Por: Mariana Casasola

Misterios de la sala oscura

Si acaso la crítica de arte en general, y de cine en particular, vive una crisis, ésta nace de una confusión cada vez más recurrente. No vayamos muy lejos: en esta reciente temporada de premiaciones extranjeras —Oscar, Bafta, Golden Globes, etcétera — todo aquél con un mínimo grado de interés en el tema, y una red social, compartió tal o cual opinión de las películas en boga y eso, comúnmente, basta para considerarse una crítica. Nada más limitado.

Porque más que una calificación, una crítica de cine debería contener un análisis, una disección de los muchos elementos que conforman una película, como implica toda forma de expresión. No solo desde su forma, también desde su lugar de origen y su tiempo, hasta la biografía de su autor, un filme puede comprender tantos elementos como matices de color una pintura.

En total contraste con estas confusiones, encontramos voces establecidas en la crítica de cine como la de Fernanda Solórzano (Ciudad de México, 1971) quien en esta ocasión se embarcó en la ambiciosa tarea de diseccionar a profundidad películas no de reciente creación, sino obras icónicas que forman parte de nuestra cultura y que continúan influyendo en nuevas generaciones de amantes del cine.

El resultado es Misterios de la sala oscura (Taurus, 2017), un proyecto en el que Solórzano invirtió cerca de una década para elaborar a través de ensayos literarios, de lectura amena, un análisis completo de La naranja mecánica, El último tango en París, El Padrino, El Exorcista, Tiburón, Taxi Driver, Forrest Gump y Matrix.

En la pasada entrega de Conversaciones itinerantes publicamos la primera parte de una entrevista con la autora. Aquí continuamos esa charla:

Comentaste que la selección de los filmes en tu libro fue arbitraria, pero el ensayo sobre El último tango en París, relacionado al feminismo desde el cine, parece coincidir con los debates actuales sobre el tema.

Me entretiene mucho descubrir que los temas en el libro continúan tan vigentes, y pareciera que se escribieron para coincidir con conversaciones actuales. En realidad, el último ensayo del libro lo escribí hace ya cuatro años. Además, hubo un proceso de revisión y edición. No los escribí como respuesta a nada, pero el punto era exponer cómo estos temas [de las películas] están siempre tan a flor de piel, que en cualquier momento vuelven a nacer. Lo interesante es que los temas surgen y se vuelven a mencionar siempre en estas películas. Claro, por ejemplo, con el surgimiento de movimientos como MeToo y Time's Up, y las protestas en torno al acoso, en las conversaciones se mencionaba inevitablemente a El último tango en París.

¿Por qué crees que estas películas resultan tan familiares?

Resultan parte de una conversación colectiva. Y a veces, incluso hay personas que no han visto las películas de las que hablo en el libro pero que reconocen ciertas escenas, temas y ciertos personajes. Es curioso cuando los personajes se salen de ese ámbito para existir en el mundo en el que vivimos. Ése fue, sin duda, el primer filtro para elegir estas películas, que realmente fueran obras que hubieran permanecido y que fuera palpable cómo han marcado tanto al cine mismo como a tan diversas formas de actuar dentro de la sociedad.

La mayor parte de estas cintas retratan la cultura de Estados Unidos, ¿es esto una limitante?

No lo veo de esa manera. Simplemente fue el cine con el que crecí, fueron las películas que marcaron mi sensibilidad. Yo no creo en los regionalismos como indicadores de nada. Creo que excluir a México en esta selección no quiere decir que no me parezca importante el cine mexicano, sino que [la de Estados Unidos] es una sensibilidad que ha permeado a millones de personas y a incontables cineastas. Creo que el cine no tiene esas fronteras tan divididas como comúnmente se cree.

Aunque en México contamos con muchas voces de mujeres en torno al análisis de cine desde lo académico, parece que la crítica de cine, y desde publicaciones como Misterios de la sala oscura, aún son muy escasas.

Yo quisiera que hubiera más mujeres en la crítica de cine. Aunque sí hay muchas mujeres que lo están haciendo en los medios de comunicación. Lo curioso es que, en términos de festivales, casi todos están dirigidos por mujeres, y hay muchas e importantísimas directoras y productoras de cine en el país.

En la crítica, sí, falta muchísimo para que sea equitativo y eso tiene que ver también con las estructuras de la sociedad. Yo me pregunto muchas veces por qué hay menos mujeres haciendo crítica de cine, pero no tengo una respuesta única. Quizá, en tus años de formación estás muy solo, y las estructuras sociales están hechas para que las mujeres tengan que socializar más; o quizá influye este estigma (que ha ido desapareciendo), sobre ir al cine sola. Luego, como cualquier especialización hay mucho sacrificio de tiempo, etcétera. Si hay un cambio, en la crítica y muchas otras disciplinas, debe venir desde estratos mucho más profundos en nuestra educación.