Pan de muerto, una tradición con mucho sabor

Por: Everth Bolaños


El Día de Muertos es sin duda una de las celebraciones más importantes que tiene México. En ella los colores de las flores de cempasúchil y el papel picado, se entre mezclan con el olor del copal y los sabores de la comida de cada ofrenda elaborada para recibir a todos aquéllos que ya no están con nosotros.

Uno de los elementos más representativos de esta temporada es el famoso pan de muerto. Pero, ¿alguna vez te has preguntado de dónde proviene esta riquísima tradición? A continuación te dejamos algunos datos que seguro te sorprenderán.



  • Los orígenes se remontan a la época prehispánica, en la que una princesa era ofrecida a los dioses en señal de agradecimiento. El ritual consistía en tomar el corazón de la doncella, el cual aún latía cuando se introducía en una olla con amaranto, para después ser mordido por el sacerdote.


  • Como era de esperarse, los españoles no aceptaron este tipo de actos, por lo que dicho rito fue sustituido por la elaboración de un pan de trigo en forma de corazón, el cual era bañado en azúcar pintada de rojo que simulaba la sangre.

    Juan José Arreola

  • Otras historias apuntan, a que el pan ya era elaborado antes de la conquista por los pobladores de las culturas mesoamericanas, con semillas de amaranto molidas y tostadas, a las que se le agregaba la sangre de los sacrificios hechos en honor a Huehuetéotl o Cuetzaltzin.


  • Cada parte que conforma el pan de muerto tiene un significado. El círculo de la parte superior (por el que todos se pelean) simboliza el cráneo, las cuatro canillas son los huesos y están en forma de cruz para hacer referencia a los puntos cardinales; mientras que el sabor a azahar alude a los recuerdos que tenemos de los difuntos.

    Juan José Arreola

Existe una gran variedad de pan de muerto a lo largo del país, desde el típico azucarado, hasta las nuevas versiones en las que se le rellena de crema, nata o cajeta. No importa cuál prefieras, sólo no olvides acompañarlo de una taza de chocolate o un buen café de olla. Ahora que conoces la historia de este típico alimento, ¿a poco no se te antojó?