Familias con la realidad bien alterada; personas renuentes a la pérdida; sociedades distópicas en las que vivir solo es inaceptable; y hasta una reina infantilizada que no se entera jamás de lo que le sucede a la nación que gobierna; son parte de los microcosmos en los que viven los personajes de las películas de Yorgos Lanthimos, director de cine griego que en los últimos años y con relativamente pocos trabajos ha logrado posicionarse como un referente del cine contemporáneo de autor. Desde sus primeras películas, desconocidas hasta en su natal Grecia, su singular manera de retratar mundos transgresores para desarticular los constructos sociales más elementales de la vida occidental han sido parte esencial de sus filmes.
Esa peculiaridad de mundos aparte donde el humor negro y absurdo retratan historias totalmente verosímiles llenas de profunda crueldad humana, llevan su sello desde la amateur Kinetta, pasando por la cinta que lo colocó en el foco internacional Canino (2009), en Cannes; su primera cinta con un reparto de luminarias, La langosta (2015); hasta su último filme multipremiado y que se presume logró ya colarse a los no menos relevantes (para la industria) Premios Oscar, y que está próximo a estrenarse, Pobres criaturas, adaptación de la novela del escritor irlandés Alasdair Gray, protagonizada por Emma Stone, Mark Ruffalo y Willem Dafoe.
Mientras muchos nos preguntamos quién es y qué ha hecho este ateniense que nos cuenta verdaderas tragicomedias (a lo griego) para llegar a los circuitos más comerciales a pesar de que su cine es todo lo opuesto a la gratificación inmediata, en este Top Cine hablaremos de sus cintas más celebradas (que en su mayoría ya cuentan con elencos recurrentes como Emma Stone, Olivia Colman o Colin Farrell), siempre dotadas de tramas que apuntan casi a la misantropía, reventando la burbuja de las convenciones sociales, para ver lo peor de eso que llamamos humanidad.
Un hombre y su esposa mantienen en cautiverio a sus tres hijos (dos mujeres y un hombre) durante toda su vida, haciéndoles creer que el mundo es un lugar peligroso y que si alguna vez pudieran salir algo terrible les ocurrirá. Y no, no estamos hablando de El castillo de la pureza, de Arturo Ripstein. Hay quienes ven en Canino claras reminiscencias al filme mexicano de 1973, en la trama y hasta en cuadros muy específicos. Hay a quienes, como el mismo Ripstein, no les hace ninguna gracia la idea de inspiración igual a plagio. Inspiración que Lanthimos jamás ha manifestado, por cierto.
Regresando a la trama de Canino (ganador del premio Un Certain Regard en Cannes), el nivel de alienación y la realidad ofrecida por los padres a sus tres hijos, que ya no son unos niños, consta de: hacérseles creer que las canciones de Frank Sinatra son cartas de su abuelo; inventarles un nuevo significado a las palabras; que fuera del cerco de la casa habitan bestias mortales, cuando en realidad nunca han visto a otros seres humanos, excepto una mujer que su padre lleva regularmente para que mantenga relaciones sexuales con su hijo; y que quizá y sólo quizá, podrán salir de ese encierro cuando se les caigan los colmillos.
Los suplantadores, los Alps, son un grupo de personas que se dedican a un negocio poco usual, ofrecen a familiares de recién fallecidos una opción frente al duelo y el dolor: reemplazar a los muertos. Este servicio de consuelo, en el que se suplanta al occiso, toma siempre por sorpresa a los que están de luto y luego de mostrar extrañeza, acceden, porque ¿qué podría salir mal al dejar entrar a la dinámica interna de un grupo a una persona que no conocen de nada?, ¿al tratar de llenar los zapatos de alguien que ya no está y que es adorado por quienes no están ya dispuestos a sufrir por una pérdida?
Si piensas que no hay nada más cruel que estar en Tinder y ser rechazado por personas aun sin conocerte, es que no te has enfrentado a que te hagan el verdadero feo por no tener pareja y peor aún, que te pongan un ultimátum para así poder encajar en la sociedad. En La langosta, con Colin Farrell, Rachel Weisz, Olivia Colman, Léa Seydoux y John C. Reilly, una sociedad distópica tiene por norma que a cierta edad todo humano debe estar emparejado, quien no haya cumplido con esta expectativa deberá recluirse en un hotel para, en un tiempo récord de 45 días, conseguir una pareja. Además, hay reglas muy claras, entre ellas, que aquí no hay parejas disparejas. De no suceder, hay una última opción, que te conviertan en animal para ver si, aunque sea así, logras encontrar a tu media naranja.
Por su puesto, hay desertores, cazadores de desertores, rebeldes y los peores de todos, los que osan enamorarse de verdad. Esta sátira a las imposiciones sociales y los prejuicios extiende los microcosmos de Canino y Alps y nos ofrece una metáfora de algo que conocemos bien, los lazos afectivos de pareja: por un lado, la regulación social de estos (los que aborrecen a los solitarios) y por el otro, el desapego y repudio total a este tipo de vínculos (los rebeldes que van contra el sistema).
Una reinvención del mito de Agamenón de la tragedia de Esquilo, donde la diosa Artemisa le pide un sacrificio a cambio de asegurarle el triunfo sobre Troya. Aquí vuelve Farrell, acompañado de Nicole Kidman, Barry Keoghan y una resucitada Alicia Silverstone, para contar una historia sobre las transgresiones dentro del llamado estado del bienestar. Una familia tradicional más que acomodada es puesta a prueba cuando el patriarca, un prominente cirujano cardio vascular, es contactado por un adolescente que meticulosamente planea entrometerse en el cerrado círculo familiar, donde los privilegios parecen darles todo lo necesario para ser felices, al menos hasta que él entra a sus vidas.
Mezclando su oscuro humor con elementos fantasiosos, casi mágicos, Yorgos y su fiel acompañante, el guionista Efthymis Filippou, nos ofrecen una mirada a lo que una persona está dispuesta a sacrificar por un bien mayor. ¿Es entonces ese valioso sacrificio más importante que lo que se está sacrificando sin escrúpulo alguno? Y de ahí, que los que viven en la opulencia merecen ser castigados por sus carencias morales, mermadas por la frialdad y banalidad de sus comodidades.
La primera película de Yorgos realizada sin Filippou fue La Favorita. Con guion de Deborah Davis y Tony McNamara (que repite mancuerna en Pobres criaturas) la cinta está basada libremente, es decir, sin rigor histórico, en la vida de la reina Ana de Gran Bretaña, la última de la dinastía de los Estuardo.
La manipulación y la avaricia no por el dinero, sino por el poder, y no sobre una nación, sino sobre una persona, hacen que dos mujeres cortesanas de la reina entren en una batalla a muerte por mantenerse como la favorita o ser la nueva favorita. Por un lado, esta Lady Sarah, amiga desde la infancia de la reina y que lleva ya años como su acompañante y consejera; por el otro está Abigail, prima de Sarah que llega a la corte huyendo de un hombre que la compró a su padre, buscando más que sobrevivir. Lo absurdo de las relaciones y comportamientos que se tejen en esta historia, por ejemplo, el caprichoso e histérico comportamiento de su majestad, es una muestra de lo ridículo y decadente que resulta el mundo aristocrático. Y las estrategias de estas tres mujeres que intercambian la vara de poder a cada rato denuncian la naturaleza humana de utilizar a los demás para el beneficio propio.