“… si lo que se quiere es dar una imagen más representativa de la realidad y, sobre todo, hacer la realidad más inclusiva, el lenguaje es una de las herramientas más eficaces. Darle nombre a lo que queremos que exista, a lo que queremos identificar, fomentar y cuidar. Nombrar es siempre uno de los primeros pasos y lo es precisamente porque posibilita el reconocimiento que está en la base misma de la existencia.
Las lenguas son de quienes las hablan. El español, creemos en la Fundéu, pertenece a sus hablantes; pero es innegable que la lengua es también un espacio simbólico de poder”.
Lengua y realidad, Fundéu
En los espacios públicos, incluidos los que se configuran en las esferas de la virtualidad, en nuestro país y en otros del continente, y en otros continentes, hay en la actualidad una disputa por el uso del lenguaje incluyente o inclusivo. En la arena se baten posturas bien diversas sobre lo que es el lenguaje o debiera ser, sobre usos correctos e incorrectos, sobre la autoridad de las instituciones o de los expertos, incluso, existe el juicio “estético” sobre lo mal que se lee o escucha algo y sobre lo mal o ridícula que se ve la gente usando el inclusivo; posturas todas que apelan a un orden y jerarquía para denostar el uso del morfema ‘e’, para apalear y abuchear a quienes quieren ser nombrades como elles, a quienes, a través del lenguaje, quieren hacer visible su disidencia respecto de la norma heteropatriarcal que rige nuestras sociedades y culturas.
Ahora bien, para quienes gustan de apelar a la “inapelable” autoridad de las instituciones, conviene recordar que, por ejemplo, la Academia Mexicana de la Lengua no ha existido siempre, al igual que la Real Academia en España y en el resto de los países hispanohablantes que cuentan con una institución por el estilo. Hay que evidenciar además el contexto histórico por el que tiene jurisdicción en este lugar del mundo una academia de la lengua: la conquista de estos territorios en el siglo XVI por parte de la corona española y la posterior imposición de su cultura y su lengua sobre los pueblos sometidos. Cierto que siglos median desde entonces y que, en el papel, al menos hace dos ya no somos colonia de España, pero el español quedó como lengua oficial y con la Independencia vino la necesidad de crear una institución nacional de la lengua.
Como se ve, la existencia de estas instituciones es histórica. La Real Academia se creó en España en 1713 y fue aprobada por una cédula real en 1714, de ahí el título nobiliario; cabe señalar aún que el español surge como idioma hacia el siglo VI en la península ibérica, bastante antes de que existiera una institución que vigilara y castigara su uso. En lo que toca a la Academia en México, su aparición fue bastante atropellada: hubo al menos tres intentos de instaurar algo como eso en el siglo XIX, hasta que en 1870 por iniciativa de la Real Academia Española se dispone la creación de su correspondiente en México, pero no fue hasta 1875 que tuvieron lugar sus sesiones preparatoria e inaugural, el 13 de abril y el 11 de septiembre respectivamente.
Bastante lejos estamos de la creación de esas dos instituciones, en la actualidad, contamos con la Fundación del Español Urgente, Fundéu, institución sin ánimo de lucro creada en el 2005 y que tiene como principal objetivo impulsar el buen uso del español y ayudar a todos aquellos que utilizan el idioma en su actividad diaria en los medios de comunicación, las redes sociales y las nuevas plataformas digitales (esto es lo que se lee en su sitio de Internet). Y si pusiste atención al epígrafe de este texto, seguro advertiste que subrayamos algunos puntos sobre lo que la Fundéu opina sobre el lenguaje: que nombrar es reconocer existencias, que la lengua es de quienes la hablamos y que la lengua es un espacio simbólico de poder.
Y si esta Fundación es una de las voces de las santas instituciones del lenguaje a las que apelamos cuando buscamos zanjar la cuestión, se ve claramente que la cuestión debería estar zanjada, pero bien lejos está de ser así. Pasa algo curioso con el lenguaje y es que, con él aprehendemos (en el sentido no sólo de conocerlo sino también de apropiárnoslo) el mundo que nos rodea, a tal nivel que equiparamos lenguaje con realidad, con verdad y hasta con naturaleza, de ahí la resistencia a aceptar que el lenguaje pueda cambiar; pero olvidamos que “realidad”, “verdad” o “naturaleza” son cosas que creamos con el lenguaje, nos pasa desapercibido el artificio que hay detrás de todas las palabras y las convenciones por las que se establecen los usos que les damos. La lengua tiene una dimensión lingüística, esa que se vigila y castiga institucionalmente, y otra, sociocultural, en donde una lengua vive gracias al uso que hacen de ella las comunidades, y es en esta dimensión donde el lenguaje está en disputa.
Quizá no lo recuerdes, pues hoy la gran controversia está en el uso del morfema ‘e’, pero la disputa por el lenguaje no es de ayer, no surgió en un salón de clases ni se viralizó en redes sociales. La disputa por el uso incluyente del lenguaje es feminista en sus comienzos, data de los años 60, persiste en la actualidad y señala que: el orden heteropatriarcal que legitima la subordinación sistemática de la mujer al hombre se encuentra también en el lenguaje. Ante esto, muchos han salido en defensa del masculino genérico, con el que presuntamente se nombra tanto a hombres como a mujeres, pero baste repasar un episodio, de tantos que hay en la historia, para evidenciar que esa presunción cae por el peso de lo que sucede de hecho:
Érase una vez en Francia, en tiempos de la Revolución, cuando la Asamblea Nacional Constituyente aprobó en 1789 la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Esos derechos se pretendían universales y contra toda ingenuidad que haga creer que en las palabras “hombre” y “ciudadano” se incluía también a las mujeres, habrá que reivindicar a Olympe de Gouges, filósofa francesa que en 1791 presentó a la misma Asamblea su Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, para que esa lucha social en la que también participaron las mujeres se tradujera en el reconocimiento de su libertad e igualdad respecto a los hombres.
Esta historia, como tantas que han sido borradas y silenciadas, han trazado el largo camino de la a, una expresión de la antropóloga feminista Marcela Lagarde con la que nombra este camino en que la lucha feminista ha buscado conquistar derechos y espacios que favorezcan las emancipaciones de las mujeres. Este largo camino de la ‘a’ también ha combatido en el espacio simbólico de poder que es el lenguaje: el lenguaje no es neutral y en la medida en que efectivamente nombremos a las mujeres, sus vidas y sus realidades, éstas serán visibilizadas y reconocidas.
Una de las conquistas en este terreno es el uso del lenguaje incluyente o inclusivo, adoptado en montones de instituciones y del que hay manuales para sensibilizar sobre su uso y ayudar a su adopción tanto dentro de las instituciones como en los espacios públicos. No obstante, como parece ser la regla, una cosa es lo que dicen los manuales o la corrección política con la que se adornan las instituciones al “adoptarlos”, y otra cosa bien distinta es la que sucede en la realidad, donde persiste el negacionismo sobre el sexismo en el lenguaje: una es la cuestión de género y otra la gramatical; o bien, se ridiculiza el uso del desdoblamiento: creen que si hemos de decir “las ciudadanas y los ciudadanos” también tendremos que hacerlo con “la perra y el perro son la mejor y el mejor amiga y amigo de la mujer y del hombre”; y hay quienes apelan a la economía del lenguaje, cuando la cuestión no es si nos ahorramos o no palabras, sino las vidas que somos capaces de reconocer al nombrarlas. Cabe señalar que sólo una profunda ingenuidad podría hacerle creer a alguien que no pasa nada con esto, cuando en realidad se perpetúa la discriminación y se solapan la intolerancia y la violencia.
Se llama performatividad a esa actividad por la cual a través del lenguaje hacemos cosas, pensemos, por ejemplo, en cuando hacemos promesas o damos nuestra palabra, esas acciones quedan asentadas al momento de decirle a alguien “te prometo” o “te doy mi palabra”, es más, sólo son si proferimos esas frases: no hay promesa sin prometer, no hay “mi palabra” si no la doy. Estos ejemplos son muy ilustrativos de al menos dos cosas con el lenguaje: que le damos un peso, un valor, y que construimos realidad con él, hacemos cosas con él. Si abrimos el marco, constatamos que el lenguaje hace realidad, construye mundo, y, cabría aún precisar que hacemos realidad y construimos mundo colectivamente a través del lenguaje.
Reconocer esto, nos permite desplazarnos y mirar críticamente cualquier naturalismo y dogmatismo que se pretenda sobre el lenguaje, y buscar debajo y detrás de ese naturalismo y dogmatismo las pugnas históricas y sociales que les han dado lugar, sobre todo, reflexionar: ¿quiénes han sido los ganadores y quiénes las vencidas y los vencidos en esas pugnas?, ¿cuál es la visión de mundo que se impone, a quiénes favorece y a quiénes invisibiliza? Y una vez que hemos visto y comprendido esto, pensar en cómo a través del lenguaje, favorecemos o no un orden y una visión del mundo, incluso cuando creímos hacer un uso “neutral” de las palabras.
El uso del lenguaje incluyente no ha sido jamás una imposición, sino la invitación del feminismo, y hoy también de otras disputas con la heteronormatividad, a reflexionar sobre el modo como hemos configurado nuestro mundo, la posibilidad que tenemos de reconfigurarlo al igual que nuestros pensamientos y la capacidad que tenemos de hacer visibles todas las vidas al nombrarlas; es, pues, la invitación a la empatía y sensibilidad para expresarnos de manera más igualitaria y respetuosa.
En la actualidad, esto es lo que está en disputa: las resistencias a mirar críticamente el uso que hacemos del lenguaje o a permitir que cambie, y múltiples acciones políticas que a través del lenguaje buscan nombrar para hacer ver. Es político: están quienes apelan y propugnan por el statu quo, y están quienes buscan descentralizar ese poder para hacer habitables otras realidades. Entre tanto, y para que pongamos el foco en los lugares donde hay que iluminar, digamos que la Academia Mexicana de la Lengua sabe que no es la autoridad sobre el lenguaje, sino que su función es registrar los usos que las y los hablantes hacemos de la lengua, a quienes la institución reconoce como las y los verdaderos dueños y hacedores de la lengua.
Sustantivos colectivos incluyentes |
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· La ciudadanía, en lugar de los ciudadanos (falso masculino genérico) |
· La niñez o la infancia, en lugar de los niños (falso masculino genérico) |
Pronombres indefinidos |
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· Quienes quieran participar en este debate, han de informarse. En lugar de: Los asistentes que quieran participar en este debate… |
· Cualquiera que cumpla con los requisitos puede postularse. En lugar de: Los candidatos que cumplan con los requisitos… |
Omisión de artículos |
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· Podrán concursar profesionistas de cualquier área. En lugar de: Podrán concursar los profesionistas de cualquier área. |
Formas no personales de los verbos |
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· Poniendo atención al uso del lenguaje, se es más incluyente. En lugar de: Si todos ponemos atención al uso del lenguaje... |
· Es necesario poner atención al escribir. En lugar de: El redactor debe poner atención al escribir. |
Perífrasis |
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· Sólo las personas nacidas en México pueden ser becadas. En lugar de: Sólo los nacidos en México pueden ser becados. |
Desdoblamiento |
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· Las niñas y los niños tienen derechos, en lugar de los niños. |
· Las presidentas y los presidentes que asistieron a la cumbre, en lugar de los presidentes. |
· Las juezas y los jueces de la Suprema Corte, en lugar de los jueces. |
Paréntesis y barras |
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· Sugerido sólo en espacios como cuestionarios o formularios: Nombre de el/la cliente/a A través de este contrato, quien sustrae queda obligado (a) |
Uso del morfema ‘e’ |
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· Para referirse a quien así lo pide y se identifica como persona no binaria o de género fluido. |
· Lenguaje incluyente - Suprema Corte de Justicia de la Nación |
· Lenguaje inclusivo - Coordinación para la Igualdad de Género UNAM |
· Manual para el uso de un lenguaje incluyente y con perspectiva de género - Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres |
· Guía para el Uso de un Lenguaje Incluyente y No Sexista - CNDH |
· Lenguaje y discriminación - CONAPRED |
· Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje - UNESCO |
· ¿Qué crees que hubiera opinado Cervantes del lenguaje incluyente? - 50 de Cervantes |
· ¿El lenguaje inclusivo sirve de algo? - CuriosaMente |
· En defensa del lenguaje incluyente - Arturo Zaldívar |