Cuando leemos los textos de grandes de la literatura, podemos llegar a pensar que nacieron así, como personas adultas de un gran intelecto. Olvidamos que, al igual que nosotros, fueron alguna vez niños que jugaban y adolescentes incomprendidos.
Debido a que en este mes se recuerda un aniversario más de la muerte de la poeta, ahondaremos en los primeros años de vida de la mejor escritora de la Nueva España, según Octavio Paz y, sin duda, una de las mentes más brillantes de todos los tiempos: Sor Juana Inés de la Cruz.
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, nació el 12 de noviembre de 1648 según los últimos estudios realizados, aunque siguen sin ponerse de acuerdo en esta fecha, en San Miguel Nepantla, el cual actualmente es un poblado del Estado de México.
La historia de esta familia comienza con la llegada de los abuelos maternos de la literata a una zona cercana a Hidalgo, provenientes de España. Fue en estos lugares donde se instalaron y construyeron un par de haciendas, mismas que años después se convertirían en el hogar de Juana Inés.
La escritora creció entre los sembradíos de maíz, trigo y la gran colección de libros que tenía Pedro Ramírez, su abuelo, quien, si bien era un hombre enérgico, también era un gran lector y poeta, por lo que es el principal responsable del gusto por el conocimiento que mostraría desde temprana edad su nieta.
Ahora bien, retrocedamos hasta a mediados del siglo XVII. México era una colonia española en la que convivían diferentes etnias, así como nacionalidades y esto convergía en las haciendas en las que vivía la niña Juana Inés. Este hecho despertó su interés por los idiomas, especialmente el náhuatl, mediante el cual se comunicaba con los indígenas que ahí trabajaban.
A lo anterior, hay que agregar que desde los tres años acompañaba a su hermana favorita, María, a sus clases de gramática. Por eso cuenta la leyenda, que desde esa edad ella ya sabía leer y escribir, es decir, era toda una niña genio. De ahí que, a los siete años, ella soñara con ir a la Real y Pontificia Universidad de México, considerada el ancestro de la UNAM, para poder aprender más, sin embargo, éste era entendido como un privilegio al cual las mujeres no tenían derecho; pero claro Juana Inés había pensado en todo, por eso le insistió a su mamá que la disfrazara de hombre, petición que por obvias razones su madre no aceptó.
Un año después, se inscribió a un concurso en el que ganó gracias a una alabanza que compuso titulada Loa al Santísimo Sacramento y pues sí, la verdad es que cuando ves que niños hacen ese tipo de cosas te preguntas qué estás haciendo con tu vida, en fin, continuemos.
Si Sor Juana hubiera nacido en nuestra época, claramente se le hubiera aventurado un futuro brillante, no obstante, en esos años una mujer inteligente y escritora no era tan bien vista como ahora. Se dice que supo latín en tan solo 20 lecciones y que era bastante autodidacta, así como disciplinada, por lo que, si no lograba aprender lo que se había propuesto, se cortaba el cabello porque no le parecía correcto que la cabeza estuviera adornada de hermosura cuando carecía de ideas.
Al cumplir 13 años, fue enviada a la Ciudad de México donde tuvo la fortuna de formar parte de la corte de los virreyes y digo la fortuna porque ahí se encuentra con otra mujer que defendía la educación femenina, la virreina Leonor María de Carreta, quien pronto se convierte en su gran admiradora. Es ahí donde la joven continúa con su educación a través de la vasta colección de libros que poseían en el palacio. Es también durante este tiempo, que se dice que Juana Inés fue puesta a prueba por el virrey Antonio de Toledo al reunir a los más grandes estudiosos del momento con la finalidad de hacerle un examen a la niña, mismo que aprobó sin dificultad, lo que provocó el asombro y respeto de los demás.
Luego de tres años, decide entrar al convento porque, según ella, era el mejor camino que podía tomar para no casarse y poder estudiar libremente. Ahí permaneció durante 27 años hasta su muerte el 17 de abril de 1696. A lo largo de su vida, Sor Juana logró formar una biblioteca personal de más de 4000 libros, lo que significaba la biblioteca más grande de Latinoamérica de la época. Asimismo, escribió una gran cantidad de textos literarios que van desde obras de teatro hasta loas y sonetos.
Sor Juana Inés de la Cruz es conocida por su famoso: hombres necios que acusáis a la mujer sin razón… sin embargo, ella es mucho más que eso. Fue una inalcanzable defensora de los derechos de las mujeres y del conocimiento, amante de la cocina y la música, adelantada a su tiempo. Así que te invito a darte una vuelta por sus versos, en los que estoy segura que más de una ocasión te sentirás reflejado, como en éste que a continuación te muestro. ¿Quién no ha tenido un amor no correspondido?
Al que ingrato me deja, busco amante;
Al que amante me sigue, dejo ingrata;
Constante adoro a quien mi amor maltrata;
Maltrato a quien mi amor busca constante.