Para dar la vuelta

Ecos: Una herida que no cierra

Emiliano Echavarri
Gaceta Nº 244 - 1 de octubre, 2025



La fotografía, más allá de capturar un momento en el que la semiótica visual se funde con su lienzo, tiene el poder de ser un eco de denuncia de algún evento terrible o un instante de dolor, obligándonos a voltear para mirar.

En México, los datos más recientes del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), y del Instituto Nacional de Desarrollo Social, nos muestran una realidad inquietante en las cifras: de un promedio de 10 a 13 personas diarias a principios de 2025, la cifra se ha elevado a 40 e incluso 42 personas desaparecidas al día entre enero y mayo de este año. Estas estadísticas no representan sólo números; representan vidas, familias, sueños rotos y comunidades fracturadas. Todo ello es producto de una violencia estructural que ocurre dentro del país debido al crimen organizado y a la impunidad de actos delictivos. Lejos de que todo esto sea un caso aislado, es un malestar crónico que se extiende por toda América Latina.

Con una urgencia por visibilizar y recordar lo anteriormente mencionado, la galería Leche Negra nos abre sus puertas para presentarnos Ecos, una exposición fotográfica que mediante el arte y la denuncia retrata las realidades más crudas de nuestro tiempo: la desaparición forzada resultado de la violencia estructural y la contaminación ambiental. A través de la visión de tres maestros de la fotografía, Graciela Iturbide, Manel Bayo y Musuk Nolte.

Graciela Iturbide, una de las figuras más emblemáticas e importantes de la fotografía latinoamericana, nos enfrenta a la ausencia. Sus imágenes, a menudo poéticas y surrealistas, adquieren un trasfondo polisémico, retratando la desaparición de forma connotativa, evocando su presencia a través de la huella del objeto, retrato o paisaje vacío que resguarda un pasado doloroso. En 1979 retrató a Lucina Henestrosa, conocida como Na China, madre de Víctor Yodo, quien fue víctima de una desaparición forzada en 1978.

Musuk Nolte ha trabajado desde 2010 en la serie El idioma de los huesos, dedicada a la memoria del conflicto armado interno (1980-2000). Su obra registra las exhumaciones de víctimas y muestra cómo el paso del tiempo y la espera interminable afectan a las familias que aún buscan a sus desaparecidos. Más allá del registro, su mirada intenta traducir la densidad del duelo y la necesidad de justicia.

Manuel Bayo Gisbert se ha enfocado en la fotografía contemporánea. Su serie Un honor sólido se adentra en los espacios donde la falta de un ser querido se vuelve tangible, mostrando cómo las familias siguen enfrentando el dolor de la desaparición vinculada al crimen organizado y al terrorismo de Estado. Es a través de este patrimonio visual que la memoria se mantiene viva, permitiendo atisbar los múltiples conflictos y fracturas estructurales que han marcado al continente.

Ecos nos enfrenta a rostros paralizados, objetos olvidados y lugares desolados que se encuentran en el arte de Iturbide, Bayo y Nolte, reflejando su lucha y compromiso, para recordarnos que la memoria de los ausentes sigue presente, y que la mejor forma de continuar esta lucha es no olvidando.

No es una exposición fácil de ver. Es un viaje que se acompaña por el dolor, una confrontación directa con verdades que a menudo suelen incomodar. La muestra se convierte en un diálogo entre el dolor humano y la lesión de la Tierra, cada retrato, paisaje u objeto expuesto en las fotografías se siente como una herida abierta que nunca cicatriza, dejando un rastro de algo ausente que resuena como un eco de impotencia, tristeza y soledad. Ecos estará disponible hasta el 31 de octubre, una ocasión invaluable para fomentar el diálogo en torno a esta lucha social, y denunciar una de las problemáticas más graves que atañe a nuestra sociedad.


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