Por: Rebeca Avila

Gary Oldman: 60 años de villanía

Así como Kirk Douglas, Charles Chaplin, Harrison Ford, Cary Grant, Peter O’Toole o Steve Buscemi, Gary Oldman se encontraba en la lista de aquellos actores a los que el Oscar les fue negado a pesar de haber estado nominados al galardón -por actuación-. Eso, hasta que el pasado 4 de marzo se hizo acreedor al premio por Mejor Actor gracias a su encarnación de Winston Churchill en Las horas más oscuras. En tono de ironía o con total franqueza, para él, la ausencia del Premio de la Academia se debía a que nunca ha tenido un publicista.

Y aunque llevarse estatuillas a casa o al menos figurar como posible ganador, crea una percepción que respalda la calidad de un actor -o cualquier otro rol dentro del cine- lo cierto es que existen muchas personas con carreras ya hechas en el séptimo arte, que en varias ocasiones son ignorados por premiaciones y festivales. Sin embargo, eso no demerita el valor de su trabajo y muchos como Oldman, no necesitan un trofeo para demostrar en dónde -y porqué- están parados. Incluso el intérprete británico comento en una conferencia: "Nunca he pensado sobre ello porque no creo que sea importante. Los premios deben ser lo último en lo que estés pensando al trabajar".

Aun así, quien fuese el jefe de policía de Ciudad Gótica, se mostró glorioso de haber conseguido por primera vez el máximo galardón de Hollywood y pareciera que el sexagenario recibió su regalo de cumpleaños por adelantado.

Dejando de lado su tormentosa relación con las mujeres (cuatro divorcios) y con el alcohol (16 años alejado del vicio), Oldman es un actor multifacético, aunque la mayor parte de sus papeles han sido villanos – muchos de ellos de los favoritos de la pantalla grande-.

Debido a que este 21 de marzo celebra su cumpleaños número 60, te presentamos algunos de los papeles de Gary Oldman, desde los debutantes hasta los que le han otorgado las mejores ovaciones.


El icono anarquista

El primer papel principal que Oldman interpretó en el cine- y que se alzó con buenas críticas-, fue el del hijo rebelde de Inglaterra, Sid Vicious, en el filme, ahora considerado de culto, Sid y Nancy (1986). La cinta aborda el romance de la simbólica pareja del punk partiendo del momento en el que el ex bajista de Sex Pistols es detenido por el asesinato de Nancy y alrededor de esa historia se muestra los estragos que las drogas, en especial la heroína, hicieron con la música y el propio movimiento anarquista.


El libertino londinense

En la década de los 60, la homosexualidad era condenada -en el sentido estricto- en Inglaterra. Dentro de ese panorama de represión, vivía sin tapujos el dramaturgo Joe Orton a quien Gary da vida en Ábrete de orejas (1987). En el filme se relata la turbulenta relación entre el escritor -que manifestó abiertamente su orientación sexual- y su amante Kenneth Hallywell, quien terminó matándole a martillazos en medio de un ataque de resentimiento.


Encarnando a la leyenda

Para muchos, Drácula de Bram Stoker (1992) de Francis Ford Coppola, es una de las mejores adaptaciones cinematográficas del libro homónimo. Para otros es una insolencia convertir al diabólico conde en un ser cuyo gran pecado es estar eternamente enamorado. Sin embargo, nadie puede negar que el nombre de Gary Oldman jamás fue olvidado después de su encarnación de Drácula, por su magistral actuación.


El villano predilecto

Cómo olvidar y no odiar al asesino de la familia de una adolescente Natalie Portman – su personaje, Mathilda- en el filme francés de Luc Besson, El perfecto asesino (1994). En él, el actor inglés es un agente de la DEA, más corrupto Joe Quimby, que está involucrado con el narcotráfico. Ésta, quizá por los alcances de la cinta, es una de las actuaciones más recordadas de Oldman.


Su primera nominación

Cuando el director Tomas Alfredson reunió a un reparto de peso, destacando a Gary Oldman, también se renovó el cine que aborda el tema del espionaje gubernamental, al mostrar la parte más humana de un agente del servicio secreto británico, en medio de la Guerra Fría. Con esta actuación que lo llevó a ser nominado por primera vez al Oscar, da una clase maestra del poder de la expresión facial, sobre las palabras.