La historia de Carlomagno, el emperador católico que cambió el cristianismo, formará parte de la programación de Canal 22. No te lo pierdas, a partir del 9 de noviembre, todos los sábados a las 21 h y su retransmisión el domingo a las 19 h.
La miniserie es una producción documental basada en la crónica biográfica de Carlomagno, Vita Karoli Magni, que escribió el historiador Eginardo, consejero y cercano cortesano del emperador franco. Escrito de un valor indescriptible, pues relata de cerca la vida en la Baja Edad Media, ya que existen muy pocos textos que aborden este periodo con tal detalle. La escritura y el papel no eran dos cosas que abundaran en aquel tiempo. Hay que tener presente que fue hasta el s. XV, cuando se expandió el uso de la imprenta.
Carlomagno es el hijo de Pipino, quien, a principios del s. VIII, comenzó el dominio de los diferentes pueblos que habitaban la región que hoy conocemos como Francia, particularmente de los llamados Merovingios y Lombardos. A su muerte, el gran reino unificado que dejó fue dividido y heredado por sus hijos Carlomagno y Carlomán, quienes enfrentaron una fuerte rivalidad por este motivo. Con sus recreaciones ficcionales, la miniserie retrata con detalle la rivalidad de los hermanos. Aunque Carlomán era el hijo menor, en la infancia cuando entrenaban, siempre vencía a Carlomagno.
Otro buen detalle de esta producción es la manera en que se aprovecha la biografía de Eginardo. Al formar el autor parte de la ficción a cuadro –mientras dicta Vita Karoli Magni a su ayudante– puede ponerse en perspectiva con otros momentos reconstruidos, como la relación de Carlomagno con su madre o sus derrotas en el campo de batalla, como le ocurrió en la campaña en Zaragoza con el desastre final de Pamplona. Además, la participación de diferentes académicos completa la biografía medieval con detalles íntimos, como su pasión por la fiesta o la furia despótica que lo caracterizó en muchos momentos, como cuando decapitó a 4,500 sajones, en su persecución contra Viduquindo.
La miniserie, encima, profundiza aún más en el arte de contar el pasado. Complementa el gran trabajo de investigación, con detalles arqueológicos inusuales como pruebas químicas que permiten datar si una fogata se prendió en una cueva hace 1,300 años o experimentos a cámara lenta con flechas y armaduras, réplicas del armamento medieval europeo, para entender la potencia de la industria bélica franca.
Y para cerrar esta gran producción, se visitan lugares que dan cuenta de la grandeza del imperio franco, como la biblioteca medieval europea más antigua, la biblioteca de la Abadía de San Gall en Suiza, fundada en el s. VIII; un lugar suficientemente maravilloso que visitarlo mediante la cámara estremece. Así, como la iglesia de San Benedetto en el norte de Italia, en Malles Venosta, que cuenta con frescos de la realeza carolingia, donde a detalle podemos descubrir cómo vestían. O las recreaciones de época realizadas con tecnología de tercera dimensión, donde puedes dar un recorrido por la Europa central de la Edad Media: Roma, España o los helados Pirineos.
Vale la pena no perderse esta miniserie. El afán de Carlomagno por engrandecer el reino espiritual del Papa Adriano I explica en mucho el final de la Edad Media, que vivió nuestro continente americano. Carlomagno decía que en el fulgor de la batalla iba entre su ejército San Pedro, y cuántas veces Bernal Díaz del Castillo no menciona a Santiago de Compostela en el combate hombro con hombro, que libró el ejército de Hernán Cortés. Porque el cristianismo replicó sus intenciones durante muchos siglos y comprender a Carlomagno es entender otro tanto del colonialismo en América.