Top Cine

Una Silvia para cada ocasión

Por: Redacción Gaceta Veintidós
Gaceta Nº 224 - 2 de diciembre, 2024


Un 12 de septiembre de 1931 en Guaymas, Sonora nació la primera actriz, Silvia Pinal Hidalgo, una mujer con gran versatilidad artística que incursionó en el teatro, el cine y la televisión. Desde su vida escolar mostró interés por aquel mundo que la llevó a participar en actividades internas hasta ser coronada como la artista de la escuela. Luis G. Pinal, segunda pareja de la madre de Silvia, apoyó a la diva en su camino hacia el mundo artístico, no sin antes pedirle que estudiara una profesión para después dedicarse a la actuación y el canto. Más adelante ingresó a la Escuela de Bellas Artes para estudiar actuación, donde fue alumna de personajes como Carlos Pellicer, Salvador Novo y Xavier Villaurrutia. Su primer papel fue en la obra Sueño de una noche de verano de William Shakespeare y fue al estar bajo la luz del escenario que se dio a conocer por el público, quien la recibió con los brazos abiertos. Esto la llevó a colaborar en la XEQ y participar en comedias radiofónicas.

También probó suerte como cantante de ópera, pero su carrera realmente despegó en el ámbito de la actuación siendo su primer debut en 1948 con Bamba, una cinta dirigida por Miguel Contreras en la que, pese a tener un papel secundario, le serviría para ir trazando su camino hasta ser reconocida hoy como la última gran diva del cine mexicano. A recientes días de su fallecimiento, honramos la memoria de Silvia Pinal con un Top Cine en el que reconocemos su amplio rango actoral, cuyas participaciones la llevaron a colaborar con grandes personajes del séptimo arte a nivel nacional e internacional.


Sus primeros años


En el mismo año de 1948 dio su siguiente paso en el cine con El pecado de Laura, película dirigida por Julián Soler y Alfredo Salazar, un melodrama que trata sobre una joven que soñaba con ser una bailarina famosa, aunque finalmente resulta ser engañada. Silvia encarna en esta cinta a Juanita, la hermana de José, un taxista que está enamorado de la protagonista.

En 1949 Silvia participó en películas donde la comedia y el drama se encontrarían presentes, Escuela para casadas de Miguel Zacarías sería su siguiente trabajo. Aquí también tendría un papel secundario en esta comedia que va de una mujer que funda una escuela para que las mujeres aprendan a defenderse de sus esposos. Tan solo en ese primer año en el que Silvia debutó, participó en siete largometrajes.


El pecado de Laura, 1949



Codeándose con los grandes


En La mujer que yo perdí (1949) Roberto Rodríguez lograría juntar por primera vez a Silvia con Pedro Infante. Años después, en 1952, sería invitada por el director Rogelio A. González para ahora protagonizar junto a Pedro Infante, Antonio Aguilar y Marga López la película Un rincón cerca del cielo, la historia de un hombre que llega a la capital buscando mejores oportunidades que lamentablemente no encuentra, pues al ser despedido constantemente de los empleos que a duras penas consigue, termina considerando el suicidio como la mejor decisión. Esta cinta le valió a Silvia el Premio Ariel a la Mejor Coactuación Femenina en 1953, la primera de cinco de estas estatuillas que ganaría a lo largo de su trayectoria.

Pasaron cuatro años y 25 papeles de por medio para que rodara Una cita de amor, la cual se estrenó en 1958 y fue otra de las colaboraciones que tuvo con las grandes figuras del cine mexicano, el director Emilio El Indio Fernández. Aquí, Silvia protagoniza el papel de una mujer que enfrenta a su prestigiosa familia para lograr casarse con el hombre al que ama, una de sus participaciones más reconocidas en el género de romance y drama.


Una cita de amor, 1958


De comedia y otros encargos


Dentro del legado de la eterna Viridiana, quedan sus más de 100 personajes interpretados, los cuales dieron gloria a la televisión nacional cuando se le vio de la mano de otras grandes figuras como Germán Valdés Tin Tan en El rey del barrio (Dir. Gilberto Martínez Solares), en donde protagoniza a Carmelita, la vecina de un ferrocarrilero en esta versión de un moderno Robin Hood. En esta cinta, Tin Tan le canta a Silvia la canción Contigo. También compartió créditos con Mario Moreno Cantinflas, en el drama comedia Puerta, joven (1950), en la que interpretó a Rosa María, la joven vecina del mimo mexicano. Los primeros minutos en pantalla son todo comedia y chistes a la medida de la época, pero conforme la historia avanza, la trama se convierte en un Cyrano de Bergerac cuando el amor de Cantinflas lo lleva a hacer de todo para que su vecina pueda recibir una operación y vuelva a caminar. Por supuesto también en esa lista está Pedro Infante con El inocente (1956), quien, entre interpretaciones de temas como Mi último Fracaso, Juegos infantiles o No volveré, trae a la pantalla esta comedia en donde Mané (Silvia Pinal), rica y caprichosa, se encuentra varada en medio de la carretera a Cuernavaca en noche vieja y es Cutberto Gaudázar Cruci (Pedro Infante), el joven mecánico que la rescata.


El rey del barrio, 1950


En el lente de Buñuel


Simón del desierto, 1965


Llena de anécdotas y resistencias, Pinal fue una figura tan grande como la época de la que formó parte, y entre sus grandes intervenciones, tres fueron de la mano del director aragonés de cine surrealista Luis Buñuel, con quien filmó las cintas Viridiana (1961), una mordaz crítica a la religión que se llevó la Palma de oro en el festival de Cannes y cuya historia censurada en España durante el franquismo aborda los límites de la fe y la devoción en medio de profundos signos inspirados en dos elementos de la vida de Buñuel: la historia de una santa poco conocida que le fue enseñada en la escuela, y una fantasía sexual que tuvo con la entonces reina de España. El ángel exterminador (1962), una parábola de la descomposición de una clase social encerrada en sí misma que sirve nuevamente de crítica por parte del director sobre la burguesía con personajes que rápidamente abandonan toda aparente elegancia, para tomar valores salvajes y comportamientos rudimentarios que apelan a conceptos marxistas; y Simón en el desierto (1965), un mediometraje de 45 minutos en el que Pinal interpreta a una femme fatale.

La historia parte de un acto pasional e irracional de Simón que dedica su sacrificio a Dios, y quien se ve rápidamente sometido por la tentación del diablo. Esta obra crítica viaja al siglo XX para enseñarle el futuro a Simón, esto a manera de analogía a La ética protestante y el espíritu del capitalismo de Webber, quien argumenta que estas dos materias se sostienen de pilares similares, devoción, fidelidad y disciplina. Esta cinta se hizo del Premio especial del jurado en el Festival de Cine de Viena y entre otras cosas, también fue el primer desnudo que la diva haría en la pantalla, un momento sin duda controversial para la época.

Protagonista de la primera telecomedia mexicana, hoy telenovelas, fue una figura a las que hoy sólo aspiramos. Cine, televisión, teatro e incluso radio, supo cabalgar y cambiar ágilmente de género, de comedia a cine de autor, de femme fatale a pueblerina, incluso de mujer a hombre y por último, de actriz a legado. Hoy México despide a la última diva de sus dorados años con la noción de que nunca regresarán, pero que siempre se quedarán.



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