Por: Rebeca Avila

Nat King Cole. El primer presentador negro de la TV. Y el Mes de la Historia Negra

Desde los años 70, en Estados Unidos (y algunos otros países como Canadá, Reino Unido, Irlanda) se habla de febrero como el Mes de la Historia Negra. Constituido para reconocer las aportaciones de la comunidad afrodescendiente y el papel fundamental que ha desempeñado en el desarrollo de este país. Aprovechando esa fecha, recordamos precisamente a un hombre que zanjó el camino para muchos otros de los suyos: Nat King Cole, cuya carrera nunca fue estrictamente dedicada al jazz, sino que fluctuó entre diversos nichos: su primera etapa fue como brillante pianista de jazz, que cosechó éxitos como Sweet Lorraine, Straighten Up and Fly Right, The Christmas Song -una de las canciones que más dinero ha generado en la historia de la música-, Unforgettable o Mona Lisa; a partir de este último éxito fue encaminándose más como cantante de baladas. Antes de este acto de traición -según sus colegas- a sus raíces, también experimentó con el bebop; incluso lanzó álbumes completos en español con los temas Piel canela o Aquellos ojos verdes. Pero al final de su carrera terminó siendo un referente más bien del pop blanco con canciones como LOVE, una de las más populares y lanzada poco antes de que falleciera el 15 de febrero de 1965.


La contrarrespuesta de Cole al bibop

La historia de la música popular del XX en adelante está fuertemente arraigada a la expresión artística afroamericana -específicamente en los Estados Unidos-. Mucho de lo que se ha escuchado por décadas y que escuchamos ahora tiene su origen en mayor o menor medida en el jazz, considerado hasta los años 40 como música vulgar y cuyos ejecutantes, con obvias y racistas razones, no poseían un intelecto ni similar al de los blancos.

Este amplio género que nació como expresión ideológica ante la segregación racial, se fue metiendo sin pedirlo y esperarlo entre el gusto del público dominante, sin embargo, los blancos pudieron aceptar la música jazz, la música negra, de a poco, pero esa discriminación no permitió derribar el estereotipo de músicos negros como inferiores intelectualmente. Esta simulación de aceptación, en la que los blancos jugaban a ser los progresistas accediendo a que se tocara jazz en sus espectáculos y que circulara en las estaciones de radio, pero sin dejar de considerarlo como música no refinada tuvo su respuesta en el bebop, una suerte de élite de intérpretes con nuevas composiciones con tal complejidad que sólo ellos podían ejecutar, para así marcar una separación de la industria musical estadounidense dominada por los blancos. El bop tuvo exponentes tan importantes como Miles Davis o Charlie Parker, pero Nat King Cole se propuso lo impensable, comercializar el bebop, de manera que los puristas siguieran haciendo lo suyo mientras él llevaba el subgénero a las masas de blancos que siempre, a pesar de que se mostraban reacios, terminaban por aceptar la música de los negros. Aunque corta, esta etapa del bibop de Cole dio verdaderas joyas como Bop-Kick o Laugh! Cool Clown.


Pionero del radio y la TV

Se dice que ya no es como antes; que a partir de las violentas protestas de los años 60 en contra de la segregación racial en Estados Unidos, las cosas han cambiado significativamente. Ya no hay más actos humillantes en los escenarios y los espectáculos como cuando no se permitía a músicos negros presentarse en ciertos establecimientos, por ejemplo, la vez que solo hasta que la mismísima Marilyn Monroe pidió a los dueños del Mocambo que dejaran cantar a Ella Fitzgerald, estos accedieron; o cuando Hattie McDaniel se convirtió en la primera afro estadounidense en ganar un Premio Oscar en 1940, por su papel en Lo que el viento se llevó, pero no se le permitió asistir a la gala; o cuando se dice que a los músicos de jazz se les pedía que se tiznaran el rostro para parecer más negros frente a la luz de las cámaras al grabar algunas piezas para mediometrajes durante los años 30.

Pero existe cierto sesgo todavía, y las cuotas de inclusión -forzadas o no- aún parecen no cumplirse. Hoy vemos en la televisión muchos programas de variedades nocturnos conducidos mayormente por hombres blancos siempre, entrevistando y haciendo gala de un humor tan tradicional como políticamente correcto. En los años 50 hubo un hombre que lo cambiaría todo pese a que las condiciones no fueron nada favorables. Nat King Cole se convirtió no sólo en el primer hombre negro en tener su propio programa de radio, sino en ser también el primer hombre negro presentador de su propio programa de televisión. Llamado The Nat “King” Cole Show y transmitido por la cadena NBC de 1956 a 1957, este punto crucial en la carrera de Cole lo fue también para el movimiento por la igualdad de derechos de los afroamericanos. Además de ser ya un reconocido cantante, también aparecía ya en los carteles de algunas películas de la época como China gate de 1957. Cuando NBC aceptó producir el programa sabían que no sería fácil conseguir anunciantes, por lo que corrieron con los gastos completos, pensando que más temprano que tarde los patrocinadores se animarían a invertir en el programa cuando vieran que el show tenía un halo de sofisticación aceptable para el público blanco. Un sujeto agradable, carismático y con voz suave al frente de la cámara charlando con las personas al otro lado del televisor, que cantaba famosas piezas musicales y hacía un poco de lo propio: tocar el piano al ritmo de jazz. Además, tenía lo que se consideran invitados de lujo como Ella Fitzgerald, Harry Belafonte, Frankie Laine o Peggy Lee. Sin embargo, a pesar del modelo del programa, nadie quiso arriesgarse a patrocinarlo al ser presentado por un negro, por miedo a perder consumidores y en 1957, tras dos temporadas, el propio Cole decidió que no habría más show.

Nat King Cole no vivió para verlo, pero su acto significó un punto de inflexión: tras él, otros afroamericanos tuvieron la oportunidad no sólo de aparecer en televisión con programas similares, que aun durante los 60 tuvieron sus dificultades, sino que encontraron espacios nuevos más allá de la música, como la comedia, tal es el caso de The Flip Wilson Show, también de la NBC que se transmitió durante cuatro años en los 70.

De ahí en adelante vino una oleada de comediantes afroamericanos que proliferaron en las siguientes décadas, con un humor lejos de las concesiones y lo condescendiente. Así como el jazz fue una forma de expresar la represión, los monólogos cómicos fueron un arma para hablar de lo que nadie quería o de lo que todos se negaban a aceptar que aún sucedía. Ahora, incluso, podemos verlos haciendo gala, antes que otro lo haga, de su propia condición en medio de ceremonias prestigiosas transmitidas en vivo. Todo gracias a la voz inolvidable de Nat King Cole.