Para dar la vuelta

Siguiendo los pasos de Juana Inés

Por: Frida Rosales V.
Gaceta Nº 223 - 15 de noviembre, 2024



Cuarenta y cuatro años, cinco meses, cinco días y cinco horas, ilustró su duración al tiempo la vida de esta rara mujer, que nació en el mundo a justificar a la naturaleza las vanidades de prodigiosa.
-Diego Calleja


La memoria de México es larga, sus historias son infinitas y sus personajes resultan emblemáticos. El problema es que no todo siempre juega a favor del bien común, pero hay casos en donde nuestra riqueza se vuelve una herramienta y no un arma, y México nos abre una galería tan amplia como viva de paredes, retablos, letras, calles y gente para mostrarnos su corazón y recuperar un poco de los días que alguna vez fueron.

A las faldas de la Montaña que humea y la Mujer Blanca – Popocatépetl e Iztaccíhuatl – comienza la ruta de esta edición, que nos servirá para traer el recuerdo de Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana, Fénix de México, quien estaría cumpliendo cerca de 375 años, según la fuente que se consulte, y cuya obra continúa trascendiendo por su destacada voz feminista, pasando de musa a artista de México.

A 60 kilómetros de la capital mexicana en una alquería de cierta relevancia, a mediados del siglo XVII nace Juana Inés, segunda hija del marino don Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca e Isabel Ramírez. Su mente prodigiosa es asunto de innumerables registros y es en San Miguel Nepantla lugar donde se encuentra la cuna de esta gran poetisa. Hoy es el Centro Cultural Sor Juana Inés de la Cruz el punto en el que inicia este camino, así como el cobijo de las ruinas de la casa en donde nació la escritora. Una antigua casa de labranza rentada por el abuelo de Sor Juana vio sus paredes volverse ruinas para luego erguirse en manos de Justo Sierra. Una locomotora adorna el paisaje, así como amplios jardines, un teatro al aire y por supuesto, el mejor homenaje yace en la biblioteca del lugar. Algunos acentos que también dan vida a este espacio son los azulejos de talavera con versos de la autora, una reproducción de su famoso retrato, un busto y tres esculturas: Sor Juana de niña, de adolescente y de adulta.

La dirección para llegar al lugar es Circuito Sur, Sor Juana Inés de la Cruz, Nepantla, C.P. 56890, Tepetlixpa, Estado de México, y está abierto de martes a sábado de 10:00 a 18:00 horas; los domingos y días festivos el horario es de 10:00 a 15:00 horas.

El mapa sigue de manera obligatoria – por orden cronológico y por relevancia en la vida de Sor Juana – hasta la biblioteca de su abuelo que yace en una de las tantas edificaciones que se erigieron tras la invasión española, la Hacienda de Panoaya. Ahí la Décima Musa cursó sus primeros años de lectura y cultura de siembra. Hoy este casco colonial se rodea de todo un complejo lúdico, pero entre sus pasillos y capilla, todavía reposan retratos, libros y la Loa al Santísimo Sacramento, el primer poema que Juana Inés escribiría. Este lugar se encuentra siguiendo la Carretera Federal México-Cuautla, km 58 Panoaya, Amecameca, Estado de México. Abre de 10:00 a 17:00 horas, de lunes a domingo.



Juana llega a la capital, según los registros, a los ocho años para vivir con su tía materna, María Ramírez. Ahí aprendería de modales y toda clase de labores para mujeres. A los 15 años, su vida volvería a cambiar, volviéndose parte de la corte virreinal. En esta etapa, Amado Nervo, admirador declarado de la escritora a quien le dedicó su homenaje Juana de Asbaje, la recuerda no sólo como mente inoportuna en el tiempo en cuanto a entendimientos individuales y feministas, sino al que le debía total devoción a la jerarquía: sus mejores amigas fueron dos virreinas: la marquesa de Mancera, que la eligió para su dama de honor, siendo muy moza aún, y la condesa de Paredes, la Lysi de sus cálidos versos.

En su vida citadina, Sor Juana se convierte en una gran lectora de Santa Teresa, y eso la impulsa a fundar, junto a otra monja, Mariana de la Encarnación, el convento de San José de Carmelitas Descalzas, hoy ubicado en Licenciado Primo de Verdad no. 8, entre Palacio Nacional y el Templo Mayor en el Centro Histórico. Eventualmente el convento fue demolido y el edifico construyó su propia historia, pero la nave principal, así como las capillas, permanecen como ornamento de las calles históricas bajo el nombre de Iglesia de Santa Teresa la Antigua. Las partes que fueron reconstruidas – en algún momento utilizadas por la Rectoria de la Universidad Nacional – se conservan como el Palacio de la Autonomía. El lugar abre sus puertas de martes a domingo, de 10:00 a 18:00 horas.

La ruta, como la vida de Juana Inés, termina en el convento de San Jerónimo, hoy Claustro de Sor Juana. El recinto se fundó como el primer convento de monjas jerónimas en 1585 con una construcción que obedecía al barroco con tintes herrerianos; inicialmente eran dos casas contiguas que albergaban a cuatro monjas y para 1669, cuando el convento estaba dedicado a Santa Paula, se une Sor Juana Inés de la Cruz, buscando reglas más relajadas que le permitieran estudiar y escribir a su antojo. Su libertad fue promesa cumplida, pues tuvo una biblioteca de cuatro mil volúmenes y un estilo de vida que mucho dejó a la crítica, pues a diferencia de lo que se esperaba de una mujer dedicada al clero, gozaba de esclavas, ayudantes y otros privilegios. Este recinto es considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y está ubicado en José María Izazaga, aunque tiene accesos también por la calle 5 de febrero, San Jerónimo e Isabel la Católica, en el Centro Histórico de la CDMX. El museo, así como algunas áreas dentro del complejo, se pueden visitar de lunes a viernes de 9:00 a 19:00 horas; y los sábados de 10:00 a 13:45 horas.



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