Por: Rebeca Avila

¿Listos para la mirada infinita de Nahui Olin?

En las antiguas culturas mesoamericanas habían pasado cuatro eras en las que los cuatro elementos –tierra, agua, aire y fuego- rigieron el universo, creando caos y cataclismos que acabaron con sus respectivos periodos, hasta la llegada del Nahui Ollin, el quinto sol. Antes de Nahui Ollin, fatalidad. Después de Nahui Ollin, el florecer y la armonía.

Quizá a eso se refería Dr. Atl al nombrar a su amante, María del Carmen Mondragón Valseca, Nahui Olin. Pintora y poetisa, Nahui nació en 1893 en medio del estrato social pudiente de la época, hija de uno de los generales porfirianos clave en la Decena Trágica, Manuel Mondragón. Su estancia desde temprana edad en lugares como París y San Sebastián, sumando a su pronto casamiento con el pintor Manuel Rodríguez Lozano, hicieron que rápidamente se interesara por el mundo del arte e incursionara en él de manera natural, rodeada de celebridades como Diego Rivera, José Clemente Orozco, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo y el mismísimo Pablo Picasso, explorando desde la poseía, la literatura, la música, pero muy especialmente, la pintura.

El tomar como seudónimo el nombre de Nahui Olin, fue un acto de rebeldía hacia su origen adinerado y a su vez, una forma de forjar un camino propio alejado del mundo donde se crió. A pesar de ser una de las mayores representantes del feminismo y arte contemporáneo mexicano –considerada por su trabajo y aportación, incluso, muy por encima de artistas insignia como Frida Kahlo -, lo cierto es que murió en el olvido y la miseria.

Para homenajear y exaltar el valor de su obra que no se le dio en vida, el Museo Nacional de Arte (MUNAL), presenta la exposición La mirada infinita, en la que se podrá conocer de manera puntual, la vida y obra de esta enigmática artista. Quizá esto marqué el comienzo de la Nahuimanía, como lo predijo en su momento José Emilio Pacheco. La exhibición se estrena el 15 de junio y estará hasta el 9 de septiembre.