Por: Manu Portillo

Edgar Degas, el pintor que retrató la intimidad del impresionismo

El impresionismo fue un movimiento artístico que rompió con los cánones establecidos por el arte clásico y se centró en la habilidad de su creador para capturar la luz del momento retratado. En este movimiento, las personas con identidad dejaron de ser recurrentes en los lienzos y se dio paso a una etapa llena de sujetos y figuras sin identidad retratados en situaciones o paisajes pertenecientes a la vida común. Este fue un momento de la historia en el que surgieron varios de los grandes maestros pintores de la época moderna, siendo uno de ellos, y a quien dedicamos este Con-Ciencia, Hilaire-Germain-Edgar De Gas, conocido comúnmente como Edgar Degas.

Degas es uno de los casos más interesantes dentro del grupo de fundadores del movimiento impresionista, esto debido a su personalidad misteriosa e introvertida junto con su estilo pictórico, el cual se establecía dentro del impresionismo por el manejo de la luz y el movimiento, pero que también mantenía elementos del dibujo clásico derivados de su formación dentro de la École des Beaux-Arts.

Los paisajes naturales, característicos del movimiento, no resaltan tanto dentro de la carrera de Degas, la razón de esto es que él se centró en retratar escenarios interiores que nos ubican frente a la intimidad de un París bohemio y perdido entre épocas de guerra y paz. Podemos considerar que las pinturas de Edgar Degas son ventanas que nos muestran el interior secreto de escenas que, hasta ese momento, eran poco vistas en el arte, como: la privacidad de un camerino en donde las bailarinas se preparan para una presentación o el interior de una alcoba en la que podemos ver a una pareja discutiendo.

Lo anterior, fue una de las principales características del trabajo de Degas, ya que fue uno de los pocos impresionistas que no mantenía a la luz como principal eje rector de su obra, sino que utilizó al instante y la captura del mismo, como principal motivo de creación. Sin duda, su estilo aprovechaba la luz y técnicas del momento, pero su trabajo da un paso adelante con composiciones asimétricas, encuadres poco ortodoxos y que se asemejan a lo que ahora es un encuadre fotográfico, además, mostraba desorden dentro de los elementos que componían sus cuadros y una tensión psicológica que se genera al estar frente a alguna de sus obras, las cuales, pese a tener una escena bella, evocan una sensación de que algo extraño sucede dentro de estas.

Para poder comprender un poco más el estilo de Degas, nos dimos a la tarea de encontrar distintas obras del artista que nos permitan ver de manera clara los elementos que dieron personalidad a su obra y que la hicieron resaltar dentro de un movimiento lleno de genios atemporales y que marcaron la historia del arte mundial.


Apropiación de lo real visto a través de la pintura La orquesta de la Ópera (1870)


Como ya mencionamos antes, Edgar Degas fue un artista que se centraba en retratar momentos efímeros, pero cargados de significado, momentos que muchos pasan por alto, debido a que algo más atrae su atención dejando de lado las historias que ocurren frente a sus ojos. De esta manera, Degas tomaba esos momentos reales y espontáneos para apropiarse de ellos y plasmarlos dentro de un cuadro.

En el caso de La orquesta de la Ópera, podemos observar en primer plano a un fagotista inmerso en la pieza que se está interpretando junto a los demás músicos ubicados en el foso oscuro frente al escenario. Todos los músicos, a excepción de uno, comparten el mismo semblante de concentración durante su ejecución musical, además de que mantienen una pose natural y muy coherente con lo que está sucediendo dentro de la escena. La concentración de cada uno de los músicos inmersos en la penumbra del foso olvidado, se vuelve el principal protagonista de la obra, que termina opacando a las coloridas bailarinas que se encuentran en segundo plano sobre el escenario.


Tensión psicológica vista a través de las obras Mujer con binoculares (1872) e Interior (1868)


Otra de las características que ayudan a identificar una obra realizada por Degas, es la tensión psicológica que genera una gran parte de su obra. Mientras otras pinturas de la época evocan tranquilidad y paz, la mayoría de obras de Degas presentan una sensación de penumbra o de que algo está fuera de lugar. Esto lo logró por medio del manejo de la luz y la narrativa dentro de sus piezas.

En el ejemplo de Mujer con binoculares, podemos apreciar a una mujer sola frente un fondo ocre en una composición central muy normal, pero con la característica de que el rostro de la mujer es indistinguible y no tenemos un contacto real con ella, sino que lo único que vemos es que está mirando de frente a través de unos binoculares. Esta composición y narrativa suspensa genera una tensión por saber qué es lo que está en el plano que quedó fuera de la obra y que capta la atención total de la mujer retratada.

En el caso de la obra Interior, la escena es un poco más evidente, pero de igual manera, mantiene un aura de misterio al presentar el interior de una habitación bajo una tenue iluminación amarilla generada por una sola lámpara que se encuentra en segundo plano. En el cuadro se puede apreciar a dos individuos de relación desconocida con un lenguaje corporal intranquilo que pareciera ser posterior a algún tipo de riña; esto puede representar un momento de calma entre peleas o la simple resignación de que ya no se puede hacer más por resolver la tensión entre los dos protagonistas.



Composición heterodoxa vista a través de la obra La estrella (1876)


La composición es uno de los elementos más importantes dentro de la narrativa y perspectiva estética de una obra, ya que dota de elementos que influyen en la manera en que el público percibe un cuadro. De la composición depende que una pintura sea llamativa, dinámica o tensa. En el ejemplo de la obra La estrella podemos notar un uso de composición y encuadre que llaman la atención por el ángulo en el que se observa a la bailarina. La perspectiva es como si estuviéramos viendo la escena desde un balcón que normalmente era ocupado por personas de alto nivel adquisitivo.

Además de lo anterior, la composición lleva toda nuestra atención a la bailarina que parece disfrutar de la ovación de un público entregado ante su actuación, y las figuras que se encuentran en segundo plano pasan a ser figuras anónimas sin rostro y con el cuerpo perdido entre los pliegues del telón. Algo interesante de la composición que manejó Degas en esta obra es que rememora al tipo de encuadre que se utiliza en la fotografía moderna, logrando capturar la esencia del momento y el movimiento real de la escena retratada. Si no fuera por el uso de la luz y las pinceladas suaves, esta obra podría ser catalogada como realista más que impresionista, solamente por el tipo de encuadre que evoca más a la realidad.


El misterio de la imagen y trabajo de Edgar Degas aún tiene muchas facetas para investigar, ya que se conoce muy poco de su vida privada y se especula mucho sobre su postura ante ideales poco aceptados en nuestros días. A pesar de esto, no podemos negar la importancia histórica que tiene su trabajo dentro del arte mundial, pues su visión logró generar un registro de la intimidad del París del siglo XIX, el cual ahora podemos experimentar cada vez que vemos las paredes de los museos más importantes del mundo.