Top Cine

Cintas pioneras del terror psicológico

Frida Rosales V.
Gaceta Nº 245 - 16 de octubre, 2025



La realidad en nuestro mundo y lo que tenemos que entender es que el horror es demasiado humano. Hay que temerle más a los vivos que a los muertos.
- Guillermo del Toro


La llegada del tren, de los legendarios Lumière, fácilmente podría haber sido no solo la primera película de la historia, sino incluso, la primera película - de terror - de la historia. El sentimiento estaba ahí, el público sintió el horror de una locomotora acercándose a toda velocidad hacia ellos, y si el miedo inundó una sala que además vibró con gritos de susto, ¿No es esa una clara muestra - y objetivo - de una película de miedo?

Tal vez no, la intención en aquel momento era el asombro, el descubrimiento, pero el nacimiento del cine de terror llegó poco tiempo después, un año exactamente, en 1896, con la creación de La mansión del diablo, de otra gran leyenda del séptimo arte, Georges Méliès. Pronto, los cinematógrafos se instalaron en diferentes partes del mundo y el cine de terror supo acompañarles en cada uno de sus lentes. La primera adaptación de Frankenstein en 1910 o el expresionismo alemán de El gabinete del doctor Caligari en 1920, se volvieron cintas indispensables en la historia del cine, con argumentos que partían principalmente de la literatura gótica.

Ahora bien, para asuntos prácticos de lo que hoy nos compete, podría decirse que el cine de terror se divide en dos amplias – muy amplias – ramificaciones. La primera, sería el miedo generado a partir de golpes de percepción como un objeto, un golpe duro, algún espectro corriendo detrás o hacia la cámara; es decir, eventos que desencadenan una reacción inmediata en el espectador. Y, por otro lado, está el terror sembrado a través de una idea o pensamiento de la mente de quien observa, puede sí nutrirse de algún recurso de impacto, pero visualmente, no hay algo que sostenga el miedo por sí mismo, y por el contrario, es algo que se va construyendo cuadro a cuadro y esa, es la rama a la que apelaremos a continuación en este Top Cine.

Recuperando algunos fundamentos junguianos, el terror psicológico podría partir de la sombra del personaje principal, y entendamos esta oscuridad como una alegoría a la individuación de Jung, esos pensamientos, emociones y comportamientos reprimidos por no ser esperados en nombre del individuo, lo que los lleva a ser considerados como defectos, y, en consecuencia, a negarlos y ser evitados. Dentro de esta premisa, nos hemos dado a la tarea de hacer una breve lista de aquellas cintas que exploraron, por primera vez, la oscuridad individual como detonante de las más lúgubres historias de terror.


El estudiante de Praga (Der student von Prag), 1913


La única motivación de Balduin, un gran espadachín de Praga, no son las mujeres, sino el dinero. Por eso, cuando el viejo Scapinelli le ofrece un jugoso acuerdo con monedas de oro por regalo, el espadachín no duda ni un segundo en aceptarlo.

Desde un inicio, el verdadero y único enemigo de Balduin es – vaya asombro – Balduin, quien inseguro de sí mismo y de su escalón en la turbia pirámide social, se desdeña y termina cediendo a Scapinelli nada menos que su imagen reflejada en el espejo. Inicialmente, el joven resta importancia a este acuerdo y disfruta de las mieles del dinero, la alta clase social y las mujeres, pero pronto, descubre que, con este acuerdo, ha perdido el control de su vida, su imagen distorsiona cada una de sus decisiones y de sus caminos, y finalmente, no habrá forma de huir de sí mismo. El cine mudo hace sus primeras exploraciones con elementos de suspenso, música, golpes sonoros, imágenes duplicadas y una Praga aún más medieval que hoy, todo, tan solo 17 años después del nacimiento del séptimo arte, sin duda una buena adolescencia rebelada.


M el vampiro de Düseldorf (M Eine Stadt sucht einen Mörder), 1931


Una ironía incisiva y una firmeza absoluta en cuanto a las complicaciones sociales hacen parecer de esta cinta un material bastante contemporáneo. Bajo la dirección de Fritz Lang, los primeros dos minutos definen el tono de todo lo que está por venir. Pron-to ven-drá el vam-piro, con su cu-chi-llo y te ha-rá pi-ca-di-llo. Unos niños juegan en algún patio de Berlín con esas rimas entonadas por las sílabas. Lang llevaba 12 años dirigiendo y estrenando películas, pero M fue su primera cinta sonora, aunque no lo parece por el magistral diseño sonoro. Ecos, lejanías, campanas, pelotas, trastos, todo suena, todo es importante.


Un asesino serial asecha la ciudad, pero ese no es el escalofriante misterio dado que la identidad se aclara desde el principio, de hecho, el asesino suplica por ser encontrado. Sin embargo, el miedo se desencadena por el efecto que tanto el asesino como los asesinatos, tienen sobre una ciudad tan grande, que, además, estaba dividida en dos órdenes.

M fue la penúltima cinta que Fritz Lang realizaría en Alemania antes de tener que abandonarla por la llegada del nazismo, y de alguna manera, eso la hace justamente destacarse por elementos narrativos que articularon el cine alemán tras el fin de la I Guerra Mundial. El expresionismo, por un lado, perceptible a través de movimientos y angulaciones de cámara, de las composiciones geométricas y en el continuo uso de luces y sombras en la fotografía y, por el otro, el Kammerspielfilm, del que procede el carácter realista de la cinta y el esquematismo de su trama.


Las diabólicas (Les Diaboliques), 1955


Henri-Georges Clouzot es uno de los primeros nombres que surgen en esta línea del tiempo. Con su cinta exploró crudeza, violencia, terror visual y psicológico – que años después serían la inspiración de la Psicosis de Hitchcock - en manos de la esposa y la amante de un director de escuela. Inicialmente esta cinta se presenta como una clásica historia de crimen… un hombre violento, dos mujeres que buscan venganza, un plan bien pensado para acabar con el abuso sistemático. Sin embargo, poco después de la segunda mitad del filme, Nicole, la amante del director, protagonizada por Simone Signoret, y Christina, interpretada por Véra Clouzot, comienzan la espiral psicológica cuando el cadáver de la víctima/victimario no aparece y todo apunta a que, contrario a toda lógica y posibilidad, el hombre podría seguir vivo. Los últimos minutos son, sin duda, dignos de llevarse el terror a la cama…


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