Por: Mariana Casasola

Chico Buarque, el alquimista carioca de la palabra y su música

“Se todo mundo sambase seria tão fácil vivir... Si todo el mundo sambase, bailara, sonriera, seria más fácil vivir”, escribió en Tem mais samba (1964) Francisco Chico Buarque de Hollanda, el cantante, compositor, novelista, dramaturgo y, ante todo, el poeta brasileño. Poeta, porque antes que su relación con la música, Chico se rindió ante su fascinación por la palabra escrita y se entregó a través de ella al propósito máximo de llegar a los otros, de procurarles alegría, sueños, libertad, un compromiso que ya a temprana edad le costó exilio, cárcel y problemas económicos.

La poesía hecha canción lo fulminó cuando de adolescente escuchó por primera vez esa declaración de escasos tres minutos que cimentó la música brasileña, Chega de saudade, hecha bossa nova por João Gilberto. Su vocación literaria se la heredó su padre Sergio Buarque de Holanda, gran historiador brasileño a quien Chico recuerda constantemente frente a la máquina de escribir tecleando datos, rumiando ideas. El contexto cultural en el que creció fue uno de efervescencia cultural que produjo sin quererlo el opresor y donde el caldo de cultivo fueron las vanguardias. De todo esto nos explicamos cómo es que desde sus primeras composiciones Chico volcó todo el gozo que le daban las palabras en una poesía intensa y que muy pronto se haya convertido en un maestro de las aliteraciones, y hasta de la invención de palabras.

Para definir su obra se le ha llamado trovador y cantante de protesta. Pero encasillar en la canción de protesta sus revoluciones sería dar por obsoletas las acciones inmortales de este hombre que ya es, a pesar de él mismo, todo un clásico. Porque si bien es cierto que inició su carrera a contracorriente de la dictadura militar brasileña, al caer ésta las letras de Buarque no cayeron obsoletas ni marchitas. Sus palabras nunca le hicieron frente tan sólo a la dictadura sino a la opresión misma, a la ilusión de poder y sus violencias. El significado de sus metáforas sigue vigente porque igual sigue ahí la esfera cobarde que oprime y explota, la música de sus ideas sigue dirigida a un pueblo que, aunque viva entre adversidades, no duda en salir a la calle a bailar su amor y sus tristezas. Porque Buarque fue ante todo un artista experto en burlar la censura, en esconder los señalamientos y las condenas entre las posibilidades que le abrían las palabras y sus juegos.

A ese genio, maestro que samba entre las letras, la música, la lucha, a Chico Buarque dedicamos este Pantalla Sonora. Celebrando además un nuevo aniversario de su nacimiento (19 de junio de 1944), aquí enlistamos unas pocas canciones, testimonio vivo del arte que es su composición, obras que en su tiempo, y también ahora, se construyeron a base del arma más letal que tenemos contra la opresión: el amor, la poesía, la música. Feliz cumpleaños 77, querido Chico Buarque de Holanda.


A banda

Esta canción fue publicada en el primer álbum del cantante, Chico Buarque de Hollanda (1966), pero lo catapultó inmediatamente cuando éste la interpretó durante el Festival de música popular brasileira en el año de su lanzamiento. La voz y la canción ganaron el primer premio, pero insólitamente Chico protestó para que el reconocimiento fuera compartido con Disparada, una canción sertanera interpretada por Jair Rodrigues, y con otras piezas de contenido político. Este uso estratégico de su fama súbita se convirtió en la primera sagaz infiltración del poeta en aquella poderosa industria cultural de un país bajo dictadura. En La banda su idea resultó dinamitadora por simple: un pueblo que vive oprimido de pronto sonríe cuando escucha pasar por la calle a una banda musical que canta cosas de amor. Un hombre serio que contaba dinero paró. Una chica callada y triste sonrió. Los niños y todos se amontonaron para ver la banda pasar, luego no resistieron a salir a la calle y bailar. El sencillo vendió 55 mil unidades en cuatro días. ¿Era posible que esa inocente musiquita de banda pueblerina afectara el poder en Brasil? Nadie lo imaginó, pero en su momento se dijo que Chico le había devuelto al pueblo carioca las ganas de silbar. Al final, en Brasil, ni las canciones, ni los festivales o los lugares volverían a ser exactamente los mismos. La banda no había pasado en vano.



Construção

En 1970, Chico Buarque contaba con 27 años y estaba de regreso en Brasil. Había estado autoexiliado en Italia (trabajando entre otros con Ennio Morricone) mientras se preparaba para volver a su país y afrontar el reto de burlar con su manejo de la palabra a la censura de la dictadura. En diciembre de 1968, había sido detenido en su propia casa y llevado al Ministerio del Ejército para rendir un testimonio sobre su participación en la Marcha de los cien mil y la obra de teatro Roda Viva. A su regreso no quería más que hacer ruido. Así nació una de sus canciones más poderosas y reconocidas. Construção fue ante todo un experimento formal en el que Buarque consolidó su vocación de fundar universos con el lenguaje. Esta canción la construyó a base de endecasílabos y esdrújulos, y la dividió en tres segmentos textuales autónomos, los dos primeros con 17 y el tercero con siete versos. Los 17 versos de la primera parte (cuatro cuartetos, además de una copia de los resultados) son prácticamente los mismos diecisiete que componen la segunda parte, cambiando sólo la última palabra. Líricamente es una obra apasionante, llena de dobles sentidos, mensajes entre líneas, versos con recados, guiños intelectuales. Y la música es aún más compleja en su armonía, en la que mezcla mucha de la riqueza popular brasileña: samba, bossa, tropicalismo... Construção es quizá el testigo más poderoso del calibre, la intensidad y la belleza de la poesía de Buarque.



Cálice

Hay que repetirlo, Chico se alzó como el gran maestro de la palabra astutamente esquiva de la censura al utilizar analogías crípticas y juegos de palabras. Otro gran ejemplo: en Cálice, lanzada en complicidad con Gilberto Gil en 1973, abrevó de metáforas bíblicas y del poema de César Vallejo: Pai, afasta de mim esse cálice / De vinho tinto de sangue (Padre, aparta de mí ese cáliz / de vino tinto de sangre). Buarque aprovechó la homofonía entre el imperativo portugués cale-se (cállese) y cálice (cáliz) para protestar contra la censura del gobierno, disfrazándola como la narración del Evangelio en el que Jesús alza su oración en Getsemaní hacia Dios para que lo alivie con la copa del sufrimiento. La línea Quero cheirar fumaça de óleo diésel (Quiero oler los vapores del diesel) hace referencia a la muerte del preso político Stuart Angel, quien, según informes, tenía la boca pegada al tubo de escape de un jeep durante una sesión de tortura. El juego de palabras libró los primeros cercos de la censura, pero luego su burla fue descubierta. Comenzó así la época en la que la autoridad lo tenía más que ubicado y se dedicó a censurar sus canciones sin siquiera leerlas, sólo con ver el nombre del autor bastaba. Entonces Chico se inventó un pseudónimo para resolver sus problemas económicos pues no podía publicar. Firmó en muchas canciones como Julinho da Adelaide o Pedrinho Manteiga, escribiendo autobiografía y todo.



Apesar de voçê

En la misma época, Buarque compuso otra canción que se convirtió en un estandarte de la resistencia brasileña y en una nueva bofetada a la dictadura que persistía. Apesar de voçê (A pesar de usted), que trata implícitamente de la falta de libertades durante la dictadura de Emílio Garrastazu Médici, por más de ocho años fue prohibida por las estaciones de radio brasileñas, aunque nunca dejó de sonar en los tocadiscos de miles y miles de hogares. En un interrogatorio le preguntaron al compositor de quién hablaba en su canción cuando cantaba “você” y él respondió que “de una mujer muy autoritaria”. Así hizo pasar la protesta por la historia de la pelea entre dos amantes, cuando en realidad se trataba de otro poderoso ejercicio de la fuerza de la poesía, esa que siempre intrigó e irritó a los poderes autoritarios. A pesar de vocé, amanha vai ser outro dia (A tu pesar, mañana será otro día), regalaba al pueblo un atisbo de esperanza entre la represión y el abuso.