La exuberancia de un show es parte de la memoria musical que forma a un artista, algunos optan por el arte en su forma más pura, es decir, la voz o los instrumentos necesarios son lo único que adorna el escenario. Otros tantos, harán algunos esfuerzos de iluminación, pantallas y brazaletes para acompañar sus actuaciones, pero hay un tercer grupo de artistas cuyas carreras musicales no dependen de sus más recientes actuaciones.
La contraparte de los encuentros casuales de los Tiny Desks, en donde todo es íntimo y discreto, se presenta en este Pantalla Sonora, que celebra el encuentro de dos gigantes, en donde la magnificencia de los recintos es lo único que puede superar a estas leyendas musicales.
Para celebrar 50 años de la emisora FIP, If It’s Love, The Dock of the Bay o Shape of My Heart fueron algunas de las piezas que iluminaron el interior de este recinto, mismo que también sirvió de escenario de este exclusivo concierto en el marco del medio siglo de carrera musical del británico que se acompañó aquí de Dominic Miller, amigo y guitarrista de Sting, Frédéric Renaudin en el teclado, Rhani Krija a la percusión y las coristas Sophie Thiam y Othman Coradidi.
El péndulo de Foucault es el soberbio adorno que enmarca el concierto; una bola de hierro de 28 kilogramos suspendida en la cúpula de este mausoleo colgada de un cable de acero que, en conjunto con una balsa circular llena de arena y una aguja, fueron la demostración de la rotación terrestre.
¿Por qué siendo una emisora francesa, invitaron a un cantante británico? No por falta de talentos, eso es claro, sin embargo, fue también un abrazo entre naciones que recordaba a Sting como el primer artista en presentarse en teatros parisinos tras los atentados del 13 de noviembre en esta capital.
A las afueras de Nápoles, la mítica ciudad de Pompeya emergió de entre la lava volcánica del Vesubio para convertirse, años más tarde, en escenario de una de las bandas británicas más aclamadas de todos los tiempos.
En el anfiteatro de Pompeya, David Gilmour, Nick Mason, Roger Waters y Richard Wright daban fin a su fase de rock espacial con Live at Pompeii, un concierto grabado en 35 mm que fue originalmente pensado para televisión.
Este concierto quedó inmortalizado por el cineasta Adrian Maben, quien sucumbió ante el amor por el arte de la banda británica, su música y la intriga que la agrupación le generaba. Piezas llenas de sonidos electrónicos y diferentes le resultaron fascinantes.
El 15 de abril de 2012, Canal Veintidós cubría la despedida de Chavela Vargas de los escenarios con La luna grande, un homenaje a Federico García Lorca.
La dama del canto festejaba el preámbulo de su cumpleaños número 93 enmarcada por el arrogante telón de cristales Tiffany. El antiguo Teatro Nacional, cuya construcción quedó marcada por el régimen de Porfirio Díaz y la Revolución Mexicana, fue testigo de muchísimas figuras importantes para México, y su arquitectura ecléctica de art decó, neoclásica y moderna, fueron también sede en pos de la costarricense.
Cruz de olvido, Piensa en mí, La llorona y Luz de luna, fueron parte de la lista seleccionada por Chavela, quien se acompañó de Eugenia León y Martirio, así como de Laura García Lorca, sobrina del vate español, en este concierto cuyas butacas aclamaban ¡Por ti vivimos y por ti morimos! con gran fervor.
En aras de la apertura de un nuevo auditorio para Magdalen College, una universidad en Oxford, Inglaterra, Anthony Smith, entonces presidente de la academia, levanta el teléfono en busca de una figura que no trajera música sacra, pero que sí pudiera ser interpretada por un coro de iglesia.
Con Standing Stone y Liverpool Oratorio como antecedente de ejercicio orquestal, Paul McCartney es la mente que se une al proyecto Ecce Cor Meum (Behold my heart) y de la mano del Magdalen College Choir, dan vida a este álbum de cuatro movimientos que tomó cerca de 10 años en completarse por el fallecimiento de Linda McCartney. Años más tarde, cuando Paul retomó la propuesta, compuso Interludio, pieza entre el tercer y cuarto movimiento, que refleja el momento de luto por el que el compositor atravesaba.
Tal vez su aparición en esta lista resulte un poco tramposa, pero, aunque la voz de Sir. Paul McCartney no resuene en las paredes de este recinto, sí son sus composiciones las que hacen estremecer cada rincón en las voces de este magnífico coro.