Con-Ciencia

La lucha que nos pertenece, un canto a los feminismos en Latinoamérica

Por: Frida Rosales V.
Gaceta Nº 230 - 3 de marzo, 2025



Victoria Sau, en su Diccionario Ideológico Feminista, califica su trabajo como una herramienta para quienes resulta necesario conocer conceptos que las mujeres hemos utilizado, y que, a su vez, no tienen la posibilidad – por cualquiera de las posibles razones - de adentrarse en ese inmenso y disperso universo de ideas, artículos, escritos y libros; su intención era construir una unidad, es decir, un ambicioso corpus feminista como punto de referencia. Con el tiempo, Sau descubrió que la ambición tenía limitantes, pues habría que dedicar años y exclusividad a la revisión y redefinición de términos. Fue ante la falta de ese tiempo que publicó un segundo volumen de este primer texto mencionado a manera de complemento necesario.

La visión de Sau no estaba para nada alejada de la realidad, una visión esférica -tan privilegiada como inalcanzable– obliga a detenerse en los infinitos radios que conforman dicha curva, y de cada una y uno dependerá a cuál de esos ángulos entrega su atención.


¿Por qué es necesario hablar de feminismo(s)?


Partamos del salmantino Unamuno, somos inevitablemente subjetivos porque somos sujetos. Somos de nuestra cultura, de nuestra historia, de nuestras luchas, victorias y derrotas; una crisis tan grande como la que envuelve al feminismo amerita un análisis plural, que en este caso ha derivado comúnmente en posturas ambivalentes.

La lucha feminista ha afectado de manera diferente a los distintos colectivos, y este círculo cromático también ha permitido señalar la visión interseccional de las desigualdades. Argentina, por ejemplo, tierra lacerada por su historia durante la década de los 70 y 80, dirige sus feminismos condicionados por la huella de la impunidad. Este ejercicio ha tenido una metamorfosis tras otra desde aquel momento. Una primera etapa en la emergencia, trazada por el despojo de identidad política, y de más está decir, desaparición forzada. Después el periodo de impunidad, en donde proliferaron las historias de vida de las víctimas, y a partir del 2004, surgen las políticas de memoria y reapertura que condenaron, no sin dificultades, los crímenes cometidos durante la dictadura político-militar.

Esta visibilidad puso en evidencia los presupuestos sexistas en el campo jurídico y de los derechos humanos. En nuestro lado del globo, el movimiento tiene particularidades marcadas por la colonización y por los tintes necropolíticos de nuestros presentes. Desigualdades establecidas entre el mundo urbano y rural. La violencia hacia las mujeres, especialmente hacia las mujeres racializadas, las pobres, las mujeres trans y los cuerpos con sexualidades no normativas constituyen hoy en día, como señaló Silvia Federici, una guerra no declarada contra más de la mitad de la población.

Así, cada frontera afronta sus propias historias y creencias, sus propios demonios; una brecha salarial a favor de los hombres del 12% para Chile; 6.3% en Colombia; 25% en Perú; 27% en Argentina y 13.1% para México.


¿Por qué se considera importante la perspectiva feminista en los modelos sociales que se quieren construir?


La utopía ya ha sido objeto de argumentos. El objetivo es que los derechos sean reconocidos, garantizados y efectivos. Es un ejercicio de reconstruir la memoria para hacerla colectiva y recordar la importancia y la vigencia de los accesos a la libertad.

Es poner sobre la mesa una visión crítica de la división social del trabajo, es decir, el cómo se han desafiado las ideas de las responsabilidades asignadas (división desigual del trabajo) que al final reproduce desigualdades de género en distintas dimensiones. Colocar también los derechos sexuales y reproductivos como acuerdos a construir en los procesos políticos.

Erradicar la discriminación estructural, identificar y enfrentar la discriminación de género que está arraigada en las estructuras y las normas sociales en las sociedades latinoamericanas y caribeñas. Pero, sobre todo, porque hay una enorme deuda de nuestras sociedades con el feminismo; hay un deber ser que no se ha cumplido y que es una obligación ética y política, de asumir la deuda para con el feminismo, las mujeres y las disidencias.


¿Por qué es importante la etiqueta?


El feminismo no sólo es protagonista de luchas en términos de transformaciones sociales, adjetivos como posfeminismo, transfeminismo o ecofeminismo, deben estar impregnados en el vocablo coloquial porque dejan de manifiesto en dónde se está parada, es una forma más de enunciarnos y posicionarnos, porque, además, hay muchos feminismos que no conviven entre sí, y que, por el contrario, tienen diferencias irreconciliables.

Entonces, esta etiqueta es también de cara a feminismos con los que no se está de acuerdo. Es pugnar por la igualdad entre todas las personas, tomando en cuenta diferencias en términos de género, origen étnico, nacionalidad y sexualidad que se plantean como una plataforma por y para la vida de todas las personas.

Sabemos, la lucha es larga, se habla de un avance en la legislatura, que no es ninguna mentira, el problema radica en cómo se hace efectiva la legislación y cómo se implementa, pero también en cómo la población exige su cumplimiento.

De eso se trata. De abrir venas para dialogar, de reconocer y exigir. De existir con libertad y con los ojos bien abiertos a nuevas y viejas usanzas. De ponerle nombre a las cosas que queremos que existan porque eso es justamente lo que posibilita el reconocimiento de esa existencia.


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