Por: Mariana Casasola

Urgencia de nuestro presente. El Tema

Hace unos cuantos días, el viernes 2 de julio, se abrió en medio del océano del Golfo de México un enorme ojo de fuego. Se trataba de un incendio originado a casi 80 metros de profundidad entre los ductos submarinos de la estación petrolera Ku Maloob Zaap, de Petróleos Mexicanos, frente a las costas de Tabasco y Campeche. La imagen del impresionante círculo de flamas ardiendo entre el océano le dio la vuelta al mundo, e inevitablemente avivó en todos los idiomas y latitudes las preguntas que nos acechan cada vez más de cerca: ¿qué hemos hecho? Y peor aún: ¿hay vuelta atrás?

Al controlarse el incendio (después de 10 horas aproximadamente), llovieron las alarmas desde las comunidades científicas y ambientalistas nacionales e internacionales. Es casi imposible determinar el daño provocado al ecosistema del lugar, pero sí se puede demostrar que este incendio provocó una emisión masiva de contaminantes a la atmósfera que no sólo afectó directamente a las poblaciones costeras de esa parte de México —un serio problema de salud pública prácticamente invisibilizado por tener efectos crónicos y no inmediatos— sino que nos perjudica a todos al sumar cantidades horrendas a una crisis ambiental que no debemos esperar más, pues se manifiesta en el presente, cada día con mayor claridad.

Ese futuro que se advertía catastrófico ya está aquí, lo vemos en noticias como ésta prácticamente todos los días. Así que, si caben las preguntas, las alarmas y las acusaciones, ¿dónde se están quedando las respuestas y las transformaciones? Esta es una pregunta que ocupa a muchos activistas en todo el mundo, a numerosas comunidades devastadas por las catástrofes naturales que les han alcanzado y a cualquiera que se ocupa de este problema. En términos de nuestro país, no son pocos los activistas, proyectos medioambientales, organizaciones civiles o académicos los que tratan de comunicarnos, de entrada, la realidad sobre esa primera pregunta: ¿qué hemos hecho?

Uno de estos proyectos es la casa productora La Corriente del Golfo (LCG) fundada en 2018 por Diego Luna y Gael García Bernal, la cual, en su más reciente producción presentó una serie documental que narra los temas fundamentales de la crisis climática en México a través de las historias y experiencias de profesionales y pobladores que trabajan actualmente en contrarrestar las distintas problemáticas de sus localidades o regiones. ¿Qué hemos hecho con el agua en México?, ¿con el aire?, ¿qué le hemos hecho a nuestra alimentación y los patrimonios naturales que hoy se extinguen frente a nuestros ojos? Son algunos de los panoramas que El tema, a través de seis distintos documentales, nos apremia a conocer.

Porque nadie se puede engañar, todos somos responsables de aquel ojo de fuego que ardió sobre el Golfo como una demostración perversa de las consecuencias de nuestro estilo de vida y un llamado de atención del presente que debería ocuparnos a todos por igual. En este Con-Ciencia quisimos sumarnos a la emergencia comenzando por lo fundamental, conocer el estado de este territorio que habitamos y al que llamamos nuestro país. Y consideramos que en El tema se presenta un panorama breve pero profundo de los distintos frentes en los que debemos actuar con tal de contestar afirmativamente la próxima vez que nos encontremos en medio de otra catástrofe y resuene nuevamente la pregunta ¿hay vuelta atrás?



El tema son los guías

En El tema se presenta un recorrido por distintos territorios mexicanos enmarcados en seis problemáticas claras: Agua, en Chihuahua; Aire, en Monterrey; Carbón, en Coahuila; Océanos, en Cozumel; Energía, en Tabasco; y Alimento en Chapala, Jalisco. Por cada sitio hay distintas conversaciones con los protagonistas de la lucha por preservar o recuperar cada lugar. La constante en todos los episodios es que tienen por interlocutores a Gael García Bernal, reconocido actor mexicano, fundador y productor de LCG; y a Yásnaya Elena Aguilar Gil, escritora, lingüista, traductora, investigadora y activista ayuujk (mixe).

La participación de Yásnaya Aguilar es especialmente relevante porque, además de ser activista por la diversidad lingüística, ella también es defensora del derecho al agua de Ayutla Mixe, donde desde junio de 2017, los habitantes de San Pedro y San Pablo Ayutla no tienen acceso al agua potable. Las autoridades del estado de Oaxaca han tratado de ignorar el problema llamándolo un conflicto agrario entre este municipio y su vecino, Tamazulápam del Espíritu Santo. Pero es más que eso, pues los habitantes de este último están respaldados por un grupo armado presuntamente ligado a la siembra de amapola.

Aguilar Gil ha llegado a hablar frente a la Cámara de Diputados de esta injusticia que vive su comunidad, ha escrito distintos artículos y ha participado en entrevistas para los principales diarios de circulación nacional e internacional. A pesar de todo, al día de hoy Ayutla sigue sin recuperar su manantial y sin acceso a agua potable. Esa realidad le otorga un valor especial a cada pregunta que interpela la escritora en esta serie, cada comentario que aporta, sobre todo en el capítulo dedicado al agua en el que se ilustra cómo en todas partes del país ya se está viviendo un conflicto gravísimo por este recurso. En las ciudades donde normalmente basta con abrir una llave para contar con agua potable parecen lejanos estos enfrentamientos entre grupos armados, comunidades y hasta la milicia, pero en realidad están más cerca cada vez. Y Yásnaya Aguilar es una de las voces más importantes en México dedicada a recordarnos constantemente lo apremiante que es defender de una vez por todas este derecho fundamental.


El tema son los lugares

Cada cortometraje documental está enmarcado en un ecosistema y paisaje natural amenazado por la crisis climática y en distintos estados del país. Claro que no son las únicas regiones con problemáticas medioambientales, sin embargo, los ejemplos que se muestran en los cortos de El Tema sirven para ilustrar los panoramas más críticos en México. Por ejemplo, el primero de los episodios de la serie, que trata la crisis del agua, se desarrolla en Chihuahua, el estado que ha padecido en los últimos años una de las peores sequías que se han registrado en la historia del país, mientras se favorece desmedidamente la explotación del suelo por industrias alimentarias mediante un uso irresponsable del agua.

Noticias como el ojo de fuego que ardió en el Golfo nos recuerdan muy bien las consecuencias de la apuesta por seguir generando energía con recursos fósiles. Sobre ese tema, la serie dedica un episodio a otro combustible fósil que a estas alturas de la historia se debería haber abandonado por completo, el carbón. En Coahuila se sigue explotando este material como fuente de energía en contra de todos los principios climáticos. La minería es comúnmente presentada como una promesa de desarrollo y garantía de trabajo a pesar de las amenazas que trae a la vida de los mineros, al territorio y sus ciclos naturales, ya que simboliza el sacrificio del agua, el suelo y la biomasa.

Y, por ejemplo, para hablar de la gran amenaza en la que se encuentran los océanos mexicanos El tema se traslada a la isla de Cozumel donde se encuentra la segunda barrera de coral más grande del mundo, y que hoy se ve afectada por distintas actividades humanas que aceleran su degradación: cruceros, turismo masivo, deforestación de manglares, contaminación de mantos freáticos y emisiones de CO2. La población local de Cozumel y la comunidad científica se encuentran de lleno en una carrera contra su destrucción.


El tema es la luz

A riesgo de sonar optimistas, cuando el panorama no está para esos lujos, nos aventuramos a decir que lo más valioso por encontrar en esta serie documental de La corriente del Golfo es la coincidencia de tantas personas que están haciendo frente a las peores crisis en nuestro país y, aunque se ubiquen en lugares totalmente distintos, vemos cómo la crisis los relaciona y la urgencia los hermana. En medio de los peores panoramas, las propuestas y los esfuerzos de estos activistas son la luz que se alcanza a ver entre la penumbra de un país que continúa favoreciendo una agenda extractivista y aún depende de los combustibles fósiles, mientras margina las energías renovables y sigue devastando reservas ecológicas y zonas habitadas por comunidades indígenas y campesinas.

Esas luces van desde un agricultor de Coahuila que empezó su propia revolución cultivando la tierra, un acto más que subversivo en un Estado donde se está apostando por el carbón como fuente de energía en contra de todos los principios climáticos. O una agricultora en Chihuahua que pone el cuerpo frente a los militares en defensa del agua de su comunidad; un campesino tabasqueño que recuperó su trabajo y el de muchos campesinos de la región cuando cambió la siembra del maíz por la del mangle a la que describe como “soñar despierto”; o una agroecóloga que parada en el lecho de un río que lleva veneno en vez de agua habla de que “hay alternativas y esperanzas”, así en plural.

Porque después de todo, el peor error que podemos cometer ahora sería sucumbir a la idea de un futuro perdido, de un cambio irrealizable. La crisis climática es ante todo una crisis de imaginación y de esperanza. Y en El tema, además de visibilizar las distintas crisis que se atraviesan en México, con las historias de estas personas en pie de lucha se está demostrando que una relación diferente con el territorio es posible. Ahora sabemos qué hemos hecho, y lo mejor, que sí hay marcha atrás.

El Tema es dirigida por Santiago Maza, con la producción de Gael García, Magali Rocha Donnadieu, Mariana Rodríguez Cabarga y Pablo Montaño. Puedes ver los seis episodios de la serie de manera gratuita en la página oficial de La corriente del Golfo o en el canal oficial de la casa productora en YouTube.