Por: Erándeni Gamboa

Equinoccio de primavera: más que un cambio estacional

El invierno en México es una época del año que aporta una carga armónica, nostálgica, de amor y de paz, la cual inunda la mayoría de los hogares, pero nada se compara con los colores que brotan de los árboles, de los arbustos, de los insectos y de las frutas primaverales.

A lo largo del año, la duración de los días respecto a las noches es muy diversa, ya que existen factores como la inclinación de la Tierra que influyen en climas, estaciones, luz y oscuridad. De 365 días del ciclo solar, existen solo dos que presentan una peculiar exactitud en la duración del día y la noche: el equinoccio de otoño y de primavera. Este 20 de marzo, en el hemisferio norte del planeta se marcará el cambio estacional de invierno a primavera.

El equinoccio de primavera no solo implica investigaciones científicas, también involucra acontecimientos como la proyección de la sombra descendiente de la serpiente de Kukulcán sobre las escaleras de la pirámide de Chichen Itzá en el estado de Yucatán y la danza de las luces y sobras en el Palacio de Quetzalpapálotl en la Zona Arqueológica de Teotihuacán; así como rituales para recargar el cuerpo de energía vital, para purificar cuerpos y hogares con diferentes elementos como inciensos, veladoras aromáticas, jabones naturales, jugos, hojas de laurel y ramas de perejil.

Además, el mes de marzo trae consigo otros fenómenos cósmicos para apreciar, entre ellos una leve lluvia de estrellas virgínidas, dos lunas llenas (a principio y fin de mes) y el paso del cometa C/2015 O1 (PANSTARRS), que alcanzará su máximo brillo el 31 de marzo.

No importa desde dónde aprecies el equinoccio de primavera, lo más significativo es recibir este cambio con la mente y el corazón abiertos para nutrirlos con la energía que nos regala el Universo y así fusionarnos con todo lo que nos rodea.