Antes de que las religiones venidas del Medio Oriente dominaran el sistema de creencias espirituales, culturales y políticas desde hace más de 2 mil años hasta la fecha, ya otras civilizaciones practicaban el buen arte del ayuno. Quién más sino los griegos en sus clásicos homéricos dan fe de las disposiciones que existían en torno a la privación voluntaria de alimentos por periodos específicos, pero poco tenían que ver con las razones por la cuales se realizan los rituales de purificación espiritual.
Lo que se entiende como abandono de las necesidades naturales que se daba a manera de libre albedrio en las prácticas rituales homéricas, como el ayuno antes de los funerales, en ceremonias a los dioses, entre otros, y que incluso encontró beneficios entre los médicos de renombre como Hipócrates, tenía que ver más con dominar las debilidades corporales como acto de elevación hacia los dioses. Aunque no sólo implicaba el abstenerse de comida y bebida, sino de todo placer carnal.
Por su lado, los preceptos religiosos más populares y seguidos hasta la actualidad, toman el ayuno más que como una práctica filosófica y mística. Son en muchas ocasiones, actos de penitencia.
Según los datos del censo poblacional de INEGI, en 2020 más de 90 millones de personas mayores a cinco años, pertenecían al grupo religioso católico en México, un estimado del 77% de la población. Los números sobran cuando a pesar de que muchos otros no se identifican con esta religión o incluso no profesan ninguna, el sincretismo religioso que permea desde hace siglos ha profundizado en varias tradiciones que se conservan y se practican, aunque sin la rigurosidad ritual, como la Navidad, la Candelaria o el inicio de la Cuaresma que culmina con la Semana Santa.
A pesar de la merma en la seriedad y rigor de un acto simbólico como lo es dejar de consumir carne roja durante los viernes de la Cuaresma (que representa los 40 días que Jesús pasó en el desierto), lo cierto es que para muchos practicantes de la fe católica cristiana es una cuestión moral crucial. Pero existen muchas otras religiones milenarias con sus fiestas que invitan o imponen por diversos motivos el ayuno entre sus seguidores.
El criarse y vivir en un país donde la mayoría se identifican como católicos, hace que la cultura popular esté rodeada de elementos religiosos, aunque no todos pertenezcamos a esta congregación. Sin embargo, hay algunas curiosidades que se nos escapan, como que en el siglo IV y V d.C. se tomó de manera literal el ayuno de Cuaresma, con sus 40 días.
Con el paso de los años, esta idea se tambaleó y cuestionó, sin embargo, para el siglo XV la iglesia ortodoxa determinó que era una obligación. Así, no sólo existía el ayuno durante la Cuaresma, sino también los miércoles y viernes de todo el año, en Navidad, el de los Santos Apóstoles, entre otros, sumando más de 100 días de ayuno durante todo el año.
Aunque el ayuno lo asociamos con la privación de alimento o de ciertos alimentos, como práctica católica también, y sobre todo, implica abstenerse de pensamientos y actos malvados o negativos y se convierte en una experiencia espiritual acompañada de oración y reflexión.
Traducido como el día del perdón o día de la expiación, el Yom Kipur comienza después del año nuevo judío a finales de septiembre y principios de octubre respectivamente, según el calendario lunar que les rige. El Yom Kipur, considerada la festividad más importante para los judíos, comienza desde que se oculta el sol y termina al día siguiente cuando se ha oscurecido por completo, por tanto, aunque la duración de horas varía según la zona horaria, se considera un aproximado de un día entero de ayuno. ¿Por qué circula este ritual alrededor del ayuno? Porque privarse de alimento y bebida por un tiempo prolongado simboliza que el alma vence a las necesidades del cuerpo, en este caso el hambre deja de ser importante cuando este tiempo es utilizado para reflexionar y expiar las culpas por las malas acciones y pensamientos. Sin embargo, el ayuno no es lo único elemental, es importante evitar el placer físico que, entre otros actos, implica bañarse, perfumarse y, por supuesto, actividad sexual.
A diferencia de las religiones monoteístas, para los hindúes el ayuno como expresión de purificación o de ofrenda a sus deidades, consta de mayor flexibilidad. Se ayuna días específicos de la semana según lo que se pretenda; se ayuna según las fases de la luna y como preparación para ciertas festividades como: Navaratri, el festival de nueve días dedicado a Shakti, el Shivaratri dedicado a Shiva, el Shasti dedicado a Kartikeya o el del cuarto día de cada quincena, dedicado al Ganesha. Además, no siempre significa no comer en absoluto, sino comer únicamente ciertos alimentos.
El Ramadán es la festividad más valiosa para los fieles musulmanes y dura nada menos que un mes, el noveno del calendario lunar árabe, entre febrero y marzo. La celebración es por el descenso del cielo a la tierra de la palabra de Dios, el Corán, a través de su profeta Mahoma. Para ellos, durante estas fechas las puertas del cielo se abren y los rezos tienen mayor poder que nunca. Una de las claves para el islamismo en general, pero en especial para esta festividad, es el ayuno, que comienza desde el amanecer y culmina cuando se oculta el sol.
Pese a que, para recibir las bendiciones del Ramadán, tanto mujeres como hombres que gocen de salud deben ayunar y privarse de placeres durante el mes, existen algunos grupos exentos como aquellos de edad avanzada, enfermos, niños, mujeres embarazadas, que están amamantando o que se encuentran en su periodo menstrual, los que viajan e incluso los atletas profesionales, aunque después deben pagar el ayuno respectivo en cuanto sea oportuno.
No menos importante es que, además del ayuno y la contemplación y devoción de la festividad, es importante alimentar el alma de otras maneras, como hacer introspección sobre los actos y pensamientos negativos y ocuparse del bien del prójimo menos afortunado.
Pese al sincretismo religioso que permea en los pueblos indígenas, el ayuno ha estado presente desde la época prehispánica. De ahí las palabras compuestas por la grafía zahua que significa no comer, que podemos identificar en palabras como nezahualiztli (ayuno) o Nezahualcóyotl (coyote que ayuna). Esta práctica en la antigüedad implicaba una penitencia a los dioses, como los que ayunaban en honor a Huitzilopochtli, o como la que Sahagún relata de la gran Tenochtitlan, donde ocurrían ayunos en los que sólo se comía durante el mediodía o la medianoche, práctica que aún se recogió, al menos hasta 1949, en comunidades chontales.
Más cercano a la época actual, en algunas poblaciones donde es común el chamanismo y la curandería, los tepehuanos y kikapúes, por ejemplo, ayunan antes de celebrar cualquier ritual curativo; incluso los mazatecos, conocidos por sus ceremonias con los llamados niños santos (hongos alucinógenos) se abstienen de comer o mantener relaciones sexuales.
Para los Tuxtlas de Veracruz, el ayuno es una práctica mágica que otorga fuerza y valor e incluso limita el contacto físico de las personas que ayunan y sirve también para curar hechizos, embrujos, aires, sustos o hasta dolor de muela.