Por: Alexis Puentes

George Méliès, el creador de las reglas de un arte no definido

La historia sobre el nacimiento del cine es bastante curiosa debido a que este se pensó como un experimento científico destinado a ayudar a la medicina y a la biología, pero en el transcurso de unos años se fue perfeccionando a causa de la carrera que emprendieron varios investigadores por obtener el instrumento ideal que les diera el resultado de poder capturar una serie de imágenes para dar la impresión de movimiento.

Dicha innovación únicamente tenía la intención de registrar la realidad y archivarla, no se pensaba en darle una línea narrativa o contar historias que llevaran a los espectadores a mundos imaginarios en donde la lógica de nuestra existencia real y palpable no tiene mayor importancia; Marie-Georges-Jean Méliès fue el ilusionista que se atrevió a romper con estos paradigmas jugando con la técnica del recién nacido séptimo arte, a tal grado de darle un sentido y convertirlo en espectáculo. Este francés creó lo que hoy conocemos como industria cultural y puso las bases de lo que entendemos como géneros cinematográficos, por ello es considerado el padre de los efectos especiales y a 85 años de su muerte continúa inspirando a varios realizadores cinematográficos.

Actualmente contamos con una infinidad de proyectos audiovisuales para todo tipo de gustos, vamos al cine o tenemos el lujo de contar con el mando a distancia y esto nos permite gozar de distintas producciones como si se tratara de un menú a la carta, pero para comprender cómo llegamos a este punto de disfrutar este tipo de beneficios hay que partir del origen del propio cine y cómo este se configuró a partir de la realidad formando lo que es la ficción y la no ficción.

Si bien todo cine es ficción, en lo que al menos a montaje o puesta en escena respecta, hay autores que exponen que no toda ficción es documental; pero lo que si podemos decir es que hay ciertas características que ambas formas de realización comparten. Primero, el cine de no ficción es una referencia de lo que es el mundo real, me atrevería a decir que funciona como espejo y a la vez como ventana, porque es el reflejo del director (desde su ideología) y funciona como herramienta para que nos acerquemos, desde el punto de vista como espectador, a observar con detenimiento esa realidad que nos desean plasmar.

Segundo, el cine de ficción es aquel que ofrece algunas realidades posibles y aunque la ficción está basada en el mundo real, ya sea porque se inspira en personas, se recurre a lugares para que la historia tome fuerza o se basa en hechos reales, esta no deja de tener una estructura en su narrativa. Por ello es necesario precisar que ambas formas de realización comparten ciertas características que las separan y que también las unen, por eso es común escuchar que existe una línea muy delgada entre ambas. Por esta razón es que resulta bastante complejo y contradictorio definir o categorizar al cine de no ficción y el de ficción, pero lo que resulta aún más atractivo es la forma creativa de tratar la realidad y la conexión que se establece con el espectador.

Georges Méliès marcó estos parámetros para la realización cinematográfica que a nuestros días siguen inspirando a más realizadores, fue capaz de unir dos artes: cine y teatro, se dedicó en cuerpo y alma a realizar su sueño de compartir historias valiéndose de su creatividad, imaginación y del naciente séptimo arte. En este Top #CineSinCortes rendimos homenaje al creador de las reglas del juego, pues a final de cuentas vamos al cine o vemos películas por entretenimiento y también para conocer otras perspectivas, para comprender otras posturas o para construir nuestro propio imaginario social y esto es porque hombres como Georges Méliès lo hicieron posible. Falleció el 21 de enero de 1938 en el hospital Léopold Bellan de París y sus restos descansan en el cementerio de Père-Lachaise.


El debate entre la ficción y la no ficción

De aporte científico a primeros registros de la imagen en movimiento para simplemente ser archivados; Méliès asistió a una demostración de Auguste Lumière y de inmediato se interesó por esta nueva técnica arriesgándose a ir más allá de lo real y sin pensarlo formó un nuevo género: la ficción. En un inicio quería comprarle a los Lumière su reciente invento: el cinematógrafo, estos no aceptaron debido a que este aparato estaba pensado para ayudar a la medicina y la biología, manifestaban que él simplemente quería sacarle provecho a la patente y tampoco querían que les representara competencia; pero el mago no se rindió y viajó a Inglaterra en donde compró un quinetoscopio a otro inventor llamado William Paul, el éxito de dicho artefacto radicaba en que contaba con la posibilidad de proyectar sobre una pantalla la imagen en movimiento, algo que Edison, el creador original, nunca consideró. Dato curioso, Méliès modificó este dispositivo para convertirlo en una cámara y así fue como comenzó a rodar sus películas; pero ahora se enfrentaba a la ausencia de la máquina que le sirviera como proyector de sus creaciones.

Algunos teóricos, a no decir que todos, mencionan que es complejo definir qué es el cine de no ficción y el de ficción; concuerdo con esto, pero resulta muy necesario distinguir cada una. Bill Nichols dice “Los documentales son una ficción con tramas, personajes, situaciones y sucesos como cualquier otra. Ofrecen carencias, retos o dilemas en la introducción; van construyendo tensiones cada vez mayores y conflictos de creciente dramatismo, y acaban con una resolución y la clausura”.

Por otro lado, a mi parecer, el cine de ficción comparte algunos rasgos con el cine de no ficción. Plantinga en su libro Retórica y representación en el cine de no ficción propone que “[…]Cada estilo emergente y muchas de las películas que captan la atención nacional llevan a preguntas similares sobre la naturaleza de las películas de no ficción en relación con temas como la objetividad, las formas y propósitos de la no ficción, y los usos y efectos de la fotografía y de la grabación de sonido”. La ficción es todo lo que se engloba dentro de una dramatización por medio de personajes, que pueden (o no) estar basados en lo real. De igual forma, constituye la representación de eventos que ocurren en la realidad.

Esto tiene origen gracias al ilusionista y mago francés, quien por un accidente técnico, puso las bases de lo que hoy se conoce como ficción, muchos de sus hallazgos se producían por mera casualidad. Por ejemplo, rodando en París se le atascó la cámara mientras filmaba, la arregló y siguió rodando, más tarde, visionando la película, se dio cuenta de un efecto inesperado: el autobús se convertía en un coche fúnebre en ese accidentado montaje; de aquí le vino la idea de realizar efectos de este tipo en sus películas


La unión de las bellas artes que creó una séptima

Georges Méliès tenía gusto por la pintura, la escultura, el reportaje, la escritura, la poesía, la caricatura, el teatro y la magia; pero el destino familiar dictaba otros temas en su formación profesional, pues su padre lo quiso orientar en el negocio familiar de calzado, por ello aprovechó la primera oportunidad que se le presentó para vender su parte heredada del taller y con el dinero compró el teatro Robert-Houdin que pertenecía al escapista y mago Jean Eugène Robert Houdin que con tanta emoción unos años antes, cuando el cineasta era niño, vio en Francia y quien además fue su tutor. Aquí surge la magia en su extensión de la palabra, pues el cine no se concebía como actualmente lo disfrutamos, no se tenía noción de dirección y ni siquiera de estudios para la producción de películas.

Es en este recinto donde Méliès adecua el escenario para producir sus cintas, creando de esta forma lo que hoy se califica como producción y estudios cinematográficos; de hecho fue el pionero del género fantasía. Desde dibujar los conceptos de la escenografía hasta dirigir al reparto dejó correr su imaginación y creatividad pues hacía uso de los títeres y marionetas. Siempre se caracterizó por dar un espectáculo, era un personaje que se daba a conocer, en la pantalla hizo todo lo que en los escenarios de teatro no podía como desapariciones de magia, cambio de objetos, la primera captura de pantalla dividida y el primer efecto de disolución, cuerpos mutilados, aplanados y estallados, cabezas separadas mientras los personajes seguían vivos y en movimiento y transformaciones haciendo uso de la doble exposición (técnica que él descubrió). A partir de 1897, introdujo los efectos especiales en varias de sus películas como L'auberge ensorcelé, en la que la ropa de un viajero se mueve por su habitación y también en la película llamada Le chirugien américain.


El relato narrativo en la realización

Tanto la ficción como la no ficción tienen un discurso. La ficción se dota de elementos propios del realismo, es decir, se suple de las figuras retóricas para constituir la relación con el mundo, por ejemplo la metáfora, que construye el imaginario o consolida lo irreal. Gauthier reflexiona sobre esto en su publicación El documental narrativo. Documental/Ficción: “Volvemos a la diferenciación de Benveniste: el relato borra todas las referencias con respecto al que cuenta, el discurso multiplica las marcas de la enunciación”. Lo anterior es con el fin de crear una tensión emocional en el espectador, por esa razón, en este tipo filmes, son demasiado notables las marcas de la enunciación, actualmente como es el caso de la musicalización (sonido) en cada escena, cuya finalidad es la de resaltar los momentos de dramatismo dentro de la historia. En el cine de no ficción sucede algo similar, pero con ciertos matices. En los inicios, este tipo de enunciación se hacía en vivo mediante una banda sonora o un pianista que armonizaba la historia; Méliès acostumbraba a dar un guión para que el narrador de la trama fuera dando el hilo a la misma.

Para la no ficción y la ficción, Gauthier considera que el primero es un estilo de cine más retórico y el otro, se caracteriza fuertemente por su dramatización narrativa. Pero ambas comparten algunos componentes a la hora de su producción. Por ejemplo, para ambos casos el evento es la matriz de todo su relato. En el documental se recurre al testimonio, porque pone a alguien que interprete la lengua matriz del evento. En la ficción se recurre a la acción porque brinda fuerza a la trama de la historia. El documental representa una realidad que no es común y la ficción la realiza de un modo indirecto. Esto se debe a que la construcción del documental se basa en las representaciones que realiza; por ello encontramos argumentos basados en el mundo real, del mundo histórico, de la ideología del realizador/a, y esta funciona como referencia del mundo real-imaginario. Gauthier menciona que, la ambición suprema de la ficción es la creación de la imaginación, ofreciéndose como una realidad; mientras que en el documental, la ambición radica en el testimonio sobre esa realidad y únicamente puede ser la de mostrarse mientras se hace.


Un melancólico final para un fabricante de sueños

El cine de Méliès se volvió popular, su público creció y pedía de seguido que se realizaran más producciones; quiero precisar que en ese entonces no existían los cinemas, el cine en este punto de la historia se proyecta y desarrolla en funciones circenses, al lado de las funciones malabaristas o actos de magia aclamados y apetecidos por la audiencia que iban de ciudad en ciudad mostrando la naciente arte. Sus cortometrajes exigían mucha elaboración y por ello el costo de fabricación era elevado, por lo que se asoció con los hermanos Émile y Jacques Pathé. Su trabajo se empezó a distribuir a nivel mundial y cayó en el riesgo de ser plagiado en Estados Unidos nada más que por el científico Thomas Alva Edison quien también estaba interesado por la industria cinematográfica. Por lo que George envía a su hermano Gastón Méliès a América para expandir la productora, lamentablemente la industria cultural crecía rápidamente y el negocio fue acaparado por otros estudios cinematográficos como el de los mismos Pathé, Gaumont y Éclair.

Pero ante los constantes plagios que les realizaban a sus producciones y tras perder el crédito de estas mismas, el francés cayó en depresión y su magia se extinguió. Para colmo de todos los males, al estallar la Primera Guerra Mundial, se vio obligado a quemar varias de sus cintas por la escasez de los minerales como la plata, pues antes la filmografía se realizaba mediante el celuloide y sobre este se suspendía una emulsión coloidal gelatinosa de haluro de plata que era la responsable de la formación de imágenes.

Frustrado y arruinado regresa a Francia y su estudio de grabación lo adecua nuevamente como teatro y monta con la ayuda de su familia numerosos espectáculos. Pero como sucede actualmente, las deudas no esperan, por lo que tuvo que vender la propiedad. Hacia 1925 su obra se reconoció por los surrealistas de la vanguardia cinematográfica francesa, quienes le otorgaron la Legión de Honor en 1931 por toda su trayectoria artística.