Por increíble que parezca, fue un pequeño insecto originario de México el que conquistó a la realeza española. Cuando los primeros barcos llegaron del Nuevo Mundo a mostrar las riquezas encontradas, entre los metales preciosos y las joyas indígenas estaba otro tesoro que cautivaría a toda Europa: proveniente de un parásito del nopal se encontraba el color rojo más intenso.
Ese insecto se llama grana cochinilla, y ha sido desde aquel remoto siglo la fuente del pigmento más importante que ha dado la tierra mexicana al mundo. También conocido como carmín, o rojo carmín, este tinte enriqueció con su comercio al reino de España, pues con su paleta de tonalidades se tiñeron desde la ropa de las más altas esferas de la realeza y el clero, hasta el arte sacro y por supuesto el secular, en toda Europa.
Muchos artistas europeos también quedaron fascinados ante la intensidad y riqueza de este color y no tardaron en usarlo en sus obras. Decenas de pinturas contienen el rojo mexicano, obras de diversos pintores que incluyen desde los grandes maestros venecianos Tiziano y Tintoretto hasta Vincent van Gogh.
Pero este rojo tiene una historia mucho más rica y antigua que aquella generada de su éxito en Europa — el propio Luis XIV ordenó que el tapizado de las sillas de Versalles y las cortinas de la habitación real se tiñeran con grana cochinilla—. Las tonalidades, producto del pequeño insecto mexicano, dieron vida a los más diversos productos, ropa, códices y arte desde épocas prehispánicas.
Descubre la enorme historia de este pigmento en la exposición Rojo mexicano. La grana cochinilla en el arte que el Museo del Palacio de Bellas Artes presenta hasta el 4 de febrero de 2018. Ahí podrás encontrar las raíces más profundas que este color ha tenido en la cultura de México. De cómo la ancestral sabiduría prehispánica lo descubrió y cultivó para luego ser difundido por el mundo.
ROJO MEXICANO. LA GRANA COCHINILLA EN EL ARTE
EL PIGMENTO DE MÉXICO EN EL ARTE MUNDIAL
Museo del Palacio de Bellas Artes
Hasta el 4 de febrero de 2018