Por: Mariana Casasola

La adrenalina va directo al corazón

“Pumpkin: Everybody be cool, this is a robbery!
Honey Bunny: Any of you fucking pricks move, and I'll execute every motherfucking last one of ya!”

Pulp Fiction sacudió al público de todo el mundo cuando llegó a los cines en el otoño de 1994, cargada de una irreverente mezcla de historias, violencia impactante, hilarantes diálogos y su estructura retorcida. Nunca un filme independiente había recaudado esos estratosféricos 200 millones de dólares. Por si fuera poco, la película resucitó la carrera de John Travolta, y catapultó las de Samuel L. Jackson y Uma Thurman. Todo gracias a un director casi desconocido, que poco antes trabajaba como empleado en un videoclub.

Dos y media décadas después este filme aún conserva cada onza de su potencia. Escena clásica tras escena clásica. Desde Jules y Vincent discutiendo acerca de comer McDonald's en Francia, o el encuentro de Butch en la casa de empeño; desde la noche salvaje que "no es una cita" con Mia Wallace, hasta la llegada del Lobo para arreglarlo todo. Pulp Fiction sigue tan viva, impactante e innovadora como el día de su estreno.

Quentin Tarantino ha hecho otras películas fabulosas antes y después de ésta, pero ninguna puede igualar la inyección de adrenalina que Pulp Fiction administró al cine desde Hollywood. En este mes que marca su 25 aniversario, aquí hacemos una retrospectiva de las piezas que la llevaron a convertirse en un filme clásico de culto.


Image
El sueño y los perros

Tarantino llevaba años tratando de entrar en la industria que tanto adoraba. Nadie sabía más de cine que él en el videoclub de Los Ángeles donde trabajaba, pero para Hollywood no era nadie. Sin embargo, fue justo ahí donde tuvo la idea de revivir los viejos tópicos del cine negro. Imaginaba una película armada a partir de varias historias parecidas a las de las novelas de los años 30 de Dashiell Hammett y Raymond Chandler. Pero algo lo interrumpió: comenzó a escuchar incansablemente las voces de un peculiar grupo de gánsteres. Así pausó a Pulp Fiction para hacer Reservoir Dogs (1992), la historia de esos gánsteres y un atraco que sale mal.



Image
El escritor gringo en Europa

Después del éxito y la promesa que representó Reservoir Dogs, Tarantino empacó una maleta con malas novelas de gangsteres y decidió experimentar la vida en otro país (eligió la exitante capital europea de la marihuana y la prostitución, Amsterdam) para escribir el guion de su siguiente película. Roger Avery, su amigo del videoclub, pronto lo alcanzó y juntos unieron todos los textos que habían hecho anteriormente, los acomodaron en el piso y cual rompecabezas buscaron hacer que encajaran todas esas distintas historias. Por ejemplo, uno de los escritos de Avery, Pandemonium Reigns, fue la base para la escatológica escena del reloj dorado en la que aparece Christopher Walken.


Image
Danny DeVito al rescate

Terminado el guion (que sólo se le acredita a Tarantino), buscarle comprador fue una pasarela de rechazos entre estudios que lo tachaban de demasiado violento y escandaloso. Finalmente quien hizo posible este filme fue nada menos que el actor y productor Danny DeVito, que ya había prometido financiar la segunda película de Tarantino. Fascinado por el guion, él lo pasó al ahora inmencionable Harvey Weinstein, y su productora Miramax, que sí tuvo el buen ojo de dar luz verde a la que se convertiría en la película estadounidense más influyente de la década.


Image
Un round por cada actor

Como ya mencionamos, Pulp Fiction revivió la carrera de todo su reparto. Pero en realidad, en lugar de John Travolta, Uma Thurman y Bruce Willis, los protagonistas pudieron ser Daniel Day-Lewis, Michelle Pfeiffer y Matt Dillon. En una industria donde los directores casi nunca podían elegir a las estrellas con las que trabajan, Tarantino se empecinó en mantener el reparto tal y como él lo pensó. Por ejemplo, el personaje de Vincent Vega estaba pensado originalmente para Michael Madsen (Mr. Blonde en Reservoir Dogs), pero éste ya había firmado para hacer otra película, así que Tarantino se decidió por Travolta. Pero los productores lo desdeñaban por sus pésimas últimas apariciones en películas del tipo Mira quien habla (1989) y Mira quien habla también (1990). Todos sabemos ahora cuál fue el resultado del enfrentamiento entre las imposiciones de esos productores y el empecinado Tarantino. A él le debemos la mejor actuación de Travolta, y uno de los bailes más icónicos en la historia del cine.


Image
Una asesina banda sonora

Es bien sabido que Tarantino investiga y piensa a fondo cada una de las piezas que forman sus famosas bandas sonoras. Él mismo ha descrito el proceso de hacer una película como el trabajo de un DJ que arma un mix-tape. Explica que cuando tomas a todos estos actores conocidos como John Travolta, y luego agregas una mezcla de música de los años 60 y 70, terminas con una banda sonora que alude exclusivamente a este actor. Así que si obtienes la fórmula correcta entre imagen y música, el público ya no podrá escuchar la canción de la misma manera, sin pensar en la película.

Tomemos, por ejemplo, la inolvidable canción Miserlou de Dick Dale & The Del Tones, que durante los créditos de apertura cumple también la función de asentar el tono de toda la película. A Tarantino no le gusta describir la banda sonora como música surf, sino más bien como un “Ennio Morricone, rock n 'roll, estilo spaghetti western”. En 1994, la banda sonora vendió 1.2 millones de copias en todo el mundo, algo sorprendente para una película, y demostró a Hollywood que la música también podía ganar dinero.


Image
Esa escena de baile

Aunque hay muchísimas historias y piezas más en la fórmula que hace de Pulp Fiction una joya del cine, no podemos concluir esta retrospectiva sin volver a la escena del baile en el Jack Rabbit Slim’s. Como buen cinéfago, Tarantino se inspiró en esta escena de 8 ½ de Fellini para la coreografía. Uma Thurman era muy tímida y entraba en pánico sólo de pensar en tener que bailar con Travolta, quizá el mejor bailarín de Hollywood. Tarantino quería que bailaran twist, pero fue Travolta quien propuso añadir otros bailes que habían estado de moda a principios de los 60: el Watusi, el Autoestopista, el Batman… Le enseñó los movimientos, y al director le encantaron. Filmó la escena él mismo, cámara en mano, moviéndose alrededor de Thurman y Travolta. Ellos cambiaban de paso a la voz de Tarantino, que iba gritando sobre el rodaje: “¡Ahora Watusi! ¡Autoestopista! ¡Batman!”. El resultado fue este momento inolvidable del cine, la mayor definición de cool que habrá.