Por: Mariana Casasola

50 años de la utopía

A la distancia de cinco décadas, el año de 1968 parece escrito por la ficción, tal cual ola pensada para sacudir al mundo. Pero, a la luz de los innumerables estudios sobre ese tiempo, 1968 se muestra como el año que mejor sumó las contradicciones y transformaciones de todo un siglo.

Una convulsión que surcó desde Checoslovaquia hasta Japón, de Estados Unidos a Francia, de China a México, aquel año contuvo tanto de magia como de tragedia. Los movimientos sociales que surgieron en casi todos los continentes parecían imparables al anunciar un cambio en el orden establecido. Nada de eso ocurrió.

En ese momento nadie parecía entender de qué iba el 68 hasta que fue demasiado tarde. Hoy conocemos los factores que tuvieron en común los distintos movimientos en todo el mundo, también sabemos cómo cada uno de ellos fue aplastado por los gobiernos y el ritmo imparable del orden económico.

A 50 años de la utopía, aquí recordamos algunas de las principales luchas que estallaron en 1968 en el mundo, sus detonantes, su desarrollo y su legado. Y sobre todo resaltamos la importancia del aspecto más espectacular de su impulso: la rebelión de los estudiantes. Porque los protagonistas del 68 fueron los jóvenes, un sector demográfico que se volvió el más numeroso en muchos países después de las dos grandes guerras.

Así nació un nuevo sujeto histórico: la juventud. A ellos los definió el rechazo al autoritarismo, a las guerras, la opresión y la desigualdad. Aunque sabemos que muchos de sus ideales no alcanzaron a convertirse en realidades, éstos no fueron infértiles, encontraron refugio en las universidades y en buena medida alimentaron una cierta hegemonía cultural de la izquierda que sigue teniendo eco en la vida política.

Mencionamos los siguientes levantamientos y no el que ocurrió en México, porque el movimiento que surgió en nuestro país, y la tragedia que lo fulminó en Tlatelolco, quizá pueda comprenderse mejor a la luz de sus hermanos de otras partes del mundo, si es que algún día una matanza puede cobrar algún sentido.


Primavera de Praga

En el seno del comunismo, en plena Guerra Fría, se llevó a cabo el experimento social más importante de 1968. El lugar fue Checoslovaquia, una pequeña república en la que un grupo de políticos e intelectuales pretendieron desarrollar un socialismo democrático, de “rostro humano”. Buscaban modificar los aspectos más totalitarios y burocráticos del sistema. También legalizar a los partidos políticos, a los sindicatos, así como promover derechos tan vitales como la libertad de expresión, de manifestación y de huelga.

El experimento que desde entonces es conocido como La Primavera de Praga, duró casi ocho meses, e ilusionó a toda la ciudadanía, hasta que el 20 de agosto de 1968 el ejército soviético invadió Checoslovaquia para liquidar cualquier brote de rebeldía. Los tanques soviéticos aplastaron así cualquier esperanza de que el comunismo pudiese evolucionar hacia un sistema compatible con la libertad y la democracia. Un total de 131 checoslovacos murieron entre agosto y diciembre de 1968, víctimas de la represión.


Berlín 1968

El 2 de junio de 1967, el joven estudiante Benno Ohnesorg murió a disparos de la policía mientras participaba en una protesta contra la visita del Sha de Persia a Berlín. Su muerte encendió la mecha, y la radicalización, de un movimiento estudiantil que ya iba en contra de las rígidas estructuras de la República Federal de Alemania. Los estudiantes no sólo exigían reformas en la educación y su formación, sino que sus reivindicaciones se extendían a todas las esferas sociales.

Aquellas revueltas transformaron a la sociedad en aspectos que hoy se dan por obvios: más derechos y libertades a las mujeres y los niños, una representación política más democrática, además de la liberación sexual.


El mayo francés. La imaginación al poder

A El mayo francés se le suele considerar el epicentro del movimiento revolucionario que fue 1968. Se trató de una rebelión antiautoritaria que primero paralizó las universidades y luego llevó a la mayor huelga que Francia haya conocido.

Sus inicios se remontan al 3 de mayo cuando los estudiantes de la Universidad de Nanterre, que acababa de ser clausurada, se trasladaron a la Sorbona. La policía intervino y detuvo a 600 personas. Se levantaron barricadas y comenzaron los enfrentamientos. Dos semanas después los obreros de todo el país se habían ido a huelga. París estaba paralizado y la República francesa temblaba.

En términos de poder aquella rebelión fue un fracaso. Tras desocuparse las universidades, el modelo de gobierno permaneció intacto. El mayo francés no cambió el sistema, pero sí transformó ideas y valores morales. Sirvió de eclosión para diversas libertades y causas. Sus perspectivas se canalizaron en la liberación sexual, el feminismo, la ecología y la lucha contra el racismo