“El que tenga una canción tendrá tormenta
El que tenga compañía, soledad
El que siga buen camino tendrá sillas
Peligrosas que lo inviten a parar
Pero vale la canción buena tormenta
Y la compañía vale soledad
Siempre vale la agonía de la prisa
Aunque se llene de sillas la verdad”
Quienes lo han presenciado saben que las palabras de Silvio Rodríguez cantan sobre incertidumbres, sueños, desilusiones, muerte, amor y esperanzas voluntarias, que ofrecen más ambigüedades y anhelos que consignas. Saben también que las posturas políticas de él, que muchas veces llaman a la polémica, nada le restan al poder de su composición o al llamado de su poesía. Saben que son sus canciones que capturan las dudas, los sueños y las creencias de la vida interior de las personas las que a final de cuentas siguen haciendo de Silvio uno de los cantantes vivos más influyentes.
Silvio cambió el rostro de la canción del siglo XX en América Latina y España. Al negociar su camino a través de la política cultural cubana, su generación definió una política propia en el proceso, demostrando que la cultura cubana no es monolítica sino diversa e inspiradora. Siguieron empujando fronteras, uniéndose en lo que se conoció como el nuevo movimiento de la trova, trovadores modernos que desafiaban los clichés de la propaganda creando las distintivas canciones autocríticas de la revolución.
De ahí Silvio se convirtió en la banda sonora de la lucha guerrillera en países como Nicaragua y El Salvador, y en un desafío a las dictaduras militares en Argentina y Chile. Tal fue la popularidad de su música entre los movimientos de izquierda de los años sesenta y setenta, que fue prohibido por varias dictaduras militares latinoamericanas y durante muchos años sus canciones circularon clandestinamente en casetes. Su fama se debe menos a sus 15 álbumes más vendidos y más a sus míticas presentaciones en vivo y redes de distribución alternativas.
Las dictaduras militares cayeron, pero seguimos visitando las canciones de Silvio como metáforas de la búsqueda de aquella utopía. Sus letras bellamente elaboradas y su música magra, casi transparente, siguen capturando con precisión la experiencia de las personas, y generación tras generación de latinoamericanos continuamos mapeando momentos clave de la vida y la vida de nuestros padres y nuestros países a través de ellas. A la par del cumpleaños 75 (29 de noviembre) de la voz de las revoluciones internas, este Pantalla Sonora recorre el largo camino de la obra de Silvio Rodríguez a través de un recuento de las historias que él mismo ha compartido en diversas entrevistas sobre el origen de algunas de sus composiciones representativas, esas que luchan toda la vida, esas son las imprescindibles.
“Sueño con serpientes, con serpientes de mar,
con cierto mar, ay, de serpientes sueño yo.
Largas, transparentes, y en sus barrigas llevan
lo que puedan arrebatarle al amor.”
Silvio ha dicho que la escribió de madrugada, porque eso soñó: la música medio árabe, el bajo en clave de son y, sobre todo, las serpientes tragándoselo. Se trata de una pieza rara para el álbum Días y Flores (1975) por sus tintes surrealistas. “Es una canción sin familia”, le dijo alguna vez Sabina. Tan onírico fue el origen de este tema que la cita de Bertolt Brecht que recita al comienzo la usó un poco a modo de brújula entre el misterio y el desconcierto que le producía. Silvio comienza subrayando la monstruosidad, “sueño con serpientes”, pero no serpientes cualesquiera, así que suma un matiz que las convierte en criaturas extraordinarias, de pesadilla: “con serpientes de mar”; y aún peor, como en su pesadilla, “con cierto mar, ay, de serpientes sueño yo”. ¿Metáfora de una obsesión? Se ha pensado esta composición desde el psicoanálisis y el misticismo, pero el verdadero sentido de la canción sólo lo sabe el poeta que ha dado varias versiones de su origen, quizá ni él mismo está tan seguro de dónde viene esta pieza con aires psicodélicos.
“Ojalá por lo menos que me lleve la muerte
Para no verte tanto, para no verte siempre
En todos los segundos, en todas las visiones
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones”
El arpegio de guitarra que comienza esta canción es quizá el más reconocible de la obra de Silvio. Emilia Sánchez, el primer amor de Silvio, de cuando él hacía el servicio militar a los 18 años, inspiró esta y otras de sus canciones como Te doy una canción o Josah es la que pinta. En ese entonces ella era estudiante de medicina y para él significó una influencia importante pues ella le presentó, por ejemplo, la poesía de César Vallejo. De cierta forma, Emilia fue la llave de ingreso a la música y palabras vertiginosas que Silvio compuso durante esos años. Ambos tomaron rumbos distintos y esta letra en específico él la escribió años más tarde de haber dejado de ver a Emilia, a bordo de la embarcación Playa Girón, mientras evocaba lo que pasó o pudo haber pasado con ese amor que le aportó tantas cosas como escritor. “Andaba y desandaba los dos metros y medio del camarote con la guitarra sobre el pecho, cantando aquella aparición, chocando con todo, con la vista nublada.” Aún ahora, cuando Silvio ve la respuesta que tiene entre el público Ojalá, probablemente la más coreada de sus canciones, dice preguntarse cómo aquella mañana tan solitaria de alta mar pudo llegar hasta el futuro.
“Hoy el ensueño es como el musgo en el brocal,
dibujando los abismos de un amor
melancólico, sutil, pálido, cielo”
Rodríguez llevaba años trabajando con Afrocuba, banda emblemática del jazz cubano, dándole preferencia a los ritmos, aunque se encontraba extrañando la lírica, cuando la idea de este tema se le ocurrió durante un ensayo. Silvio dijo haberse detenido en seco y haber corrido a su casa a desarrollarlo, luego estuvo encerrado tres meses hasta terminar con esta canción que dio nombre también al disco que lanzó en 1989. En la letra personifica a la melancolía y la encarna en una dama vestida a la antigua, pero también la llama novia silenciosa, íntima pareja del ayer, señora del tiempo, beso que retorna como el mar, rosa del aliento. La introducción de esta canción fue tomada del segundo movimiento de la Sonata para piano No. 8 en C menor de Beethoven.
“La rabia es mi vocación.
Si hay días que vuelvo cansado,
sucio de tiempo,
sin para amor,
es que regreso del mundo,
no del bosque, no del sol.
En esos días, compañera
ponte alma nueva
para mi más bella flor”
Para su primer disco, el cierre se encuentra en esta canción que le da nombre. Rodríguez ha dicho que se trata de una enumeración de sus rabias justificadas de entonces y ahora, que aún lo acosan hasta con mayor impunidad. “Lamento tener razones para seguir teniendo estos tipos de rabias. Cantar hoy día esta canción sigue siendo como reclamar a los motivadores de estas rabias que, dicho sea de paso, preferiría inconcebibles." Durante la presentación de Mariposas (1999), para el que reeditó este tema, Silvio recuenta que aquí depositó distintos enojos que le provocan lo peor de nuestra sociedad, los imperios asesinos de niños, el desamparo y la pobreza, el reinado del egoísmo, el embrujo aniquilador del miedo, y los abusos de poder que acaban en guerra, entre tantos.
“Ahora es escoria el papel sorprendente
De Sherezada en su lecho nupcial
La orden de fuego la dio un disidente
De la cultura, la carne, la mente
El sueño y la vida que no sea virtual”
Este tema se encuentra en Cita con ángeles, que para Silvio significó un retorno a las canciones desnudas de acordes sencillos y letras que hablan simplemente de poesía, amor y denuncian barbaries como la que acaba de estallar en Irak o evocan, para que no se olvide, el asesinato de Federico García Lorca y el bombardeo del Palacio de la Moneda. En Sinuhé, un canto esencialmente pacifista, pide que la metralla se recicle en razón y el poder en compasión. También es un himno a la cultura, la cultura milenaria de Bagdad y sus Mil y una noches. Por último, es una acusación directa a los Estados Unidos, a esos que dieron la orden de fuego para invadir Irak en 2003. El mismo año, Rodríguez compartió para La Jornada que la idea de este tema le vino 10 años atrás, durante la llamada Guerra del Golfo. Entonces, inclusive pensó en hacer un concierto en Bagdad, por todo lo hundido bajo los escombros de los bombardeos. Pero lo de entonces le parecía benigno comparado con la masacre que sucedió en 2003. Aquí Silvio canta de la destrucción del país mientras que Occidente parecía olvidar el importante legado cultural que ciudades como Bagdad dejaron a lo largo de su historia.
“Si no creyera en cada herida
si no creyera en la que ronde
si no creyera en lo que esconde
hacerse hermano de la vida”
Esta canción fue compuesta en 1979 pero publicada en Unicornio hasta 1982, un disco publicado en un momento en el que estaba más que manifiesto el compromiso de Silvio Rodríguez, y del pueblo cubano, con la lucha social y revolucionaria de los pueblos centroamericanos como Nicaragua, Guatemala y El Salvador. En La maza Silvio hace una declaración de intenciones, de compromiso y de vida. En una entrevista concedida a la revista La bicicleta en 1984, Rodríguez compartió que este tema para él significaba un poco la razón de ser artista, de su compromiso, de cómo lucha por no dejarse seducir por los artificios y superficialidades que suelen acompañar a algunas manifestaciones escénicas. Silvio se pregunta qué sería vivir sin compromisos o convicciones, sin ideales y luchas. También se describe a sí mismo como una herramienta del momento y del lugar que le ha tocado vivir, así como a su forma de expresarse a través de la poesía vertida en sus canciones.