El Librero

De albures y mexicanismos

Por: Itzel Huerta
Gaceta Nº 218 - 2 de septiembre, 2024


Uno de los aspectos que suele caracterizarnos a los mexicanos es nuestra peculiar manera de hablar y para entenderla no existe un curso de español que lo enseñe. Hay muchas razones que explican por qué la manera en la que hablamos este idioma es tan particular, y aunque el desarrollo de la colonización se lleva buena parte de este motivo, los procesos sociales y culturales que han ocurrido hasta el día de hoy tienen todo que ver. México es un país que entre su amplia variedad lingüística aloja numerosas variantes en sus definidas 32 entidades, alberga aún 68 lenguas indígenas, de las cuales el náhuatl, con aproximadamente un millón 700 mil de parlantes, se coloca como la más hablada. De su existencia provienen sinnúmeros de los llamados indigenismos, es decir, aquellas palabras que son mezcla de la lengua española con una lengua indígena, por ejemplo: chocolate, cacahuate, pulque, coyote o jitomate. El vocabulario de los mexicanos es una combinación nutrida por las raíces indígenas, las referencias locales y las expresiones coloquiales, por ello no hay curso de español que asegure que al terminarlo se le entienda a un mexicano. En esta edición de El Librero honramos la riqueza de la jerga nacional con obras que nos hablan sobre la divertida esgrima verbal que preservamos y la peculiar manera en la que hablamos los mexicanos.



Anda de boca en boca y no es chisme


Los albures son parte de la dinámica sociocultural de México, y aunque son principalmente reconocidos en la capital, en estados como Veracruz, Hidalgo y Guerrero también abunda el uso de estos en su población. El albur es un juego de palabras en el que se habla en doble sentido y siempre con una connotación sexual, proviniendo de los insinuosos calambures, esta esgrima verbal es característica de la cultura popular. Aunque, como la propia sociedad mexicana, ha llegado a reproducir discursos racistas, clasistas, misóginos y homofóbicos, lo que ha contribuido a su rechazo, pese a que nunca ha tenido como finalidad agredir al prójimo.


Picardía mexicana (1960)


Armando Jiménez Farías se dio un baño de pueblo para escribir este libro, pues más allá de sólo ser una recopilación, es un medio que acerca a la cultura popular de los mediados del siglo pasado, donde podemos entender el origen de varias expresiones y reconocer la vigencia que siguen teniendo hoy en día. Esta obra es la vox populi en letras pues, acompañado de ilustraciones, se abordan aspectos económicos, políticos y culturales. Uno de los aspectos más destacados de los albures es su constante referencia a las relaciones sexuales, a los genitales o a la sexualidad, en palabras más o palabras menos, se puede usar la literalidad.


Su majestad el albur (2011)


Una de las principales nociones que se tienen sobre el albur es de índole despectiva, en la que su uso se asume como característico de la población de escasos recursos, con mínimo grado de estudios y aquella que es perteneciente a la baja cultura, o bien, cultura popular. En esta obra, Fernando Díez de Urdanivia retoma un poco este prejuicio y se echa un clavado en la historia del albur, sus orígenes, los procesos que lo edificaron, etc. Es un trabajo de investigación sociológica en el que desglosa todo lo referente a este juego de palabras a un nivel incluso analítico bajo una hábil pluma que en lo absoluto resulta aburrida.


Cada que te veo, palpito: Guía básica (y unisex) para alburear (2017)


¿Sabes que existió la Reina del Albur? Lourdes Ruiz (1971-2019) fue una mujer que se abrió paso en el mundo de los albures hasta dejar el legado con el que es recordada hoy en día. Se dio a conocer en 1997 durante Trompo contra pirinolas, un concurso de albur en el Museo de la Ciudad de México. Contribuyó a investigaciones, estudios del lenguaje popular y talleres. El legado de Lourdes no sólo quedó grabado en videos de creadores de contenidos y entrevistas, sino también en este ejemplar. Este libro, publicado junto con Miriam Mejía, manda un poco lejos a los antropólogos, sociólogos y opinólogos para expresar que el albur, más allá de cualquier investigación, es pura y mera diversión.


¿Quién habla como el español nos enseñó a hacerlo?
Como en líneas más arriba aclaramos, los indigenismos son nada más y nada menos que la mezcla entre palabras de origen indígena y castellano; suelen confundirse con los mexicanismos porque varios de ellos provienen de alguna lengua indígena pero, a diferencia de los indigenismos, son actos de habla directa que adecuamos en nuestro vocabulario, algunos pueden tener origen indígena pero en muchos casos eso no sucede, como por ejemplo: híjole, apúrale, órales o el uso de diminutivos (rapidito, mijita). Solemos usarlos diario, pero ¿qué tanto los conocemos? Descuida, seguro que estos libros te ayudarán a hacerlo.


Así habla el mexicano (1984)


Jorge Mejía Prieto recopila una lista ordenada por orden alfabético en el que define una serie de palabras que son heredadas de nuestra historia y que incorporamos como parte del desarrollo de esta. El náhuatl se mantiene presente en la mayoría de estas palabras junto con una breve explicación que nos aclara un poco el porqué de las cosas.


Diccionario breve de Mexicanismos y Gachupinismos (2013)


Escrito por Rita Vega Baeza y David Caldevilla Domínguez, se distingue de cualquier otro diccionario debido a que incorpora palabras y expresiones que usamos día con día, como luego luego, irse de hocico o las diferentes interpretaciones que damos a hijo. Puede que al terminar de leerlo seguro tengas aún muchas dudas, pero estas expresiones - que no corresponden únicamente a una generación en especial – puedan aclararte un poco todo lo que se sigue reproduciendo en redes sociales.



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