Odio oírte hablar así, como un fino caballero, como si todas las mujeres fueran delicadas señoritas en lugar de criaturas racionales. Ninguna de nosotras espera navegar todos los días por aguas plácidas.
Pareciera que actualmente, está en auge todo lo referente a la violencia de género, pero esto no es una moda, es una realidad que ha acompañado al sexo femenino a lo largo de la historia.
Tenemos que, por ejemplo, para los antiguos griegos las mujeres se encontraban en los niveles más bajos de derechos sociales, casi comparables con los de los esclavos. Filósofos como Aristóteles, aseguraban que una mujer era un hombre incompleto, débil e inferior físicamente. Postura validada años después por el propio San Agustín, para quien la mujer era un varón fallido.
La única diferencia es, que ahora, gracias a las redes sociales, se ha vuelto mucho más fácil poder exponer diferentes casos de abuso o acoso sexual, lo que ha ayudado a colocar el “incómodo tema” sobre la mesa. Como muestra, están las declaraciones, de algunos comunicadores que, utilizando el espacio que tienen para poder hacer públicas sus opiniones, despotrican en relación al tema e incluso justifican un sinfín de atropellos hacia el sexo opuesto.
En el otro extremo, se encuentran aquéllas que se han atrevido a levantar una denuncia ante las autoridades o que dan su testimonio en Facebook o Twitter y que, por extraño que parezca, más que recibir muestras de apoyo, se encuentran con comentarios de burla y agresión en su contra, principalmente hechas por mujeres, en las que minimizan la situación llamándolas “exageradas”.
Ahí están dos de las tantas vertientes que tiene este conflicto. Por un lado, el hombre que cosifica y ve al género femenino como un pedazo de carne que camina, al cual entre más “cuero”, más posibilidades tiene de ser atacada, cuestión que, dependiendo cómo ocurra, será o no justificable. Por el otro, aquélla que se atreve a denunciar y recibe un escarnio público.
Debo de aceptar que me aterroriza, mas no me sorprende, que existan hombres pensando de esa forma, pero que no se atreven a externarlo por ser “incorrecto”. Asimismo, me preocupa descubrir que las mujeres, en lugar de apoyarnos entre sí, nos destruyamos, y haciendo referencia a Hobbes, nos convirtamos en el peor lobo de la propia mujer.
Así que no, no somos delicadas y frágiles flores a las que hay que proteger porque en cualquier momento nos podemos romper o quebrar. Somos simple y sencillamente, seres humanos. No se trata de ser iguales a los hombres, porque por obvias y físicas razones nunca lo seremos. Tampoco de buscar ser superiores, únicamente de respetarnos los unos a los otros en todos los sentidos.
En Canal 22, se ha abordado esta problemática a través del programa La mujer revelada, el cual te invitamos a ver todos los lunes a las 22:00 horas.