El Librero

De cómo hablar bien

Por: Frida Rosales V.
Gaceta Nº 227 - 16 de enero, 2025



La simple presunción de fingir una correcta escritura o habla de mi parte sería un gravísimo error, así que esa insinuación que, por el título de la nota pueda aparentar, la dejo descartada de manera rotunda. Pero es justo por ello, - por la intención de hacerlo bien y no por miedo al fracaso, dejar de intentarlo – que para aquellos que, como yo, se saben débiles, flojos, frágiles, endebles en el español, pero todavía tienen a flor de piel los ánimos de mejorar en este año, traemos un Librero con dos títulos que creemos, pueden ser de ayuda en esta amplísima y ardua labor de hacer un justo uso de la lengua.


Defensa apasionada del idioma español (Álex Grijelmo)


El lenguaje representa lo más democrático que la civilización humana se ha dado. Hablamos como el pueblo ha querido que hablemos.


Abrimos esta recomendación con una obra que da vida al principio más básico e inquebrantable: la lengua es una entidad viva. Cambia, evoluciona, tal como lo hace el ser vivo y tal como, en el ideal, hace nuestra sociedad.

Comas derramadas sobre el papel y el poco recato al momento de usar el idioma, son algunos disloques sintácticos que señala este texto entregado al habla. Es verdad, nos hemos vuelto cada vez más desvergonzados a la hora de escribir, pero también nos hemos vuelto menos exigentes al momento de leer.

Para alimentar el contexto, hemos de demostrarlo a continuación bajo el mismo ejemplo utilizado en el texto original sobre un letrero en la calle:


El servicio de T.V. vía satélite, estará suspendido, alrededor de cuatro días, plazo estimado para la impermeabilización de la zona donde están ancladas las mismas. La comunidad de propietarios.


La maravilla del texto no recae en señalar, sino en el arte sarcástico para explicar: “las mismas” no tiene un antecedente en el comunicado, pero pasamos de largo porque entendemos que quiso decir “antenas”. O “el plazo estimado” es una calca del inglés, que usa estimated como equivalente a aproximado, pero el español lo relaciona con tener aprecio por. El resto de los errores presentes en el comunicado se lo lleva de tarea, y no por falta de ganas por compartirlo aquí, sino porque realmente vale la pena leerse el libro completo y dejarlo como un elemento indispensable en la biblioteca de casa.

Este libro también tiene a bien señalar una hiriente realidad, en la educación primaria y secundaria se ha reducido la enseñanza de lenguas clásicas (latín y griego), así como de la literatura e historia… ambas suponen un mal terrible: el desprecio del pasado. El olvido de los orígenes del idioma acarrea que los jóvenes no tengan inconveniente en aplicar también la goma de borrar a la historia del hombre.

Lo último que quiero recuperar de este título es lo que a su vez lo hace tan indispensable. No debemos ver el correcto uso del habla y del idioma con una habilidad que atañe a quienes viven del oficio de juntar palabras, sino como una responsabilidad individual, un compromiso con nuestra cultura y con nuestra evolución y yo agregaría que sería casi un tributo a nuestro derecho del habla, eso que tantas veces se ha osado silenciar.


Inventario general de insultos (Pancracio Celdrán)


Nosotros los hispanohablantes tenemos una particular oferta de palabras que es bastante nutrida, los mexicanos – entre todo lo que incluye nuestro paquete de fábrica – traemos un espíritu musical, de altos decibeles y de alma aguerrida. Con esto en mente, la segunda recomendación la dejamos para este periodista y profesor español quien, tiene ya una vasta colección de buenos improperios, -aunque en algún momento también llevó armoniosos elogios a las hojas -. Poco más de una década antes de El gran libro de los insultos, probó primero con la sencillez de un inventario. Insulto es un asalto, ataque, acometimiento. Del latín assalire, significa saltar contra alguien para hacerle daño de palabra con claro ánimo de ofenderlo y humillarlo.

En las primeras páginas, Celdrán nos deja ver los tres grados que ha considerado para el insulto: la insolencia, cuando le perdemos a alguien el respeto. Un acto que bien puede ser palabra de obra, acción o incluso un silencio. El segundo se califica bajo el improperio, es decir, injuria en la palabra sin una razón de por medio y la tercera, es esta misma, la injuria, un ultraje verbal o de obra mediante maltrato o desprecio.

El ejemplar extrae de la riqueza hispana los insultos más sonoros y gráficos, una especie de guía para evitar a toda costa ser un badulaque, de segunda tarea se lleva averiguar el significado, pero para alimentar la curiosidad, inicialmente era una especie de cosmético que las mujeres usaban para el rostro, hoy, es algo que humano alguno gustaría escuchar de sí mismo.

Pero, aunque el acto implica hacer daño, este inventario se recomienda por el gusto de saber y de arrebatarle otro poco del mundo a la ignorancia, y si se usan, que se usen bien, con un pleno conocimiento de lo que significa; y por continuar con el puro gusto de compartir, dejo un improperio que tanto revuelo causó, porque sí, su empleo ha sido siempre peyorativo y con alto desdén, y que la afición mexicana del fútbol tanto gusta de emplear: puto. Este término tenía como acepción principal la de individuo o sujeto de quien abusan libertinos y degenerados, gozando con esa indignidad como goza hombre con mujer. Y sus primeros usos se remontan al siglo XV, pero presente en cada siglo posterior a este, dentro de Coplas del Provincial, Entremés que hizo a ruego de una monja parienta suya y en Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, por mencionar algunos. Pero no me crea y no se quede con lo primero que le dan, léalo usted mismo en este enriquecedor ejemplar.



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