Por: Rebeca Avila

Fútbol, más que entretenimiento

¿Qué tiene de especial el fútbol? Millones de personas lo juegan como profesionales o como pasatiempo y quien no lo practica, gusta de verlo. El fútbol, cuyo origen es incierto – algunos dicen que nació en Inglaterra, otros que en las antiguas civilizaciones – se ha extendido a lo largo y ancho del mundo. Como lo conocemos actualmente, no tiene mucho tiempo, unos cuantos siglos y como el fenómeno global que es hoy en día, no tiene ni cien años.

Pero volviendo al punto, ¿qué hace que el fútbol reúna y divida a su vez a millones de personas?, ¿qué apasiona tanto a los fanáticos para incesantemente exigir a los jugadores resultados favorables?, ¿qué genera grandes apuestas? Al fin al cabo, es sólo un juego, ¿no?

¿Por qué es capaz de hacer que la persona más renuente se siente, cada cuatro años, frente al televisor y se coma las uñas cuando juega su país o en la final de la Copa del Mundo? Es un secreto que ni el mismo sujeto racional e indiferente hacia este deporte se ha podido responder.

Tal vez tenga que ver con su representación de la guerra en su versión más pacífica, pues al fin y al cabo el fútbol representa una disputa - como los otros deportes -, en la que sólo puede haber un vencedor. Sin embargo, el fútbol a raíz de la creación de la FIFA y por consiguiente del Mundial, es un negocio del entretenimiento a niveles gigantescos. Pero también ha sido y sigue siendo, un estandarte político y propagandístico a menor y mayor escala.

Por ello, a continuación, mostramos algunos mundiales de fútbol y los sucesos históricos del siglo pasado, que dan muestra de la complejidad que envuelve al deporte más famoso del planeta como acontecimiento mediático, más allá de las jugadas y partidos memorables.


El primer Mundial

Antes de la Copa Mundial de Fútbol, solo había un evento donde se daban cita varios países para practicar diversos deportes: los Juegos Olímpicos. En 1924, en París, el fútbol ya era deporte olímpico que había sido esparcido por Europa gracias a los ingleses desde finales del siglo XIX y aunque en su mayoría eran los europeos quienes lo practicaban, en esta edición de los juegos participó y salió victoriosa la que, desde entonces, sería considerada una potencia futbolística: Uruguay. Debido a su triunfo, en 1930 los uruguayos fueron los anfitriones del primer Mundial de fútbol - el cual, por cierto, también ganaron- en las vísperas del centenario de su independencia y pese al reniego de varios países europeos de participar.


Italia y la mancha fascista

Tal vez, éste es el Mundial más polémico de la historia pues fue el propio Benito Mussolini quien se encargo de que Italia fuera la sede en 1934, no por que le importara el deporte, sino como propaganda de su régimen y los deseos de demostrar la supuesta superioridad del pueblo italiano. De entrada, lo consiguió, dejando a Estados Unidos fuera, desde el primer partido; marcador: 7 – 0 a favor de Italia. Incluso, se dice que se sobornó – y amenazó – a jugadores, como fue el caso del argentino Luis Monti. El resultado fue el que el dictador dispuso, el ganador final fue Italia y con artimañas o no, la cobertura mediática fue sorprendente para la época con cerca de 300 periodistas de 29 países, cubriendo el evento.


Argentina y la represión

Era 1978 y Argentina con los problemas económicos, políticos y sociales que atravesaba, parecía un mal chiste que ésta fuera la sede del Mundial tras el golpe de Estado que había sufrido dos años antes. Nunca se dejará de juzgar a la edición de ese año de ser un proceso de los más corruptos desde su organización hasta el triunfo de Argentina. Lo que sí es verdad es que éste es un claro ejemplo de la utilización de este evento para apaciguar poblaciones inquietas ante la represión.


Brasil semillero de estrellas

El país que más Copas del Mundo ha ganado es Brasil – cinco campeonatos: 1958, 1962, 1970, 1994 y 2002- y no es sorpresa tampoco que sea una de las selecciones que tiene más aficionados. Después de su debut como anfitrión en 1950 y tras su penoso final ese año conocido como Maracanazo, Brasil se vio decidido a reparar errores y entre otras cosas, para 1958 vio los frutos de incluir en sus filas a jugadores de raza negra – entre ellos Pelé - y desde entonces se convirtieron en una de las principales fuerzas del equipo brasileño y en una mina de exportación de talentos para otras partes del mundo.