Por: Rebeca Avila
Spielberg, el señor entretenimiento
Después de los 60 nació una nueva generación de directores hollywoodenses y entre ellos llamó atención un joven de menos de 25 años, entusiasta, arrogante y lleno de imaginación que lograba traducir las palabras en imágenes. Era brillante, pero friki, no era del tipo de la época que va con bandera de drogas, alcohol y destrucción. No era atlético ni atractivo ni le importaba el glamur.
Steven Spielberg, como muchos otros artistas encontró una salida de escape en el cine y volcó, a través de la creatividad innata, parte de su vida en sus películas. Conocido como el Rey Midas del Hollywood, el cineasta nacido en Cincinnati el 18 de diciembre de 1946, ha recibido este apodo como un arma de doble filo: la fama y el renombre que lo acompañan es tajante, es el showman detrás de la cámara, hasta hace algunos años, no había otro cineasta que consiguiera romper la taquilla como él, capaz de convertir cualquier proyecto en un éxito rotundo. Sin embargo, esto también lo encasilló en un solo tipo de cine, el sensacionalista.
Puede que Spielberg no sea el rey del cine de autor, con temáticas profundas que transgredan la razón humana, pero hay un talento innegable en este judío septuagenario, es un cineasta que respeta una de las piedras angulares del cine: el entretenimiento, y en ese escenario, es el jefe.
Tiburón
En 1975 se llevo a la pantalla uno de los miedos de miles de personas: ser devorado por un tiburón. Quien vivió realmente una pesadilla al realizar este filme de culto fue el propio Spielberg, pues se enfrentó a innumerables retos que no contempló, entre ellos el filmar escenas en mar abierto por primera vez —antes de esto, los Estudios Universal grababan este tipo secuencias en foros, lagos artificiales y con maquetas—. Otra crisis que se convirtió en acierto fue la usencia del tiburón en muchas escenas. El animal mecánico resultó ser un problema y tuvieron que valerse de mostrar su presencia sin que saliera a cuadro. El resultado: no ver al tiburón y el bum bum bum que suena cuando este está cerca, provoca ansiedad al espectador. La recompensa, después de los 159 días de rodaje y el éxito arrasador en taquilla, fue las puertas abiertas de Hollywood para dirigir lo que gustase y mandase.
E.T. El extraterrestre
Esta cinta en un principio fue pensada como una historia terrorífica, pero Spielberg la acogió para convertirla en un mensaje esperanzador. Considerada un clásico de la década de los 80, su éxito va más allá de mostrar efectos especiales, naves espaciales y un nuevo estereotipo de extraterrestre amigable. Fue también una proyección de la infancia del director norteamericano: al igual que el protagonista, Spielberg padeció el divorcio de sus padres y a modo de catarsis, este filme le sirvió para mostrar ese sentimiento.
Indiana Jones y los cazadores del arca perdida
Fue el comienzo de una de las franquicias más exitosas de la historia del cine, catalogada por la revista Empire como la segunda mejor película de todos los tiempos (de una selección de 500). La historia de un arqueólogo de la década de los 30 que se dedica a buscar objetos místicos, y que fue nominada a 9 premios Oscar (incluidos Mejor película y Mejor Director), lo tiene todo para entretener: acción, aventura, comicidad y a Harrison Ford.
La lista de Schindler
El filme fue un reto para Spielberg, no por presupuesto, ni locaciones, ni por falta de guion, ni actores, estaba basada en El arca de Schindler del escritor Thomas Keneally y tenía como protagonista a Liam Nesson. Era la historia en sí misma la que lo mostraba vulnerable en el set, la de su pueblo, la de miles de judíos polacos. Las filmaciones en sitios históricos, desde edificios, ex campos de concentración y cementerios contribuyeron a la esencia emocional y de consciencia que el cineasta quería proyectar. Más que una película, fue una herramienta para “documentar” y recordar los horrores del Holocausto. Además de reencontrarse con sus raíces, La lista de Schindler le dio a Spielberg su primer Oscar como Mejor Director.
Jurassic Park
Con esta cinta, que inició otra franquicia hoy por hoy inagotable, el director innovó en más de una manera y revolucionó el viejo cuento de ficción. Para este ambicioso proyecto, necesitaba — y quería— dinosaurios de 9 metros que no sólo parecieran reales, sino que pudieran correr e “interactuar” con los actores. Parecía imposible, pero su salvación llegó con Dennis Muren, quien ayudó a Steven a innovar en el cine utilizando la animación por computadora. Hoy en día la mayoría de las cintas utilizan animación digital, se valen de la pantalla verde para ahorrar dinero y trabajo, pero para 1993, Jurassic Park marcó un antes y un después en el cine comercial.