Para dar la vuelta

Tlatlauquitepec, donde las estrellas brillan arriba, y las luciérnagas, abajo

Frida Rosales V.
Gaceta Nº 241 - 15 de agosto, 2025



Son los primeros días de agosto, la lluvia ha enverdecido todo a su paso y la Sierra, tan orgullosa de sus curvas y sus árboles, se deja admirar por el andar de la carretera. Algunas horas después, de entre los sembradíos y las brillantes hojas verdes, se asoman tímidamente unos cuantos tejados, bajos, para no desviar la vista de lo importante, y cada vez se le suman otros y otros más.

Hemos llegado, el destino es difícil de pronunciar al primer intento… Tlatlauquitepec, Tlatlauqui, para los visitantes; lugar del cerro que colorea o arde, según los ancestros que lo nombraron del náhuatl. Y es gracias al INAH y sus Paseos Culturales que hoy me encuentro aquí, la tierra que alguna vez fue habitada por olmecas a principios del siglo XVI, para posteriormente recibir a chichimecas y toltecas que huían del avasallante poder de los aztecas. Luego estos lograron alcanzarlos y gobernar, hasta que llegó el pez más gordo de la Conquista y nunca lo soltó.

Cerca de 60,000 habitantes hacen de Tlatlauqui una ciudad pequeña, de clima húmedo y cálido por su cercanía con el Golfo, y de una neblina espesa que, como reloj suizo, cobija las calles y las casas a partir de las 15:00 horas. La razón de nuestra visita nos ha citado más tarde, y durante al menos un par de horas, lo único que queda es dejarse bien venir por el lugar y su tostado aroma a café. El itinerario nos marca un encuentro antes de probar platillo, y es que, como recién mencioné, horas más tarde tenemos una cita muy importante para la cual hay que estar preparados. Así es como cruzamos el centro de Tlatlauquitepec, adornado de portales, bancas y paseantes, para reunirnos con Ángel Nochebuena y el resto de su equipo, ¿la razón? Ellos son los voceros de los brillantes y pequeños seres que estamos a punto de ver en la Presa La Soledad y son quienes nos explicarán sobre su gran relevancia natural.

Son tres meses los que hacen que Tlatlauquitepec cobre vida y siga respirando hasta la misma temporada del siguiente año. Tres meses en donde turistas de toda la República tendrán la misma cita que yo con brillantes y parpadeantes luces… todos estamos aquí para visitar a las luciérnagas. Estos artrópodos tienen un gran valor local, una inyección cercana a los 17,8 millones de pesos, para ser precisa, de acuerdo con las estimaciones de Ángel. La brillante luciérnaga que nos ha de recibir esta noche será la photinus palaciosi que no es la misma a la de Tlaxcala ni a la de ninguna otra, pero es una de las 301 especies que tiene México y que lo dejan como el segundo país con mayor diversidad de luciérnagas. Ella, a diferencia de otras, tiene presente su órgano fotógeno, lo que no sólo permite que nuestros ojos las perciban brillantes, sino que a ella le permite comunicarse y diferenciarse de entre otras especies.



Sin embargo, como es de esperarse, no todo lo que brilla es necesariamente bueno para la luciérnaga, pues el turismo desmedido y descontrolado ha representado una amenaza para estos seres, comenzando justo por aquello que mal llamamos temporada de luciérnagas, que no es sino únicamente su etapa adulta, en donde pueden reproducirse y brillar; además, es también el ciclo más corto de su vida. Todo lo que sucede antes, es su etapa de crecimiento y desarrollo, en donde son larvas que crecen en el suelo y en los árboles, y al no conocerlo, los visitantes caminamos sin saber que, en realidad, las estamos matando. Eso sumado a la tala de árboles, hacen de nuestra visita una completa amenaza, cuando el objetivo es que justamente, pase totalmente desapercibida.

Con algunas notas en mente, hacemos una escala para consentir a nuestro paladar con un buen mole, y ahora sí, emprender el viaje cuesta abajo en dirección a La Soledad. A 1,715 metros sobre el nivel del mar, esta presa nos recibe con aún más calor que el centro de Tlatlauquitepec, que se encuentra unos 100 metros más arriba, y se alimenta de lo que el río Apulco deja caer.

Caída la noche, emprendemos el viaje en lancha presa adentro; al principio, una luz pálida alcanza a iluminar algunos de los montes adornados de neblina. Pasados algunos minutos, todo es oscuridad, sólo los remos levantando algunas olas, el fuerte canto de las chicharras y uno que otro croar de los sapos. Le preguntamos algunas cosas a Carlos, quien parece imparable con el movimiento de los remos… mi señora le pone chile chipotle al mole, no chile ancho; y también pimienta en hoja, no en semilla. ¿qué es lo que comen allá en la ciudad? Curiosea igual que nosotras. Es que todo es muy caro allá, y ni es bueno. Con su pesca del día y su tierra tapiada de cultivos, nos ha dejado sin más que agregar, su tierra le gana a mi tierra. De repente nos interrumpe un entusiasmado ¡mira, allá están! Y los seis paseantes dejamos de prestarle atención a la victoria de Carlos para alzar la mirada que prontamente fija el iris en una destellante y tímida luz a lo lejos, en la copa de los árboles… las luciérnagas entraron a escena.

El negro telón de la noche se adorna con sus destellos, ellas no tienen idea de que son la razón de nuestro viaje. De pronto nos unimos al silencio y la competencia pasa de la virtuosa vida en la Sierra a qué lado de la barca tiene mejor vista a las luces… es una competencia sin sentido, la vista es tan privilegiada como inefable en ambos extremos. El recorrido dura cerca de dos horas, no hay más que hacer, salvo unirse a la atmósfera y aceptar la futilidad humana. Cuando la barca regresa al muelle, es momento de partir, no sin antes probar unos tlayoyos y su perfumado relleno de alverjón, hoja de aguacate y salsa roja, que si preguntáramos qué lleva, no dudaría en recibir la respuesta que mi abuelita, quien era de tierras cercanas, daba: puro jitomatito, porque ahí uno sólo adquiere el secreto entrando a la cocina, no hurtando sus sabores.

El día dos nos espera con la primera parada al Ex Convento de Santa María de la Asunción 1531, que, efectivamente, fue construido en ese año. Albergó a los franciscanos y su construcción es mucho más compleja de lo que a simple vista nos deja ver. La conforman 32 arcos a su alrededor y cuatro corredores. El techo es un artesonado de influencia mudéjar, de una sola nave. Su acceso muestra un arco de medio punto y la ventana coral es adintelada. La composición se complementa con óculos, nichos, cuadrados, jarrones y pilastras; al pararse en medio de su plaza, con una privilegiada vista al Cerro Cabezón, que desde ahí nos señala la siguiente parada, uno fácilmente puede imaginar el huerto que alguna vez ese patio fue.

Con las botas llenas de lodo en orgullosa señal de que no somos recién llegados, hemos de partir hacia nuestra última parada, justo a aquel Cabezón que da nombre a este municipio y que acentúa la cima del lugar.

A diferencia del día anterior, ahora hace frío, tiene sentido, estamos más lejos del mar… 2,271 metros por encima de él. El suelo que pisamos está formado de esquistos, lo más profundo de la corteza terrestre, la siguiente capa se cubre de calizas, le siguen las rocas intrusivas y por último, los depósitos volcánicos recientes, esos que son fáciles de desmoronar. Al menos eso fue lo que entendí de Erika, apasionada y entusiasmada geógrafa que guía este recorrido, y quien, de tanto en tanto, se pone en cuclillas, reserva alguna piedra de muestra con la esperanza de ver entendimiento en nuestros ojos, y luego la regresa a su lugar… ella entiende todo, su visita pasa desapercibida para el ecosistema, pero para ella, no hay ni una señal de irrelevancia en lo que está viendo.

Vamos cuesta abajo, el recorrido ha terminado, nos despediremos como mejor sabemos hacer los mexicanos, comiendo. Sentados todos a la mesa intercambiamos observaciones, experiencias, risas y hasta disgustos, fueron dos días intensos y maravillosos que han llegado a su fin… al menos hasta que llegue el siguiente.

Los Paseos Culturales del INAH son variados, asequibles y continuos. Ante una época en donde el turismo ha incrementado, nos hemos olvidado de que hay una responsabilidad turística también, y este proyecto nos invita a replantear nuestro papel en ello. No dañemos el ecosistema, respetemos y apoyemos al comercio local, observemos y cuestionémonos qué es lo que nos está rodeando, por qué es, por qué no es.

Espero haber logrado el objetivo de transmitir la magia de este lugar y de la gente que lo hizo posible, agradezco profundamente la bienvenida del INAH y de aquellos que lo conforman, y para quienes estén interesados en explorar la ciudad de la mano de historiadores, geógrafos, arqueólogos y todas aquellas mentes que conocen sus secretos, a continuación, compartimos parte del programa de Paseos Culturales durante agosto y septiembre.



Próximos eventos


Jueves 21 de agosto
La fábrica del séptimo arte. Estudios Churubusco


Acompáñanos a visitar las entrañas de este recinto, donde podremos conocer cómo se realizan las películas, cortos videos, documentales etc, además de recorrer el centro de edición y restauración de este lugar.

Recorrido: Peatonal
Expositor: Historiador, Gerardo Dávalos Vázquez
Precio: $253.00 p/persona


Viernes 29 de agosto
Ecos del Segundo Imperio Mexicano


A través de este recorrido, exploraremos la vida cortesana, los contrastes sociales, las tensiones políticas y culturales de la época, y la influencia del romanticismo europeo en la arquitectura, el mobiliario y el arte del castillo. Una experiencia que invita a reflexionar sobre los ideales, contradicciones y legado de un imperio efímero en la historia de México.

Recorrido: Peatonal
Expositor: Historiadora Nelly Ramírez Delgado
Precio: $253.00 p/persona


Domingo 31 de agosto
"Non fecit taliter omni nationi": la Villa y su legado novohispano


Indagaremos el sentido y significado de la arquitectura del antiguo santuario, obra del afamado Pedro de Arrieta. Conoceremos algunos de los elementos sobrevivientes de ese espacio virreinal, desde la arquitectura de sus templos hasta el acervo pictórico que compone parte de su colección de pintura.

Recorrido: Peatonal
Expositor: Historiador, Sergio Fuentes


Sábado 6 de septiembre
"Un pueblo modelo". La Colonia Nápoles. Ciudad de México


Conoceremos la evolución de una de las colonias más populares de la ciudad y terminaremos el recorrido en uno de sus negocios con mayor historia.

Recorrido: Peatonal
Expositor: Historiadora, Carmina Pérez Juárez
Precio: $253.00 p/persona


Domingo 7 de septiembre
Entre mosquitos y el paisaje lacustre. La zona chinampera de San Juan Moyotlan. Centro Histórico, Ciudad de México


Partiremos de los trabajos de rescate y salvamento arqueológico, así como de los hallazgos recuperados en diferentes predios. Reflexionaremos sobre sus transformaciones socioculturales desde la época prehispánica hasta nuestros días.

Recorrido: Peatonal
Expositor: Patrimonialista Histórico, Mario Hernández Aguilar
Precio: $253.00 p/persona


Contacto


Además, compartimos su información en caso de querer mayores detalles:
Instagram: @paseosculturalesinah
Tel: 55 4166 0780 al 84 Ext. 417535
inah.gob.mx


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