En el mundo del cine hay ciertos géneros que son el gusto culposo de aquellos que se jactan de ser conocedores: chick flicks, comedias, acción y terror son algunos de estos campos que para ser apreciados tienen que pasar décadas para ser revalorados por un nuevo público o ser desde el inicio un intento por llevar estos géneros a un nivel superior. Sin embargo, el género terror tiene un ferviente grupo de adeptos a quienes no es sencillo impresionar.
En el cine de terror -como en otros circuitos- existen temáticas y recursos repetitivos, que han terminado por volverse subgéneros tan extensos como inacabables son todos los largometrajes producidos por dicha categoría. Vampiros, brujas, asesinos seriales, muertos vivientes, fantasmas, demonios y posesiones, objetos/casas embrujadas, psicópatas asesinos (slasher), animales depredadores, monstruos, etcétera, son algunos de los tópicos que rondan este tipo de cine; y sustos sorpresa, desproporcionales cantidades de sangre, cercenamientos, rostros espectrales, voces y sonidos mefistofélicos, música inquietante, entre otros elementos, son “trucos” recurrentes para lograr causar pavor en el espectador.
Pese a que hay clásicos que a nadie le son indiferentes como Nosferatu (Murnau y Herzog), La noche de los muertos vivientes (A. Romero), El exorcista (Friedkin), Psicosis (Hitchcock), El bebé de Rosemary (Polanski), La masacre de Texas (Hooper), Carrie (De Palma), La mosca (Cronenberg), Halloween (Carpenter) o Viernes 13 (Cunningham), hoy en día muchas cintas del género de terror buscan refrescar estas temáticas y, a través de los elementos comunes propios del terror, escarban y tratan de conectar con algo que está más cerca de nosotros y por lo tanto, es tan real que infunde incluso más miedo que lo fantástico: los demonios y monstruos que habitan en nuestro interior.
Sigmund Freud, el maestro en escudriñar en nuestro subconsciente y lo que esconde, decía que lo siniestro consiste en la visión de lo íntimo convertido en extraño, es decir, cuando lo familiar, lo que nos es conocido, paradójicamente cuando viene desde afuera se torna amenazante, y la tranquilidad interior se ve perturbada.
En este Top #CineSinCortes no intentaremos hacer un conteo de los mejores o más impactantes filmes de terror de todos los tiempos, pues es una tarea comprometedora, difícil de hacer desde la objetividad e imposible de lograr tomando en cuenta los cientos de películas que se han realizado desde distintos puntos geográficos y a través de los más de 100 años de existencia del cine. Lo que sí traemos, es una selección de filmes actuales, que conectan un tanto cuanto más con ese siniestro del que hablaba Freud, y al mismo tiempo las contraponemos con filmes de culto de temáticas similares.
El clásico: Suspiria (1977)
Dario Argento, quizá no fue oficialmente el creador del llamado giallo de los 60 y 70 (cine de terror italiano), pero sí fue el referente más popular y que sirvió de inspiración para decenas de cineastas dentro y fuera de Italia. Suspiria (1977), la primera de su trilogía de las Tres madres, muestra a una joven bailarina que logra ingresar a una academia de baile en Alemania; lo que la protagonista no sabe, es que ese lugar en medio de la nada, es el hogar de un aquelarre de brujas, que atrae a jóvenes ingenuas para sacrificarlas.
El clásico: La cosa (1982)
La cinta de John Carpenter trae a un ser de otro mundo a una base científica en la fría, inhóspita y aislada Antártica. El grupo de hombres que habita la base descubre a una creatura congelada por miles de años para darse cuenta de que viene del espacio y que puede adoptar cualquier forma para lograr esconderse y exterminar a sus víctimas, de ahí su peligrosidad y terror, pues puede ser cualquiera de los humanos que habitan la base o incluso el fiel amigo del hombre. Aunque en su estreno fue un fracaso, años después ha sido revalorada, llevada a los videojuegos, la televisión, los comics y hasta la literatura, y con justa razón: la tensión a mil por hora, las transformaciones más inquietantes y hasta un final presumiblemente filosófico, la han nombrado ya como un filme de culto.
La propuesta: Bajo la piel (2013)
Scarlett Johanson interpreta a una atractiva extraterrestre que busca víctimas a bordo de una camioneta, para, mediante la seducción, atraparlos y mandarlos a su planeta como alimento. Lo escalofriante visualmente es esa penumbra espejo en la que los hombres incautos se sumergen para quedar suspendidos en un lago oscuro donde a veces entre las víctimas se encuentran. Aunque la cinta de Jonathan Glazer está más del lado de la ciencia ficción, nadie queda indiferente ante las escenas abstractas y la posibilidad de ser víctima de quien menos se esperase: una bella mujer, o incluso, un bebé.
El cásico: El hombre de mimbre (1973)
Los sacrificios humanos, una acción tan reprobable desde la instauración del cristianismo. En el filme de Robin Hardy, la comunidad pagana de una isla escocesa realiza un ritual de sacrificios humanos. Debido a la desaparición de una joven, un policía va a dar a este apartado lugar sólo para darse cuenta de que, aunque cree saberlo todo, la realidad es que ignora el trasfondo de aquello que le es ajeno a la moralidad que lo rige.
La propuesta: Midsommar (2019)
El segundo filme de Ari Aster (después de la impactante Hereditary) se traslada a los campos suecos, donde un grupo de norteamericanos es invitado por un estudiante de intercambio a su hogar, una remota, pero luminosa y apacible aldea. Sin embargo, la comunidad que habita ahí, alejada del mundo exterior, tiene extraños cultos paganos, aparentemente inofensivos: en medio del verde del campo, las coloridas flores, los trajes destellantemente blancos, las danzas alegres y la calidez de los anfitriones, se encuentran ocultas intenciones de sacrificios humanos como tributos. Quizá lo más terrorífico, además de la sangre, es que las atroces tradiciones no vienen de algo sobrenatural, sino de empresas filosóficas sobre el ciclo de la vida y la muerte, y lo importante que es el sentido de pertenencia para quien se siente desolado.
El clásico: El gabinete del doctor Caligari (1920)
Ya en cine mudo existía el gusto por mostrar lo siniestro. La obra de Robert Wiene, considerada la cinta expresionista por excelencia, estética y argumentalmente, trata del show de un hipnotista, que se aprovecha de su colaborador, el sonámbulo Cesare, para perpetrar a través de él una serie de asesinatos.
La propuesta: ¡Huye! (2017)
Realizada por el actor y comediante Jordan Peele, este filme habla del racismo desde la pesadilla y pequeñas dosis de humor: un joven negro acompaña un fin de semana a su novia blanca a visitar a su familia: padre, madre y hermano que además de amables se muestran admiradores de los negros. Convencidos de que la negra es en realidad la raza superior, este clan consigue víctimas afroamericanas para, mediante la hipnosis y una posterior cirugía, lograr trasplantar cerebros de personas negras a apersonas blancas.
El clásico: El resplandor (1980)
Este hito cinematográfico de Stanley Kubrick no necesita gran presentación: un hombre que fracasa como escritor, acepta un trabajo como cuidador de hotel que cierra sus puertas durante el invierno. Con él, lleva a su esposa y a su pequeño hijo. Al paso de las semanas, el aislamiento total desquicia al protagonista y éste termina por intentar asesinar a su familia. El filme nos dio la interpretación más escalofriante de Jack Nicholson, la imagen más perturbadora de una mujer en la bañera y el miedo constante de encontrarte en un pasillo solitario a un par de niñas gemelas espectrales.
La propuesta: El sacrificio del ciervo sagrado (2017)
El siempre raro Yorgos Lanthimos trae una historia en la que un médico, quien por negligencia causa la muerte de uno de sus pacientes, es consumido por la culpa y comienza a cuidar al hijo huérfano del occiso, un adolescente con serios problemas mentales. Como revancha por la muerte de su padre, Martin decreta que el protagonista debe sacrificar (asesinar) a un miembro de su familia para evitar que el resto muera de una extraña enfermedad. Además de los sucesos inexplicables que suceden a los hijos del médico, lo escalofriante (pintado con mucho humor negro) es la reacción tanto de los padres como de los hijos, ante la inminente resolución del problema.
El clásico: La profecía (1976)
La cinta de Richard Donner, llena de leyendas urbanas y considerada una película maldita al igual que El exorcista, no cuenta otra historia sino la del Anticristo, el hijo de Satán que llegaría para marcar el inicio del fin. Sin duda una de las cintas pioneras en mostrar que la maldad puede vivir dentro de los seres aparentemente más inofensivos.
La propuesta: La Babadook (2014)
En el mismo hilo de “algo anda mal con mi hijo”, esta cinta australiana de Jennifer Kent muestra a una madre que acaba de enviudar. Con un hijo pequeño con crisis emocionales y violentos ataques de ira (quizá es lo que más miedo da) de quien hacerse cargo, la protagonista comenzará a tener visiones (al igual que el niño) de un monstruo salido de un libro infantil, sólo para descubrir que la amenaza es difícil de alejar cuando vive demasiado cerca de ti.