Nuestra historia como especie tiene un origen modesto, hubo una vez un grupo de primates astutos que bajaron de las copas de los árboles y comenzaron a crear herramientas, con ellas modificaron su entorno y pasados unos siglos hemos llegado a la Luna y avistado el vecindario cósmico. Nuestra ciencia y tecnología están a nada de desvelarnos el misterio de la creación, pronto podremos replicar y hackear organismos… Así de lejos ha llegado nuestra especie.
Estos dos tópicos han sido tratados por el historiador israelí Yuval Noah Harari en sus libros Homo Sapiens y Homo Deus, uno mira hacia la historia y el otro entrevé el porvenir. Ambos le han merecido gran reconocimiento y su influencia alcanza a personalidades como Bill Gates, Mark Zuckerberg, Barack Obama, Angela Merkel y Emmanuel Macron. Este éxito se debe a la simpleza y claridad con la que Harari aborda los temas, pues sus textos no están escritos para el público especializado, sino para las personas de a pie. De estas mismas cualidades goza su más reciente título 21 lecciones para el siglo XXI (Debate, 2018).
En este libro el profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén vuelve el rostro hacia el presente. Como él mismo lo señala, un diagnóstico o un mapa o un estado del tiempo del momento histórico en que vivimos es crucial, ya que ahora, más que en cualquier otro momento de la historia, estamos en medio del cruce de varios vientos: el doble filo de los avances tecnológicos, la crisis social global, la amenaza de una tercera guerra mundial y de la debacle ecológica, la manipulación de la información y la posverdad; y el tironeo que ejercen sobre nosotros hace casi imposible que podamos tomarnos el tiempo de mirarlos con ojos analíticos y críticos, y no falta mucho, dice Harari, para que resulte imposible hacerlo.
El tironeo que ejercen estos vientos amenaza, ni más ni menos, el estado de bienestar de la población mundial: pronto millones de personas serán irrelevantes como consecuencia del fatídico desenlace de las actuales crisis. De ahí la urgencia de diseccionar nuestro presente en tantas partes como sea posible, de pensar sus aristas, de sacar posibles conclusiones. Es cierto que nuestra compleja actualidad no se agota en 21 tópicos, pero en ellos el israelí nos ofrece un panorama lo suficientemente basto para entender un poco el lugar en el que estamos parados.
Del desafío tecnológico actual, Harari extrae las siguientes lecciones: el relato liberal goza cada vez de menos adeptos, a la par, el avance tecnológico amenaza con reemplazar a las personas de sus puestos de trabajo, ¿estamos listos para hacer frente a las consecuencias sociales que se derivarán de esto? Aún más, ¿y si con la caída del liberalismo emergen dictaduras digitales? Aquello a lo que llamamos libertad empieza a perder terreno frente a la intromisión de los algoritmos en más de un aspecto de nuestra vida cotidiana, y no es que la inteligencia artificial vaya a tomar las riendas y esclavice a nuestra especie, el problema real es a qué intereses servirá.
El otro gran desafío de nuestra época es el político: al contrario de lo que pregona la ideología neoliberal globalizadora, las brechas entre personas son más grandes, ni la libertad ni la igualdad son la norma. Y mientras los gigantes en línea (Facebook, Twitter, etc.) encabezan supuestas revoluciones globales, en las entrañas de nuestra civilización global emergen nuevos nacionalismos frente a los movimientos masivos de población que busca un mejor lugar para vivir. Entretanto, la guerra nuclear y el colapso ecológico se consolidan como amenazas patentes para el futuro de nuestra especie. El gran reto es hallar soluciones globales para nuestros desafíos globales.
Luego de escanear los derroteros de la actualidad, el historiador israelí repasa algunos otros aspectos de nuestra cotidianidad, como el terrorismo o la posverdad. Sus 21 lecciones para comprender nuestro siglo apelan a cada individuo, a hacer consciente al lector de cuestiones como la humildad: mi visión del mundo no es la única ni vale más que cualquier otra; o la ignorancia: uno solo, por sí mismo, no puede hacerse una idea de cómo van las cosas en el mundo ni comprenderlas a cabalidad. Incluso dedica unas páginas a dios y la laicidad, no con la mira puesta en adoctrinar, sino en comprender las cuestiones desde una óptica más neutral.
Harari se propone, en fin, acompañarse del lector en este intento por comprender el presente y compartir con él las conclusiones que ha encontrado en el camino. Estas lecciones buscan iniciar, incitar y acompañar al lector en el desafío más acuciante de nuestra época: adoptar una postura ética, ya que aún podemos elegir y actuar, aún podemos involucrarnos en el debate sobre el futuro de nuestra especie.