tipo de danza. Salen a la luz discursos que cuestionan la tradición y originalidad de los bailes puestos en escena, el uso del vestuario, los movimientos ejecutados y el sitio en el que se presentan. El Ballet Folklórico de Amalia Hernández es uno de los más conocidos en el medio artístico -también uno de los más juzgados-, pero sin duda, un referente de la cultura mexicana en la puesta internacional.
En este texto de Con-Ciencia te hablamos un poco sobre el contexto de la danza mexicana y el papel que tuvo Amalia en la difusión del folklore mexicano.
Una vez que Amalia decidió dedicarse a la danza, estuvo influenciada por las corrientes culturales que conformaron este ambiente artístico. Una transición que partió de la búsqueda de identidad nacional a través de la danza folklórica, donde se buscaba recuperar la esencia de lo tradicional, retomando rasgos de la danza clásica. En ese proyecto se encontraban figuras como Nellie y Gloria Campobello, Hipolite Zybine, Rafael Diez y Evelyn Heasting.
En la década de los 40 se comenzó a desarrollar el surgimiento de la danza moderna en México, este campo se construyó con la influencia de la perspectiva extranjera con la cual se formaron planes de estudio que guiaron a grandes bailarines, quienes más adelante difirieron con los métodos de enseñanza. La llegada de las bailarinas Anna Sokolow y Waldeen construyó un legado junto a otras grandes personalidades del mundo dancístico que se complementa con la gestión de Miguel Covarrubias como director de la Escuela de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes, institución que impulsó la transición de la danza moderna a la contemporánea.
Amalia Hernández fue una de las bailarinas que egresó de la Academia Mexicana de la Danza, fundada por las hermanas Nellie y Gloria Campobello. Su intención de dar difusión a este tipo de danza la llevó a crear en 1952 el Ballet Folklórico de México, el cual es reconocido internacionalmente en la actualidad. En su momento, recibió oportunidades de presentarse en diferentes países al volverse foco de interés para el departamento de turismo en México, tuvo el apoyo del entonces presidente Adolfo López Mateos y consiguió que el Instituto Nacional de Bellas Artes programara funciones los domingos en el Palacio de Bellas Artes.
Amalia, de alguna manera, fue la consumación de los distintos procesos que experimentó la danza mexicana, ya que su espectáculo no sólo es una puesta en escena, es una producción que requiere de coreógrafos, bailarines, estilistas, investigadores, entre otras personas que hacen posible la muestra del folklore mexicano en una versión artística.
Parte de las críticas que recibe este ballet es porque sus representaciones no son fieles a las danzas regionales, pero muchas veces se olvida, o se desconoce, que parte de la difusión, e incluso el rescate de varias danzas, implicó montar versiones adaptadas al de su lugar de origen. Todo esto en un momento diferente de la historia, con tradiciones y usos y costumbres muy diferentes que hoy por hoy se conservan como antecedentes culturales que ya no se practican en las comunidades en las que nacieron.
La danza mexicana se encuentra difusa en el imaginario social, ya que constantemente el único acercamiento que se tiene con este campo son los bailes que se presentan en los festivales escolares. Es común que se difiera con las propuestas que no vayan acorde a lo que se suele presentar como parte de lo regional mexicano o lo que se concibe como tal. Es importante ser consciente de que existe la oportunidad de hacer de la danza un espacio artístico en el que se monten nuevas propuestas y que apareció desde el momento en el que se comenzó a buscar la institucionalización en la danza mexicana.
Muchas veces se olvida que el arte se transforma junto con la sociedad y hay quienes tienen la oportunidad de presenciar o formar parte de un ballet de danza folklórica, pero también están quienes conforman los grupos colectivos locales, y aunque no hay reglas sobre cómo ejecutar este tipo de danza, es fundamental valorar las propuestas que no van del todo con lo percibido como tradicional. Se puede estar de acuerdo con la puesta en escena que hace el Ballet Folklórico de México o no, pero lo cierto es que Amalia Hernández influyó en gran medida a posicionar a la danza mexicana en los escenarios internacionales.