Conversaciones Itinerantes

Sobre una Muerte sin testigo de Óscar Xavier Altamirano

Itzel Huerta
Gaceta Nº 249 - 16 de diciembre, 2025


¿Qué sucede cuando eres la última persona que vio con vida a alguien cuyo cadáver acaba de ser encontrado? ¿Qué haces cuando las pruebas parecen señalarte como el único culpable? Esas son algunas de las preguntas que nos introducen en Muerte sin testigo (2025), una novela de Óscar Xavier Altamirano. Ensayista, narrador, columnista y colaborador de revistas como Este País, Letras Libres, La Gaceta del Fondo de Cultura Económica y colaborador de los diarios Milenio y Reforma, Óscar reúne elementos del mundo académico y literario en su escritura.

Como parte de su trayectoria, se ha especializado en literatura estadounidense y británica del siglo XIX; debutó en el mundo literario con Poe: el trauma de una era (2015), un ensayo que, en palabras del autor, invita a leerlo con los ojos de una era poblada de espectros que aún rondan nuestro presente. Posteriormente, realizó su traducción al inglés en 2017, Poe: The Trauma of an Era.

Partiendo del ámbito académico, Óscar decide aventurarse en el mundo novelístico con Muerte sin testigo, una obra que, como podemos leer en su prólogo, explora las tensiones de la vida conyugal, los límites de la fidelidad y la delgada línea que separa el deseo de la destrucción; pero que también aborda temas como la corrupción del sistema policial en Nueva York y el problema de la posesión de armas en Estados Unidos, resultando en un escenario que pone en duda la legitimidad de quienes suelen cuestionar a los sospechosos habituales. Es, en el curso de este intrigante escenario, que Óscar Xavier Altamirano toma el micrófono de nuestro Conversaciones Itinerantes para hablar sobre la obra y parte de su proceso creativo.

En algunas entrevistas que ha brindado el autor a distintos medios, ha compartido que Muerte sin testigo surge sin haberlo contemplado, pues un ejercicio de creación literaria fue el comienzo de esta novela, pero nos aventuramos a preguntarle ¿Qué lo inspiró en principio?, es decir, ¿De dónde surgen las ideas de esas primeras páginas?


OX: La verdad es que, a estas alturas, me es cada vez más difícil identificar con precisión qué fue exactamente. Digo, sí tengo ese detonador muy claro en esa clase con los alumnos de creación literaria de licenciatura, les propuse ese ejercicio: tomar un corto de Alfred Hitchcock y, a partir de esa situación, tener un personaje o una situación que se va a desarrollar y después cuatro o cinco cosas más que sugerí para este ejercicio, con la idea de traerlo para la semana siguiente, en clase. Nadie llevó el ejercicio, solamente yo lo llevé y ahí ya tenía varias páginas de la novela escritas, por lo que toca ese ejercicio principal como disparador. Pero hablando con Mónica Maristain, una persona muy amable de MaremotoM, escritora y periodista muy reconocida, me hizo varias preguntas sobre el tema de Nueva York en la novela, y ahora que venía reflexionando, claro que había un mundo atrás que yo no tenía presente cuando me propuse hacer el ejercicio, porque viví bastante tiempo en el viejo Nueva York, y tuve distintas experiencias.

Pero, además, una de ellas, que no la he contado, se podría decir que es en exclusiva para Veintidós, yo estaba visitando a una amiga, era invierno y había nevado tremendamente, era una tormenta de nieve la que había caído en todo Nueva York y suspendieron el suministro de alimentos. […] Y en una de esas, venía de regreso con esta amiga, abrimos la puerta de su edificio y lo primero que encontramos fue a dos policías y lo siguiente que nos dijeron era que la persona que vivía debajo de donde estábamos nosotros tenía varios días muerta; estaban hirviendo café para disipar el olor del cadáver. Naturalmente nos sorprendimos muchísimo, no alcanzamos a oler nada más que café, nos hablaron en voz muy baja, eran dos policías muy altos, muy fuertes, muy imponentes con sus uniformes de la Policía de Nueva York. Eso a mí se me grabó, evidentemente, y está en la novela. Es nada más y nada menos que el inicio de Muerte sin testigo.


Como podemos notar, Nueva York es parte esencial de la historia y Óscar aseguró que la novela no podía suceder en otro lugar, pues cuenta con antecedentes de sitios como el Upper West Side y el desempeño de la policía en la ciudad. Que para fines de la historia, el autor menciona: necesitas una policía que es depredadora, pero muy funcional como lo es la policía de Nueva York [...] porque vaya que son eficientes, peligrosamente eficientes.

En complemento a su intención de poner el foco sobre los policías, Óscar menciona dos de sus intereses principales, desarrollar una narrativa que vaya más allá de los argumentos comunes que suelen abordarse sobre organizaciones como el FBI o la CIA en películas y series televisivas, o que la narrativa gire alrededor de asesinos seriales. Así como mostrar el lado humano de los estadounidenses, contrario a los personajes sangrones y petulantes que vemos en pantalla.

Otro de los aspectos que quisimos conocer sobre el proceso creativo de Muerte sin testigo fue la manera en la que se conjugó el mundo académico con el mundo de la ficción, a lo que Óscar nos comentó…


OX: Tú no puedes comenzar a investigar absolutamente todo porque no acabas nunca. Por otro lado, si no investigas, no le vas a dar el carácter real que necesita una novela. Es decir, una novela no es como la vida, es la vida. [...] yo tenía clarísimo algo, en la novela, lo que ocurre es real, está tomado de la vida. No es una ficción donde diga es que me lo imaginé, no. Los casos judiciales que se mencionan son reales, los casos de corrupción policial que se mencionan, ocurrieron, los expedientes existen. [...] me apegué mucho a eso, porque hay una injusticia social. Y cuando tú te confrontas a un tema de injusticia social en la novela, dices, pero esto hay que decirlo. Sí, pero como platicaba con la editora, no estás haciendo un ensayo periodístico, no es una columna periodística en donde estás denunciando la violencia, los feminicidios, no. Es una novela y eso lo debes de tener muy claro. Pero está tomado de la realidad, si son corruptos o no. Y lo que le ocurre a Frank Armstrong, está tomado de la realidad. Entonces, yo hago un conglomerado de situaciones. El caso de Lauren McEllen, es el caso de una modelo que yo investigué. Tuve que investigar los procesos judiciales, la ley.

La parte del investigador me salió con todo, dije no, yo voy a checar cosa por cosa. Porque yo no quiero que cuando un abogado lea la novela diga no es cierto, un abogado jamás haría eso. Digo, me tomo licencias, sí, porque en una novela el mundo de la ficción impone cosas que son buenas para el lector. Si no, por hacerlo todo tan exacto… sí, está perfecto, estás retratándome el mundo exacto de los policías, pero tu lector está dormidísimo y entonces pasa lo que decía Oscar Wilde, “quería ser exhaustivo y acabó dejando a su público exhausto”. Y yo me tengo que cuidar mucho de eso, porque puedo llegar a ser exhausto.


Como parte de la conversación, le preguntamos al autor sobre el proceso de publicación de su primera novela.


OX: […] yo ya tenía un material en inglés, una traducción que me hizo un gran amigo historiador, hizo la traducción al inglés de la novela y se empezó a mover en Estados Unidos. ¿Cómo va a mover un mexicano una obra de estadounidenses, en Nueva York? No es fácil, los prejuicios existen. […] Entonces, empezamos a acercarnos a las agencias, en Estados Unidos no te puedes acercar a una editorial más que por medio de agentes literarios. Contactamos 100 agentes literarios y ninguno reaccionó. Entonces contacté a una agencia en España y la respuesta fue absolutamente diferente, estaban fascinados con la novela. […] hicieron varias cosas que fueron la reacción opuesta al mundo anglosajón, que ni me hicieron caso. Ya ni insistí porque no llegas a una editorial si no es por medio de un agente y encima de todo tienes la estadística en tu contra. Según Google, 1 de cada 6,000 autores tiene posibilidades de publicar. Qué estadística tan dura, entonces en Estados Unidos, yo creo que son 12,000. No nos hicieron caso, nos vamos a España, sale el primer dictamen maravilloso y estábamos en eso, yo ya había contactado por suerte al agente de Planeta en México, y llega un correo justamente del editor: Óscar, nos encantó la novela, la queremos para TusQuets.


Con ello, el autor nos invita a reflexionar sobre la realidad de un mexicano en el mundo literario en Estados Unidos, desde los prejuicios hasta las estadísticas. Muerte sin testigo es un thriller psicológico que propone un argumento distinto al habitual, no solo por el tema, sino también por el caso de Frankie Armstrong, el protagonista de la novela.


OX: […] pelear hasta el fin, porque una cosa que logras que vale la pena y no sale, te va a perseguir. Tienes que defenderlo, a capa y espada, es una lección válida para el mundo entero y está transmitida en Frank Armstrong. Un hombre con una lesión cerebral que no puede regresar a la vida. Si una persona así no lo deja todo, y hay grandes lecciones de personas que lo dejan, los que van a los paralímpicos… tantas lecciones en el mundo, hay que darlo.


Es con esa reflexión que invitamos a nuestros estimados lectores a adentrarse en la historia de Muerte sin testigo, un caso que más allá de un crimen, pone sobre la mesa la relación que mantenemos con nosotros mismos, darnos la oportunidad de equivocarnos, aceptarnos y reinventarnos.

El equipo de Gaceta Veintidós agradece a Óscar Xavier Altamirano por su disposición y apertura. De igual manera, agradecemos el apoyo y seguimiento de las colaboradoras de Órbita por hacer posible esta entrevista.


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