La historia de la emancipación de la mujer ha sido gradual y se ha escrito de manera distinta en cada parte del mundo. En el aspecto político, todas las naciones que hoy en día tienen registro de una mujer en algún puesto de poder son parte del resultado de una lucha femenina que comenzó hace siglos, desde sus herramientas y condiciones. Actualmente, podemos ver a mujeres desempeñando diversos cargos y oficios, esto a reserva de la situación socioeconómica de cada nación, en donde aún existe una amplia brecha entre las condiciones laborales de un hombre y una mujer, lo que ha motivado la búsqueda de mejores y nuevas leyes para las mujeres, una lucha que se une a los gritos de justicia que reclama el feminismo.
Este 2025, el Índice Global de la Brecha de Género del Foro Económico Mundial arrojó que Islandia, Finlandia y Noruega son, en ese orden, los países con menor brecha entre mujeres y hombres con relación a factores como: participación económica y oportunidades, nivel de estudios, salud y supervivencia y empoderamiento político. Mientras que -fuera de Europa- Bangladesh, Ecuador, Etiopía, México y Arabia Saudí avanzan hacia la paridad.
La participación de las mujeres en la política no es reciente, siempre ha estado presente, aunque ellas fueran silenciadas u omitidas al momento de contar la historia. Pocas son las mujeres cuyos nombres se identifican en los acontecimientos de un país, pero hoy, con total certeza, sabemos que detrás de cada lucha se guarda el legado de miles de ellas. El sufragio femenino fue uno de los pasos más cruciales que se tuvieron para consolidar la participación de las mujeres en la política como la conocemos hoy en día, desde el poder elegir a un candidato y el poder postularse para serlo.
Reconociendo las trayectorias de mujeres líderes que se han desempeñado en la política, en esta edición de Con-Ciencia hablamos de mujeres que decidieron cambiar la historia que nos enseñaron, en donde los hombres protagonizan gran parte de las decisiones importantes de una nación. Ellas, desde sus convicciones y posiciones, han salido y confrontado al molde político que rige a sus naciones.
El 5 de abril de 1913 arribó a este mundo quien se convertiría en la primera mujer en asumir la gubernatura de una entidad en México, Griselda Álvarez. Hija de Manuel Álvarez García, exgobernador de Colima, y de Dolores Ponce de León, creció en una familia bien posicionada económicamente, que además se había hecho de una buena trayectoria política. Estudió en la Escuela Normal de Maestros y cursó la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM; se desempeñó en cargos relacionados a la educación, la salud, el deporte y la cultura.
Buena parte de sus logros estuvieron relacionados con el respaldo familiar, no obstante, se caracterizó por ser una mujer decidida; en 1977 comenzó su carrera política tras ser senadora electa por el estado de Jalisco, para este momento ya habían pasado 24 años de que las mujeres votaron por primera vez en México. El Archivo General de la Nación relata que, en 1979, Griselda contactó al entonces presidente José López Portillo para comunicarle sus intenciones de asumir la gobernatura de Colima, ante lo que él contestó que debía consultarlo con el pueblo y a lo que ella firmemente respondió: La consulta está hecha y el pueblo está de acuerdo.
Aunque la primera mujer gobernadora tuvo factores económicos y políticos a favor, es probable que, ante el machismo y el sistema conservador del siglo XX, no hubiera podido ser de otra manera en ese momento. Ejerció el cargo bajo el lema Educar para progresar; durante su gobierno reforzó temas relacionados a la educación, las funciones públicas y los derechos de las mujeres, destacando de este último ámbito la creación del Centro de Apoyo a la Mujer; modificó el Código Penal para evitar alumbramientos en la cárcel y abogó por el arresto domiciliario para las adultas mayores, además de impulsar programas para mujeres embarazadas.
Posterior a su gobernatura, estuvo activa en otros cargos relacionados al arte y la cultura, y al estar tan inmersa en la literatura y las letras, escribió los libros Cuesta arriba: memorias de la primera gobernadora y Anatomía Superficial.
Con raíces en Monrovia, Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, la primera presidenta en África, nació el 29 de octubre de 1938. Estudió economía y cuentas en el Colegio de África Occidental en Monrovia, más tarde viajó a Estados Unidos para continuar sus estudios en la Universidad de Colorado, estudiar Economía en Harvard, titularse en contabilidad en el Madison College of Business y cursar una maestría en Administración Pública en la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard.
En 1971 regresó a Liberia para trabajar en el gobierno de William Tolbert, que terminó en 1980 debido al golpe militar liderado por el sargento Samuel Doe, tras ello, Ellen se mantuvo en exilio y aunque regresó a su país para participar dos ocasiones en las elecciones presidenciales, fue hasta 2005 cuando logró su victoria en las urnas ante el ex-futbolista internacional, George Weah. Durante su mandato, se encargó de atender los estragos de la guerra civil que azotó al país más de una década, afrontó la crisis del ébola y promovió cambios a nivel económico, político y social.
La ONU registra que, aún fuera de Liberia, fue administradora adjunta del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y directora de su Oficina Regional para África, fundó Measuagoon, una ONG liberiana de desarrollo comunitario; además, es parte del Consejo de Mujeres Líderes Mundiales, una iniciativa que promueve la participación de la mujer en cargos de dirigencia. En 2011 recibió el Premio Nobel de la Paz por su lucha no violenta, por la seguridad de las mujeres y por su derecho a participar plenamente en la labor de consolidación de la paz.
La primera mujer en ser vicepresidenta y presidenta en Ecuador nació el 5 de diciembre de 1956 en la ciudad de Cuenca, Ecuador. Cuenta con una licenciatura en Ciencias Políticas y un Doctorado en Derecho, además de estudios en periodismo y antropología. Sin embargo, en ella destaca un curioso dato: su mandato presidencial duró menos de una semana.
En 1992 comenzó su carrera política, tras ser nombrada Subsecretaria de Cultura, más adelante fue Ministra de Educación, Cultura y Deportes, hasta que decidió dejar el cargo después de que Sixto Durán Ballén, entonces presidente, solicitara que la religión se impartiera en la educación pública. Este acto le valió reconocimiento y apoyo para colocarse como la primera mujer vicepresidenta en su país. Tras la crisis constitucional de 1977, llegó a la presidencia durante seis días después de que el Congreso decidiera aplicar la sucesión presidencial.
Rosalía Arteaga comparte en su sitio web que en 1998 decidió salir de la vida política y dedicarse a trabajar en las convicciones que la motivaron a comenzar en ella, tales como mejorar la educación y la cultura; por ello, se volvió la presidenta de la Fundación para la Integración y Desarrollo de América Latina (FIDAL), una ONG que promueve la conciencia medioambiental sostenible, mejoras educativas y la democracia. Es escritora, activista social y activista medioambiental con varios proyectos enfocados al cuidado del Amazonas.
Cada una de estas mujeres cuenta una historia distinta, una que decidieron escribir por cuenta propia, una que va más allá del poder, pero que no deja de ser política.