La primera mujer indígena en llevarse el premio a Mejor Cortometraje Documental en el Festival de Cine de Cannes fue Lucía Ixchiu, guatemalteca de la comunidad indígena k’iche'. Activista, arquitecta, gestora cultural y periodista, tuvo su boom en medios el pasado mayo a raíz de su galardón, y en este Top Cine revisitaremos su trayectoria.
En Guatemala existen 25 naciones, de las cuales 22 son de origen maya, lo que resulta en que el 60% de su población sea indígena. Debido a la localización estratégica en el mapa político del mundo, el istmo centroamericano se ha visto fuertemente impactado por las rutas bélicas. La Guerra Fría entre Estados Unidos con la Unión Soviética dejó secuelas y heridas en los tejidos sociales y culturales, que hoy mismo siguen impactando a las comunidades más vulnerables de distintos países centroamericanos.
Bajo este marco, llega Uq’axik b’ë, (Atravesar caminos)… eso soy, un animal que vuela, camina y nada, atravesando fronteras. Así abrió Lucía el cortometraje que le valió el galardón en el Festival de Cine de Cannes. Un material narrado en primera persona que aborda el exilio forzado del que Ixchiu fue víctima, derivado de razones políticas que la llevaron a refugiarse en México. Cada que ha tenido la oportunidad, no la ha desaprovechado para agradecerle a su linaje familiar, ese que le permitió a su madre ser la primera mujer graduada de la familia.
La lucha de Lucía por la justicia se remonta al 2012, cuando la comunidad indígena de Totonicapán se vio masacrada por el ejército. Desde allí comenzó el espíritu activo que no distinguía entre movimientos estudiantiles, ambientales o feministas, y que le valió ser un blanco de amenazas.
Siendo una hija de la guerra, heredera de conflictos, destrucción y genocidio, Lucía Ixchiu creció viendo cómo se perpetraban los territorios indígenas y los cuerpos de las mujeres indígenas. La lucha por la defensa de territorios ancestrales desencadena una ola de violencia hacia las y los defensores de la tierra. Esa es la raíz del exilio de Lucía, cuando se unió a una organización indígena que se remonta a unos 200 años atrás y cuya fundación se dio a partir de la búsqueda de verdadera independencia y autonomía del pueblo k’iche'.
Esta nación abarcaba desde Totonicapán hasta Quintana Roo. Fueron guerreros del mundo. Propietarios de 320,000 hectáreas de bosque comunal, que además es una zona importante de recarga hídrica, son quienes administran este territorio frente a constantes amenazas que lo ponen en riesgo.
Lucía tuvo que entender rápidamente de qué lado de la historia estaba, su trabajo de denuncia entiende a países de Europa también como perpetradores de la historia colonialista. Y el trato del mundo, con sus políticas de acogida y de apoyo al refugiado, es un reflejo de una sociedad que todavía no está lista para convivir con la diversidad del mundo.
La trayectoria fílmica de Lucía Ixchiu apenas comienza, con participación en otras organizaciones en donde también aporta su visión como cineasta, o conversatorios, en donde tiene participación en el panel, se ha vuelto una figura que abre camino a otras historias, otras miradas, que hoy están luchando desde las sombras y que imperan el llamado a la acción.