Audrey Hepburn: la eterna y etérea elegancia

Por: Rebeca Avila

Este 20 de enero se cumplen nada menos que 25 años del fallecimiento de una de las estrellas más prominentes que ha dado Hollywood: Audrey Kathleen Ruston, mejor conocida como Audrey Hepburn, poseedora de una feminidad sublime y un magnetismo único.

Aunque es considerada la tercera gran leyenda femenina del cine estadounidense según el American Film Institute, no llegó hasta la cima de manera fácil, pues la realidad es que ser actriz no era su más grande sueño, sino convertirse en bailarina profesional.

Con una vida amorosa tormentosa, debido a la ausencia de su padre desde que ella era tan sólo una niña y al poco cariño maternal, la delicada Audrey siempre vivió con el miedo de ser abandonada -aunque nunca le faltó la atención masculina-. Aquella sonrisa alegre, esa inexplicable magia cautivadora, la belleza abrumadoramente natural. Aquellos ojos llenos de chispa siempre estuvieron acompañados de un alma triste e insegura.

Este Top #CineSinCortes está dedicado a conocer cinco curiosidades de la encarnación misma de la elegancia y la mesura.


1 Linaje aristócrata y noble causa:
La actriz tuvo una difícil infancia, pues presenció algunos estragos de la Segunda Guerra Mundial y aunque su madre era la baronesa holandesa Ella van Heemstra, durante la ocupación alemana su familia fue despojada de toda su riqueza. A raíz de esto, vio morir a sus parientes cercanos que formaban parte de la resistencia -incluso ella fue parte de los rebeldes durante sus primeras presentaciones clandestinas de danza - y más tarde, cuando emigró a Inglaterra, vivió en precarias situaciones.


2 Difícil ascenso:
A pesar de su carisma, Audrey no tuvo mucha suerte al inicio de su carrera como actriz, pues a pesar del talento innegable que poseía no lograba grandes oportunidades en el Reino Unido y Europa. Fue hasta 1961 que la escritora francesa, Colette, la vio en el rodaje de una cinta y la recomendó para el musical que se haría de su obra Gigi, en Broadway. De ahí en adelante recibió papeles principales en Hollywood, tales como su primer protagónico en Vacaciones en Roma, junto a Gregory Peck, por el cual ganó el premio Oscar a Mejor Actriz.


3 Givenchy, amigo y diseñador de cabecera:
Para la cinta Sabrina, Audrey tuvo la libertad de elegir piezas clave del vestuario por lo que acudió con el famoso Hubert de Givenchy. Según la biografía escrita por Donald Spoto, cuando ella llegó al taller del diseñador, él esperaba ver a otra famosa Hepburn (Katharine), y en cambio vio la belleza natural y la delicadeza de Audrey. Entre las muchas piezas que ella vistió del refinado genio francés, están el icónico vestido blanco largo con bordados de flores. La amistad entre ambos siguió por más de cuarenta años y fue tal que Givenchy lanzó un perfume en honor a la actriz, llamado L'Interdit.


4 Desayuno con diamantes:
Esta cinta es, sin temor a equivocarme, la más representativa de Audrey. Quién no identifica a Holly parada frente a la tienda Tiffanys, en Nueva York, vestida elegantemente portando collar de perlas y gafas negras, con café y croissant en mano. En un principio el autor de la novela, Truman Capote, quería como protagonista a Marilyn Monroe, pero fue Hepburn quien se quedó con el papel y si bien, el personaje de la adaptación cinematográfica dista mucho del original – más sombrío y menos sensibilizado- todos terminaron adorando a la joven parlanchina y cínica. Aunque no logró que el público creyera que personificaba a una prostituta, a partir de entonces se convirtió en un estandarte de moda y elegancia.


5 Audrey la filántropa:
En 1988 decidió postularse como Embajadora de Buena Voluntad de la UNICEF, motivada por sus recuerdos de la infancia. Pronto comenzó su riesgosa labor en Etiopía, pues era una época durante la cual había varias epidemias. A diferencia de otras celebridades predecesoras de tal función, Audrey sorprendía porque, por el contrario de ellos, se encargaba de escribir sus propios discursos e informes, leía y se documentaba, no parecía estar ahí por mera vanidad de ser admirada por benevolente. Aunque ella siempre pidió que no se le diera ningún trato especial, no pudo evitar ser la embajadora con mayor alcance en los medios de comunicación en la historia de la organización.