El azul del cielo era el azul del infinito, el canto libre de la energía universal.
Las altísimas puertas de la Sala 1 del Museo Universitario de Arte Contemporáneo se abren a un espacio de muros blancos y vasta luz natural, para enmarcar a un hombre arrojándose desde la ventana de una casa. Se trata de una fotografía en blanco y negro. En ella el sujeto se dirige hacia un golpe seguro contra el pavimento, pero en su caída, él no observa el piso; en cambio, salta de lleno, con brazos abiertos y la vista al cielo.
Esa fotografía (El pintor del espacio se arroja al vacío, 1960) respondía al espíritu de su tiempo y terminó por convertirse en un ícono de las transformaciones en el arte durante el siglo XX. Pero en esta ocasión es la imagen ideal para dar la bienvenida a una retrospectiva completa de su protagonista. El hombre en la foto, quien salta al vacío, es Yves Klein.
Comúnmente asociado a movimientos artísticos como el Nuevo Realismo y al Neo-dadaísmo, Yves Klein fue sin duda un pionero del arte conceptual. Su fugaz pero fructífera vida creativa se centró en alejarse de todo lo que caracterizaba al arte anterior a él. Su desprecio por la línea y lo figurativo, lo volcó en la monocromía pura y a realizar los experimentos más variados con el performance, colores, materiales y los conceptos. Sus ideas y procesos de trabajo transformaron el arte contemporáneo y aún hoy son referencia de numerosos creadores.
El Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM presenta la primera muestra retrospectiva en México de este artista pionero del arte acción y las prácticas inmateriales del arte contemporáneo. Gaceta 22 acudió al montaje de esta exhibición para charlar con el curador principal y mayor experto de la obra de Klein, Daniel Moquay. Aquí describimos el encuentro:
La revolución azul
Daniel Moquay nos recibió en la siguiente sala de la exposición, un espacio enorme, con vista al espejo de agua que recibe a los visitantes del museo, y que se abre a la luz más ideal para el arte que se expone en este recinto.
Nos guió para que recorriéramos el resto de las salas, mientras nos describía las obras que componen la retrospectiva, todas dispuestas de tal manera que abarcan no sólo la cronología de la trayectoria de Yves Klein, sino también, las tres principales problemáticas a las que dedicó todo su trabajo: la monocromía, la carne y su materialidad y el arte como algo inmaterial.
Daniel conoce exactamente el tiempo en que Yves Klein creó y llegó a exhibir cada una de estas obras, pero también conoce a fondo las ideas detrás de cada una, además de los momentos en que se desarrollaron y sobre todo los procedimientos que Klein realizó para concebirlas.
¿Cómo llegaste a convertirte en el mayor experto de Klein, no sólo de su obra, también de sus procesos e ideas?
Yo conocí a Klein por sus ideas, no por sus obras. Unos años después de su muerte, en los años 60, comencé a leer las cajas y cajas de documentos que dejó. Porque yo no conocía de pintura pero sabía leer. Por entonces yo me dedicaba al teatro, así que los textos eran esenciales para mi trabajo.
Así llegué primero a los escritos de Klein. Me fascinaron porque era algo que venía de él. No eran textos hechos para que otros lo leyeran, eran libros y libros de él, sobre él, para él. Verdaderamente su vida. Es sorprendente la cantidad de ideas que vertía sobre su forma de percibir el mundo. Se notaba la pasión con la que se lanzaba a todo lo que hacía y eso se notaba en sus obras, que luego me fascinaron pues yo ya conocía todo lo que había detrás.
¿Cómo llegó Klein a uno de los temas más polémicos de su obra: la monocromía?
El color era una reflexión que le interesaba mucho a él. Desde sus primeras exposiciones le obsesionó mostrar los cuadros aliados y con un solo color, sin ninguna otra línea. Los disponía así para que quien iba a verlos pudiera aprehender el color de forma individual, en toda su pureza. Fueron sus primeros escándalos. La gente pensaba que aquéllos cuadros eran ejemplos de Mondrian pero incompletos.
La gente, sobre todo en Francia —en Alemania lo comprendieron mejor— no sabía muy bien cómo reaccionar a eso que veía, eran desconcertantes esos cuadros tan alejados al arte y la pintura convencional. Pero aunque desde las primeras galerías le sugerían añadir al menos otro color o líneas a sus pinturas, él jamás abandonó la idea de pensar profundamente por y a través del color puro y la experiencia que éste deja a quien lo siente.
¿Por qué el azul se convirtió en el color más característico de su obra, si él trabajó con muchos otros en monocromo?
En esta exposición justamente tenemos ejemplos de los colores que le interesaron: rojo, amarillo, naranja, dorado, tal como los abordó a mediados de los años 50. Pero llegó un punto en que Klein supo que, para lo que él quería hacer había que elegir un color. Eligió el azul para todas sus exposiciones posteriores. Pero no cualquier azul, es un tono ultramar oscuro que al mirarle era una experiencia en sí mismo.
¿Qué encontrará el público mexicano en esta exposición?
Las obras que determinaron el curso del arte contemporáneo. Aquí se encuentra el primer libro conceptual, sus trabajos con antropometrías. Sus exploraciones con las más diversas técnicas: fuego, aire, la inmaterialidad. También mucho de su vida, porque aquí se encuentran las fotos de su familia y sus amigos, de sus performance y su taller. Es una buena forma de conocerlo.
Yves Klein murió a causa de un infarto a los 34 años. En realidad sólo fueron siete años de su vida en los cuales se dedicó a producir los cientos y cientos de pinturas, performance, escritos, experimentos con la inmaterialidad. Además, era un maestro judoista que vivió en Japón por varios años.
Nos cuenta Daniel Moquay que esos cuantos años le bastaron a Klein para convertirse en la abeja reina del arte contemporáneo. Todos los artistas de la época giraban en torno a él y su presencia magnética. Participó en cerca de setenta exposiciones, diecinueve de ellas individuales (al margen de las cesiones a las zonas de sensibilidad y de las dos exposiciones privadas. Vivió a un ritmo fulgurante, obsesionado con el color, que quizá lo mato. Hoy se sabe que el aglutinante que usaba para su icónico azul era altamente tóxico. La suya fue una fugaz revolución azul.
Si quieres conocer más acerca de la obra de Yves Klein, no puedes dejar pasar esta retrospectiva que estará en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM del 26 de agosto hasta el 14 de enero de 2018 en las Salas 1, 2 y 3.
Artista: Yves Klein (Niza, 1928 - París, 1962)
Curador: Daniel Moquay
Exposición coorganizada con Fundación Proa, Buenos Aires