Por: Frida Rosales

Teatro de revista, comedia a la mexicana y Wilhelmy de Guayaba

La ya apaciguada Revolución de 1917 trajo consigo cambios en el teatro nacional, ámbito que se las veía negras tras la demanda de un pueblo sacudido por la violencia que anhelaba divertirse y reírse de sí mismo, así como de las dictaduras reinantes. En este contexto, surge el teatro de revista protagonizado por destacados personajes como Leopoldo Beristáin El Cuatezón, Lupe Rivas Cacho o el mismo Mario Moreno Cantinflas, entre otros, y se crea un espacio en donde el sentido del humor era el personaje principal de las puestas en escena de carácter político-burlesco.

La participación de la mujer en la comicidad (como suele ser costumbre en el resto de los ámbitos) no fue tan reconocida al inicio debido a las restricciones morales de la época y otros factores de carácter social. Sin embargo, las cómicas fueron quienes al final se llevaron los aplausos del público tras ingeniosas provocaciones, audaces insultos y actitudes desenfrenadas para la época y para el medio.

Así, en medio de un México hastiado por la violencia y deseoso por la comedia, surge de entre las carpas un nombre que por nombre dice poco, o casi nada, de quien fue una de las figuras más emblemáticas de la comedia mexicana durante el cine de oro nacional, Amelia Wilhelmy, o lo que es más familiar, La Guayaba de La Tostada, quien nació un 29 de mayo de 1900 y cuya vida y obra estaremos repasando en el Top Cine de esta nueva edición de Gaceta 22.


Una prueba arriba del escenario



Día tras día, noche tras noche, modestas figuras en el escenario de barriada desfilaban una tras otra; ahí, entre carpas, gracia y naturalidad, una figura de tan sólo seis años debutaba en el teatro Escobedo de Guaymas, Sonora: Amelia Wilhelmy.

Habría que ver a un público llenando las butacas, que, con cada aplauso guardaba para sí un arte de aquellos formidables espectáculos, para dimensionar el carisma de Wilhelmy. Estos reconocedores de lo que noche tras noche sucedía en los teatros, acompañaron a Amelia cerca de 22 años, hasta que Roberto Soto El Panzón la vio actuando en el escenario. Cautivado por su humor y talento, la invitó a participar en su puesta en escena Así se gobierna, donde el teatro María Guerrero sería testigo del personaje de Juan Mariguano, mismo que catapultó a la sonorense a la fama.


Nosotros los pobres (1948) y Ustedes los ricos (1948)

A todas estas gentes sencillas y buenas, cuyo único pecado es haber nacido pobres… va mi esfuerzo. Así, el director Ismael Rodríguez abre una de sus cintas más exitosas. Con personalidades como Pedro Infante y Blanca Estela Pavón en los créditos y con poco más de tres minutos de empezada la película, Amelia Wilhelmy pasa a la inmortalidad con su personaje de La Guayaba, una teporochita acompañada de su siempre leal cómplice de copas, La Tostada (protagonizada por Delia Magaña); este dúo, creado en 1946 por Ismael Rodríguez y Pedro de Urdimalas, hizo reír por su comportamiento desprovisto de vergüenza y por sus cómicas intervenciones, que le bastaron tan sólo dos apariciones en la pantalla grande (la segunda siendo la secuela Ustedes los ricos), para ser recordada como una de las mejores actrices del cine de oro mexicano.

La cinta que, entre frase y frase, lleva a la audiencia al encuentro de una fiel estampa de estos personajes de nuestros barrios pobres narra la historia de una vecindad de la Ciudad de México, donde Pepe El Toro, un humilde carpintero, es acusado de una injusticia que no cometió, por lo que comienza una dura batalla para demostrar su inocencia en este clásico del cine nacional que brinda un espacio de identidad social ante el ojo crítico de su director.




A.T.M. A toda máquina! (1951)



En esta cinta protagonizada por Pedro Infante y Luis Aguilar, Ismael Rodríguez regresa a la comedia mexicana con el agente de tránsito Luis, quien tras hospedar al vago Pedro tiene que lidiar con su revoltoso huésped. Pedro ingresa al servicio de tránsito como barrendero y rápidamente asciende a motociclista. A partir de ese momento, los dos amigos comparten hazañas, acrobacias, canciones y una relación amor-odio llena de enredos y equívocos románticos.

A su vez, es en esta cinta en donde Amelia hace su última demostración en pantalla grande con una pequeña aparición especial caracterizada como una viejita que se cruza un alto; su única justificación ante tal falta cívica es haber dejado la olla exprés en la lumbre.

A estas cintas, se les suman los títulos de La oveja negra (1949) y No desearás la mujer de tu hijo (1950) como principales testigos del trabajo de Wilhelmy, sin embargo, su corazón y alma quedaron en cada uno de los escenarios en los que llenó las butacas de risas, aplausos y lágrimas de aquellos que tuvieron la oportunidad de vivir los inicios de la comedia en manos de los precursores de este género.