Por: Everth Bolaños

John Coltrane, una explosión de sonidos

El jazz puede llegar a ser muy complejo en primera instancia, no obstante, cuando cierras los ojos y sólo te dejas llevar, comienzas a encontrar un orden dentro de ese aparente caos y de pronto, todo tiene sentido. Eso fue para John Coltrane (Trane para los amigos) el jazz, su mayor motor de exploración dentro del caos interior que lo acompañaba, lo que lo llevó a descubrirse a sí mismo y quizá, al universo entero.

Originario de Carolina del Norte, nació el 23 de septiembre de 1926 en una familia que, aunque no se dedicaba a la música, ésta siempre estuvo presente. Su padre tocaba varios instrumentos de cuerda, mientras que su madre amaba cantar y tocar el piano; además, debemos agregar que sus abuelos eran pastores metodistas, por lo que, desde muy niño estuvo en contacto con los cantos eclesiásticos. En resumen, si sumas todo lo anterior, era difícil pensar que Trane no dedicaría gran parte de su tiempo a la música, lo que nadie imaginaba, era que la música se volvería su vida.

20 años de trayectoria fueron suficientes para que pasara a la historia como uno de los mejores saxofonistas que han existido. Le tocó pertenecer a una época de oro para el jazz, en la que no sólo pudo convivir con otros grandes como Miles Davis o Thelonius Monk, sino que tocó junto a ellos, dando como resultado, obras magistrales.

Tal es el caso del álbum Kind of blue (1959), llevado a cabo en su mayoría por una serie de improvisaciones y considerado por muchos como una de las obras maestras del género. Éste fue interpretado por el legendario quinteto liderado por Davis, del cual formó parte Trane durante dos etapas, la primera que inicia en 1955 y finaliza dos años después, cuando Miles Davis lo despide como consecuencia de sus adicciones. Se dice que a raíz de esto, Coltrane se dio cuenta de que tenía un grave problema y comienza una búsqueda espiritual, que a su vez se refleja en su búsqueda musical, ambas parecían ser realizadas con cierta “desesperación”, como si, de algún modo, supiera que le quedaba poco tiempo para obtener respuestas.

Expertos aseguran que es justo en esta época en la que logra uno de sus mayores crecimientos y, sobre todo, gran seguridad en sí mismo, tanto para componer, como para interpretar, ya que, hasta ese momento, él no se había atrevido a interpretar sus propios temas (aunque ya tenía tres discos como solista anteriormente).

Pasó por todo tipo de doctrinas y lecturas, desde el hinduísmo, pasando por la Biblia, el Corán, el Bhagavad Gita hasta el Bardo Thodol tibetano, asegurando que creía en todas las religiones. Incluso, escribió una pieza de casi 30 minutos, la cual está basada en la sílaba sagrada Om. Esta búsqueda interior sería consagrada finalmente en el álbum A love supreme (1964), obra casi sacramental, la cual se dice es el equivalente negro a una misa de Bach.

Ahora, hablemos de Coltrane durante su segunda etapa en el quinteto de Davis, porque obviamente aceptó regresar, pero nunca fue el mismo. Y esto se hizo notar cada vez que tocaban, de hecho, es muy perceptible en sus últimas presentaciones juntos, (la canción So what es un claro ejemplo de ello), en donde, por un lado está Miles Davis y la banda, mientras por el otro, está John Coltrane y su deseo de explorar más.

Las críticas no se hicieron esperar y la separación fue inevitable. Tiempo después se le cuestionó a Davis sobre los nuevos sonidos con los que experimentaba Trane, le preguntaron si no pensaba que iba “demasiado lejos”, a lo que Davis contestó: No. Soy yo quien no soy capaz de llegar tan lejos como él. Desde su salida, sólo le quedarían siete años más antes de que el cáncer de hígado lo atacara fulminantemente.

Tejedor de sonidos, creador de disonancias armoniosas, explorador espiritual y saxofonista cósmico, ése fue John Coltrane, un hombre que supo entrelazar notas con tal complejidad para crear piezas como Giant Steps del mismo modo que las adornaba con terciopelo para dar vida a creaciones como Naima (canción dedicada a su primera esposa).

Un último dato: 27 años después de su fallecimiento (17 de julio de 1967), mientras ordenaba un cuarto Alice Coltrane, su viuda, descubrió una gran herencia para el mundo de la música, un disco que el artista había grabado cinco meses antes de morir, mismo que saldría a la luz en 1995, titulado Stellar Regions.