En la abundante gastronomía mexicana las tradiciones ancestrales se han ido heredando de generación en generación, aunque varias con buena influencia de la colonización dieron paso a nuevos platillos. Esta ocasión en Cultura para el paladar te hablamos sobre algunas flores y plantas que numerosos paladares han degustado en más de una presentación, una herencia cultural que sabe a tradición.
La flora de México es abundante y diversa, probablemente el aspecto medicinal es uno de los más reconocidos cuando se habla sobre el amplio catálogo de plantas y flores que se encuentran en el país, pero indudablemente se sabe lo esenciales que son en la gastronomía. ¿Quién no ha probado una fresca agua de jamaica, un rico caldo de pollo con epazote o una deliciosa quesadilla de flor de calabaza? Bueno, independientemente de si son de tu gusto o no, es común encontrar estos platillos en los menús de fondas y puestos en distintos puntos de México.
Es de saberse que las culturas antiguas aprovechaban los recursos de la tierra, entre ellos, la amplia diversidad de flora que se aloja a lo largo de la República Mexicana, se le llaman quelites a las hojas de las hierbas y plantas, acá retomamos algunas plantas y flores que destacan por su riqueza nutrimental y aportes al mundo gastronómico.
Hablemos de las plantas que son originarias del país, aquellas que en su mayoría heredaron tradiciones prehispánicas en su consumo y preparación.
Es una planta cuyo origen se remite a los tiempos de Mesoamérica, los mexicas lo utilizaban en rituales, con ella daban forma a deidades y era parte de su consumo cotidiano. Perteneciente a la familia Amaranthaceae, de esta planta se aprovechan sus hojas como quintoniles, su semilla para hacer atoles, pinole, mazapanes, etc. y el amaranto tostado hoy en día es un complemento en postres y distintos alimentos por aportar proteínas, minerales, vitaminas naturales, ácido fólico, niacina, calcio, hierro y fósforo.
También conocida como chía, es una planta del grupo de las lamiáceas; fue un alimento básico para las civilizaciones antes de la conquista, donde se dice que se domesticó con los olmecas, con la llegada de los españoles fue desplazada por los cereales que llegaron al país, pero desde hace unos años comenzó a resurgir entre los platillos. Aporta potasio, proteínas, fibra, hierro, antioxidantes y calcio.
Principalmente utilizada por los aztecas, esta planta pertenece a la familia de las quenopodiáceas y además de tener un papel importante en el ámbito medicinal, suele usarse para dar sabor a sopas, quesadillas, caldos, moles, frijoles y pancita, por solo mencionar algunos deliciosos platillos. Entre las propiedades que tiene, está presente la fibra, vitaminas, hierro, calcio y ácido fólico.
El uso de las flores en la gastronomía mexicana ha tenido una relación con la cocina gourmet ya sea por presentación, por color y claramente por sabor, pero aquí te platicamos sobre algunas que son emblemáticas de México.
Ligada directamente a los rituales y por ser representativa de la adorada época de Día de muertos, el cempoalxóchitl es una flor que además de adornar ofrendas, campos y panteones, es utilizada en sopas, cremas, jarabes, helados y en la mismísima masa del pan de muerto. Su consumo también tiene una faceta medicinal en la que se le atribuye un impacto positivo al sistema respiratorio y digestivo, así como la aportación de minerales, vitaminas y antioxidantes.
La calabaza por sí sola es un alimento importante en las tradiciones de México, y como la historia gastronómica del país respalda, las hierbas, las hojas, los tallos y los frutos son aprovechados; el caso de las flores de calabaza no es diferente, pues su facilidad de cocción la ha hecho parte de sopas y quesadillas. Es fuente de potasio, calcio y fósforo.
El árbol de colorín fue sagrado para los mayas y los mexicas, sus flores tenían usos medicinales como antiinflamatorio, antídoto y claro que como alimento. Actualmente es un platillo que se encuentra en distintos pueblos de México donde suele prepararse con huevo; mucho ojo porque, aunque las flores son comestibles, sus semillas contienen propiedades alcaloides que son venenosas.
Nuestro país es una joya biodiversa de la que deviene una serie de platillos estrechamente relacionados con las culturas antiguas que, independientemente del mundo gourmet, son un legado gastronómico a nivel mundial.