Un recorrido por la discografía de Nina Simone implica el disfrute de una voz y música excepcionales y, al mismo tiempo, inevitablemente, el descubrimiento de una personalidad y una vida combativas pero atormentadas.
Simone saltó a la fama por su poderoso canto, por su maestría en el piano y la belleza de su composición. La potencia de sus presentaciones en vivo la hicieron un mito. En el punto más exitoso de su carrera, era una artista que vendía millones de discos y llenaba cualquier lugar en que se presentara. Lo que se desconocía eran las batallas que libraba detrás de esa poderosa voz grave: conflictos con la discriminación por el racismo, con sus relaciones personales y con ella misma.
Incluso en el aniversario 85 de su nacimiento, la obra de Nina Simone permanece vigente, icónica y conmovedora. Esta Pantalla Sonora hará ese recorrido para comprender, a través de su música, la trayectoria compleja, pero brillante de una de las figuras más interesantes del siglo XX, una mujer que con su talento desafió desde sus inicios los prejuicios y las injusticias comunes de su tiempo.
Antes de adoptar el nombre de Nina Simone, Eunice Kathleen Waymon era una niña prodigio en su nativa Carolina del Norte, que desde pequeña había destacado por su impresionante talento como pianista. Tales eran las expectativas en ella que una maestra de piano —una anciana blanca y judía— se propuso educarla con el firme propósito de convertirla en la primera concertista clásica negra en América.
Aunque los esfuerzos de esta tutora y de su familia la llevaron hasta Nueva York a estudiar en Juilliard, el conservatorio de artes más prestigioso, la realidad de la discriminación racial y económica pronto truncaron la carrera de Eunice como concertista. Así surgió el mítico personaje de Nina Simone, un nombre artístico que adoptó para evitar el rechazo de su familia, mientras trabajaba cantando en bares para financiar su formación como pianista clásica. Pero el poder de su voz y sus interpretaciones pronto fueron descubiertas y los contratos para un disco no tardaron en llegar.
De su primer álbum (1958), My baby just cares for me fue el más grande éxito, uno que pronto se convertiría en un clásico del jazz y más tarde en el resurgimiento de la carrera de Simone.
Nina Simone no se veía como la famosa figura que llegó a ser, los contratos ambiciosos y las giras exhaustivas llegaron para ella hasta después de su matrimonio en 1961 con Andrew Stroud, un ex detective que tomó las riendas de la carrera y el patrimonio de Simone. Sometida, explotada por sus contratos y su vida personal, la cantante se vio en los más grandes auditorios, abarrotados de gente ansiosa por presenciar sus célebres actuaciones. Pero detrás, Nina era profundamente infeliz, sorteando su pasión por el piano entre la opresión y la violencia de su vida personal.
De aquella dura etapa de su vida, sin embargo, surgieron muchas de las canciones más memorables de su obra. Tal es el caso de Sinnerman (1965), la poderosa interpretación de Simone de una antigua canción espiritual tradicional afroamericana que refleja la inquietud temprana de ella por demostrar en su trabajo el orgullo que sentía por sus raíces, la ferviente religiosidad de su familia, así como su cultura afro.
De entre el resto de icónicas cantantes de jazz y blues de la época, algo que hizo destacar especialmente a Nina Simone, fue su gran compromiso social. Desde su canto y después en sus composiciones, ella se pronunció en contra de la infame discriminación que se vivía en Estados Unidos. Pero también hay que decir que en su militancia por los derechos civiles, ella encontró una manera de dar sentido a su vida más allá de las jornadas extenuantes y el constante trabajo al que la obligaba su esposo.
Su contacto con el movimiento social de Martin Luther King cambió para siempre la vida y la carrera de Simone. Desde entonces se volcó en hacer de sus composiciones también una protesta, no quería ignorar más el problema del racismo, sino denunciarlo y condenarlo, a veces radicalmente. El primero ejemplo de esta nueva faceta de su obra es Mississippi Goddam (1964), el provocador tema en el que ella vertió la rabia y el hartazgo de toda su comunidad, una que se veía cada día más golpeada y sojuzgada por la discriminación.
Luego de tantos años, a principios de la década de los 70, Nina Simone se separó de la angustiosa vida que compartía con Andrew Stroud. Alejada de su esposo, su única hija, su carrera y su país, Simone se exilió primero en África, luego en Europa. Olvidada por la industria y sumida en el tormento de lo que luego fue diagnosticado como un trastorno de bipolaridad, la artista vivió los años más oscuros de su vida. Simone volvió a la luz de su gran talento plenamente hasta la década de los 90, en la que retomó la grabación de sus composiciones e interpretaciones únicas. Durante la última década de su vida, Simone vendió más de un millón de discos, y pudo reconciliarse con su hija y con el amor que encontró en su música. Nina Simone falleció en Francia, mientras dormía, en 2003. Antes lanzó su último disco A single woman (1993), uno en el que ella se reconocía como la figura auténtica, compleja y enorme que siempre será.