Obedeciendo a un encargo es estrenada en 1925 la película El acorazado Potemkin, la cual presenta a uno de los mejores acorazados de la flota rusa del mar Negro y narra el motín del 27 de junio de 1905 por parte de sus marinos, quienes estaban cansados por las malas condiciones de vida a las que eran sometidos por los oficiales zaristas. El 21 de diciembre se cumplen 98 años de su estreno y continúa siendo, aún con algunas escenas y un final completamente alejados de la realidad, una de las mejores películas de la historia y también la mejor obra del considerado padre del montaje en el cine: Sergei Eisenstein.
Eisenstein nació el 23 de enero de 1898 en la ciudad de Riga, antes perteneciente al Imperio ruso, fue director de teatro del ejército rojo y su cine sirvió de elemento propagandístico de los valores de la Revolución rusa. Estaba convencido que con el cine se podía jugar con la connotación de la imagen y con ella moldear la mente del espectador e influir en sus emociones; precisamente por su teoría sobre el montaje fue que revolucionó la forma de crear y narrar el cine hasta ese entonces, ya que consideraba que la unión de un plano con otro tomaba una nueva forma que le daba más peso al significado que él quería representar.
¡Eso es muy cierto!, el ser humano requiere y posee la capacidad de estar en constante proceso de interpretación de su entorno, ese al que llama realidad, pero en ocasiones suele escaparse de este en busca de un instante de entretenimiento, de conocimiento o de reflexión, y lo hace mediante el cine. Pero este acercamiento con el cine (de todo tipo) se da por gusto o de forma voluntaria, haciendo que funja como un ritual y también como una actividad con gran valor histórico; por ello, hoy, ir al cine o ver películas es una de las actividades más características de la vida cotidiana y es interesante cómo en este espacio-tiempo se da la transformación de la identidad, configurando aquello que está ligado a nuestro sentir, nuestro actuar y hasta nuestro vestir.
Como suelo decir en mi ciudad natal, Iósif Stalin la tenía igual de clara, su idea básicamente era poder controlar a la población valiéndose del cine como medio para promocionar o publicitar su partido político. Admiraba a Eisenstein, pero impulsado por y fiel a su pensamiento ideológico, también lo consideraba polémico, de hecho el político soviético censuró varias películas del director ruso, así es el caso de la película Iván el Terrible debido a que encontró sátiras hacia él en la segunda parte de la cinta.
Pero ¿cuál es la historia que inspiró a la película El acorazado Potemkin? Unos años atrás, se desarrollaba la guerra ruso-japonesa (1904-1905) en donde se disputaba qué Imperio podía extender sus fronteras, apoderarse de Corea y apropiarse de Manchuria, China. Esta ambición por el poder fue la causa de las malas condiciones de vida para el pueblo ruso que años más tarde se levantó contra el zar; es entonces cuando se empiezan a desarrollar las primeras huelgas y se conforman los primeros soviets, al mismo tiempo que el acorazado Potemkin era el escenario en donde se desenvolvía esta revolución.
El Imperio ruso había perdido a su mejor flota y con ello la guerra, el Potemkin -bautizado de esta forma en honor a Grigori Potemkin, príncipe de Táuride, militar y político- flotaba por las aguas del mar Negro con una tripulación con sus esperanzas hechas trizas y con el ánimo por los suelos. Cansados por el trato inhumano que recibían por el ejército zarista, el malestar entre los marinos fue denotado por el hecho de que la carne que les daban de alimento tenía gusanos y estaba completamente en putrefacción; con justa razón se levantaron en protesta y como regla en toda huelga es necesaria una figura líder, que para este caso fue el marinero Grigori Vakulinchuk quien inspiró el movimiento.
Aún después de haberles realizado el reclamo, los oficiales ordenan que se les prepare borsch (sopa tradicional rusa) con dicha carne en descomposición; los marinos se negaron a probarla y este comportamiento no fue muy bien recibido por parte de los mandos quienes decidieron condenar al fusil a los rebeldes. El acto represor desencadenó la molestia de la tripulación quienes se alzaron en motín y tomaron el barco por las armas obteniendo la victoria, con un resultado de bajas a siete oficiales, al capitán Yevgueni Gólikov y al marín Vakulinchuk herido de muerte por Guiliarovsky.
La flota se encontraba cerca de Odessa, ciudad de Ucrania, pretexto que hizo que los marinos se dirigieran hacia allá; en realidad sabían que en Odessa se llevaba a cabo una huelga en donde también reclamaban un trato humano y aumento de los sueldos, así que los marinos deciden unirse. Una vez en el puerto, le dan velación a su difunto compañero el regatista Grigory Vakulinchuk; el pueblo se condolió con el hecho y tomó conciencia de la revolución, apoyaron a los marinos, pero fueron brutalmente juzgados por ello, debido a que el ejército zarista manchó con sangre de personas civiles las calles de Odessa.
El Emperador Nicolás II ordenó disipar la huelga y para ello utilizó a dos de sus tropas. La batalla estaba perdida, tras la masacre de cientos de civiles en Odessa se emprende una ardua persecución al Potemkin por parte de los escuadrones navales Gueorgui Pobedonosets y Dvenádtsat Apóstolov, quienes en un principio se resistieron a abrir fuego contra la embarcación pero al cabo de unos días y ante la falta de apoyo por los gobiernos de las ciudades vecinas la flota es acorralada y pronuncia su rendición; antes de desembarcar y entregarse, el suboficial Matushenko da la orden de hundir el barco, siendo esta la forma en que se dictaba el final del acorazado rebelde.
Hasta 1925 la narrativa en el cine se mostraba únicamente mediante un montaje “clásico” que consistía en la presentación sucesiva de imágenes en donde los cortes pasaban por desapercibido; con esto se pretendía la comodidad y ubicuidad del público dentro de la historia, debido a que sus características se definían más por la supresión de la realidad, el manejo de la luz y diferentes objetivos para la cámara, continuidad, proximidad, ruptura o giro en la historia y clausura. La intención de quien realizara un filme utilizando esta técnica de montaje era que el espectador no sintiera que esa realidad que se le está mostrando fue fragmentada y reconstruida; hasta que Sergei, el director ruso, cambió esta manera de pensar y de retratar la realidad.
Influenciado por los métodos propuestos por el cineasta Lev Kuleshov, Eisenstein consideraba al montaje como el recurso creativo e intelectual o ideológico a través del cual se podía manipular las emociones de las personas mediante la construcción de un sentido; básicamente en el montaje está la libertad creadora en donde se construye la línea narrativa de la historia, por ello en El acorazado Potemkin el cineasta se sirve de escenas que no tienen que ver una con la otra, experimentando con el paisaje e incluyendo a los objetos y los personajes, y juega con su representación dentro de la realidad filmada puesto que los une y separa en distintas formas, entrando y saliendo de cuadro, haciendo que el espectador tenga desconcierto, ponga atención y se cuestione por lo que ve en la pantalla. Este filme fue el primero en donde puso en desarrollo esta nueva técnica y esa es la razón por la que se le denomina el padre del montaje.
Así que con el propósito de conmemorar el fallido golpe de estado de 1905 y puesto que el comunismo soviético buscaba apropiarse de estos sucesos para institucionalizarlos y así convertirlos en parte de su lucha política, vio en este director a la figura idónea que podría cumplir con este objetivo. El guion lo escribió en compañía de la escritora Nina Agadzhánova-Shutkó; 1290 planos combinados, las inclinaciones y travelling de cámara, el énfasis en el actor: las masas, el protagonismo del barco, todo este rodaje contó con tres meses durante los cuales Eisenstein entró en proceso de investigación sobre los acontecimientos y propuso una estructura de la historia conformada por cinco partes: Hombres y gusanos, Drama en la Bahía, El muerto pide justicia, La escalera de Odessa y Encuentro con la flota.
De esta forma, el realizador nos brinda el tratamiento creativo que le da a la realidad que aborda, pues a pesar de que varias situaciones de estas sí ocurrieron en la vida real, el montaje en esta película estuvo completamente pensado para hacer sentir a la audiencia, como es el caso de la recreación de La escalera de Odessa que ha servido de inspiración para otras películas y que utiliza varios planos que sirven de soporte uno con otro, creando una imagen sobre la represión que sufren sus habitantes y el símbolo de libertad y unión que encarna el Potemkin; pero es el conjunto de toda esta secuencia la que nos brinda esa perspectiva. Esta película es mágica, pues la masacre sí tuvo lugar, pero no en esta escalera sino en varias de las calles de la ciudad y aun así continúo convenciéndome que ese fue su escenario real.
Distinguida por su estética, en esta película el cineasta ruso hacía uso de las secuencias métricas, rítmicas y armónicas que le dieron forma a una nueva manera de realizar cine; así como fue impulsor y creador de la propaganda política, el realizador también retrató a la sociedad y al conflicto de las clases sociales, este detalle le trajo censura debido a que fue prohibida en la Alemania del régimen nazi al igual que en España, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética al tratar temas que incitaban a la revolución.
Con la creación de esta obra maestra el cine da un giro a su historia, la Revolución rusa dio paso a que se generaran estos cambios en el pensamiento sobre la forma en cómo realizar cine. Eisenstein inspiró a muchos cineastas más que conceptualizaron, llevaron a la práctica y dieron forma a lo que hoy conocemos como cine; ahora lo entendemos como un espectáculo porque nos divierte, nos educa, nos entretiene, nos crea un espacio sensorial que estimula y nos genera emociones, pero el origen de esta revolución artística se da con el retrato de esa fallida revolución que retrata El acorazado Potemkin, cinta que el 21 de diciembre cumple 93 años de su estreno.