Por: Diana Galán

Jan Švankmajer: Alquimia Y Poesía

Aquellas personas cercanas a la poesía, o quienes la escriban, entenderán que el proceso creativo conlleva una cierta alquimia de lo que conocemos como realidad; es decir, el o la artista observa un suceso en el mundo y luego busca en lo más recóndito de sí mismo —en la entraña— lo que le despierta dicho evento. Entonces, desmenuza emociones, pensamientos y obsesiones, las vive, las encarna. Cuando llega el momento adecuado, todas esas sensaciones atraviesan el cuerpo y toman forma en el papel o cualquier otro material dispuesto a ser receptáculo del poema. Por tanto, la labor del creador es encontrar en lo ordinario lo maravilloso.

No hay solo una forma de hacer poesía. Uno pensaría que la forma original de un poema es un texto cuya estructura tiene que basarse en versos, el ir y venir serpenteante de la pluma sobre la hoja en blanco, pero poesía también son las imágenes, los intersticios entre la vigilia y el sueño, el sonido, los gestos. El poeta se dedica a atrapar lo efímero.

Jan Švankmajer (Praga, Checoslovaquia, 4 de septiembre de 1934) es un artista, cienasta y animador, reconocido por sus técnicas de stop motion, que comprende a la perfección este proceso antes descrito, incluso, en 1999 escribió un Decálogo con algunos de sus principios para desarrollar una obra fílmica, algunos de ellos dicen que antes de rodar una película es pertinente escribir una novela, un ensayo o un poema, pintar un cuadro, hacer un collage con el propósito de buscar una expresión universal; además, agrega que debes entregarte sin reservas a tus obsesiones, pues son relictos de la infancia y de esa etapa provienen los más grandes tesoros.

Švankmajer también sabe que para la animación es necesaria la magia, pues no se trata únicamente de otorgarle movimiento a los objetos, sino de ser capaz de percibir su vida íntima y narrar sus historias, mas no las del artista. Para él es de suma importancia confundir la realidad con el sueño, pues son momentos donde el cuerpo y la mente están separados solo por un abrir y cerrar de ojos.

Sus cortometrajes y sus largometrajes poseen una riqueza estética inigualable que han servido de inspiración para otros creadores; en ellos, se hace presente lo grotesco, la corporalidad es parte fundamental de su obra, así como el horror y lo siniestro.

Dedicamos este Top Cine al alquimista de las imágenes, cuya poesía se extiende de la realidad al sueño:


La caída de la casa Usher (1982)



Basada en el relato La caída de la casa Usher de Edgar Allan Poe, una de sus grandes influencias, narra la historia de un viajero que llega a la mansión Usher y descubre que los hermanos viven bajo una misteriosa maldición familiar. En este cortometraje Švankmajer explora nociones como la desaparición y el hundimiento.


Alicia (1988)

Alicia es una adaptación cinematográfica de la novela Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas. Después de haber leído el cuento de Lewis Carroll, Alicia se queda dormida en su cuarto rodeada de sus juguetes y, en sueños, es transportada al País de las Maravillas. A medida que persigue al escurridizo Conejo Blanco, vive peligrosas aventuras en las profundidades del Reino de la Niñez, que culminan con el juicio al que es sometida en la corte del Rey y la Reina de Corazones. En esta película, el cineasta recorre estos espacios entre el sueño y la vigilia, en donde se entremezclan y la confusión puede ser aterradora.




Fausto (1994)



Esta película cuenta la historia de un hombre que camina hacia el trabajo, en el trayecto se le acercan dos extraños y le entregan un mapa con una sugerente inscripción. Por mucho que el hombre intenta quitarse el mapa de la cabeza, el enigma lo obsesiona hasta tal punto que se involucrará en un misterio del que probablemente no saldrá indemne. Es una adaptación libre del mito de Fausto en el que se mezclan animación e imágenes reales para reflexionar sobre el destino trágico del héroe y su proyección sobre los demás.

Combina secuencias de acción en vivo con animación stop-motion e incluye títeres -los cuales fueron parte de la formación artistica de Švankmajer- y plastilina. La película no relaciona la leyenda de Fausto con precisión de acuerdo con el original, sino que fusiona elementos de la historia de Goethe y Christopher Marlowe con las interpretaciones populares tradicionales. Asimismo, tiene elementos del modernismo y absurdismo que conjunta con un ambiente kafkiano, realzado al establecerse en Praga, a través de un tono oscuro pero humorístico. Las voces en la versión en inglés fueron proporcionadas por Andrew Sachs. La película fue seleccionada como representante checa para la Mejor Película de Lengua Extranjera en los 67° Premios de la Academia, aunque no fue aceptada como nominada.


Lunacy (2005)

La película se basa en dos cuentos, El sistema del doctor Tarr y del profesor Pluma y El entierro prematuro de Edgar Allan Poe. También se inspiró en las obras del Marqués de Sade. Su rodaje se llevó a cabo entre octubre de 2004 y abril de 2005, en el pueblo de Peruc, cerca de Praga, y en el estudio de Švankmajer, en el pueblo de Knovíz.

Tras asistir al funeral de su madre, Jean Barlot emprende un viaje y se detiene a pasar la noche en una pensión. Durante el sueño causa destrozos en la habitación. A la mañana siguiente, averigua que un extraño marqués, que se hospeda allí, ha pagado los desperfectos y que, además, lo invita a pasar la noche en su castillo. Barlot acepta la invitación, pero sus fuertes convicciones morales y religiosas sufrirán un fuerte impacto al espiar al marqués y a sus amigos.




Little Otik (2000)



Dirigida por Jan Švankmajer y Eva Švankmajerová. Se basa en el cuento popular Otesánek, escrito por K. J. Erben, la película es una comedia de acción en vivo, desarrollada principalmente en un edificio de apartamentos en la República Checa. La película utiliza la Obertura de Der Freischütz (1821) de Carl Maria von Weber como marcación del relato. Cuando un matrimonio se entera de que no puede tener hijos, se sienten muy frustrados. Para aliviar el dolor de su esposa, el marido recorta una raíz del jardín, dándole forma de niño. La mujer, en su desesperación, acepta a la raíz como si fuera realmente un bebé. Y, de pronto, la raíz cobra vida.